Camino de Santiago: 7 libros para lo que queda de verano
Hace tiempo que no recomendamos lecturas jacobeas, y no será porque no se publiquen, ya que la temática del Camino de Santiago está en pleno auge, sobre todo los diarios de peregrinos (es bien sabido que todo quisque considera su peregrinación, sobre todo la primera, como la gran aventura que debe ser transmitida urbi et orbi) y la novela, que ha encontrado en el itinerario un filón (sobre todo como rampa publicitaria). Por lo tanto, hoy vamos a comentar algunas novedades, todas ellas publicadas en los últimos años, que hemos leído recientemente.
La seducción de la flecha
JOSÉ MIGUEL RUBIO, La seducción de la flecha
Círculo Rojo, 2021, 518 págs.
Un texto extenso, escrito durante la pandemia, que mezcla varios géneros: en primer lugar la experiencia del autor, militar retirado, a lo largo de diversos itinerarios, algunos de considerable distancia; también una guía práctica, con consejos para todos los gustos realizados con la mejor intención por un veterano; y, aproximándose al ensayo, una serie de reflexiones sobre el Camino y la vida. ¡Casi nada!
Hemos de reconocer que estuvimos a punto de tirar la toalla, cosa bien rara en nosotros, durante el interminable prólogo justificativo de la obra, que se extiende nada menos que 42 páginas, en parte dedicadas a los valores del Camino y a una pintoresca clasificación de los 10 tipos principales de peregrinos. Fue bueno seguir, pues pronto nos vimos seducidos por la honesta descripción de unas rutas en las que Rubio va recogiendo, en dosis asimilables, un repertorio de sabrosas anécdotas con episodios a veces esperpénticos, entre ellos el vivido en el monasterio de Oseira.
Navegamos sin tregua por los nueve caminos realizados desde 1999 por el autor, una singladura no exenta de momentáneos alegatos políticos, que se pueden comprender si tenemos en cuenta la formación del autor.
La guía práctica final para preparar el Camino es de lo más completo que se puede leer al respecto, aunque con ciertos anacronismos, generalizaciones (2,5 litros de agua en la mochila no son necesarios, evidentemente, ni en toda época del año ni en todos los caminos) y consejos en muchos casos pintorescos, hemos de reconocer que nos hemos divertido; sin ir más lejos, cuando sugiere meter los calcetines en el microondas para secarlos… (¡hospitaleros del mundo en guardia!)
La despedida-confesión final, muy emotiva, nos ha dado que pensar.
La ladrona de huesos
MANUEL LOUREIRO, La ladrona de huesos
Planeta, 2022, 498 págs.
Estamos ante un thriller que, aunque el argumento roce el absurdo, nos cautiva de principio a fin. Loureiro tiene experiencia probada, con muchos seguidores a uno y otro lado del Atlántico, en el tratamiento del género policiaco, por lo que aplica sus recetas literarias al Camino para generar en el lector una tensión permanente desde la primera página, con claves que no se descubren hasta bien avanzada la lectura.
Sin entrar a contar ni una pizca del argumento, sería un pecado por nuestra parte, nos limitamos a recomendar la lectura indicando que es, sin género de dudas, tre-pi-dan-te. Si habéis visto La ardilla roja (1993), película de Alejandro Amenabar, os resultarán familiares algunas cosas.
Apuntar, únicamente, que el relato se desarrolla en el Camino Francés gallego, por fortuna no solo desde Sarria, y entre otros personajes con los que nos topamos está el Vákner, ese monstruo medieval descrito por un obispo e inmortalizado en Dumbría con una terrorífica estatua de 4 metros de altura.
Final en Compostela, faltaría más, cien por cien cinematográfico.
Peregrinos
ALFREDO AGUILAR ROMANILLOS, Peregrinos
Círculo Rojo, 2023, 196 págs.
Todo surgió, momento mágico del Camino que aguijonea la curiosidad de quien ve los toros desde la barrera, al contemplar, hace una década, un emotivo abrazo de peregrinos en la plaza del Obradoiro. ¿Qué rayos será lo que provoca tal felicidad en esta gente al llegar a Compostela? Y, desde luego, no hay mejor método para saberlo que convertirse, uno también, en peregrino (todo lo demás, no es más que teoría sin sustento).
El libro nos ha gustado desde el inicio, pues en lugar de describir, por lo común de forma cansina, una peregrinación de principio a fin, Aguilar ha seleccionado una serie de episodios, todos ellos con miga, vividos en sus diferentes Caminos.
Así pues, podríamos señalar que nos encontramos ante un diario compartimentado en secuencias o relatos, si bien, al modo clásico, también podríamos calificarlos como cuentos, todos ellos independientes y la mayoría con su moraleja. El tono descriptivo se enriquece con provechosas divagaciones y momentos emotivos, fruto de una pasión, dotada de gran sensibilidad, por experimentar y aprender, gozando del tiempo. El Camino se torna en un espacio profundo, repleto de guiños al peregrino que quiera y pueda adentrarse en él. Un itinerario que atrapa sin remisión a quien se empapa de él, «por eso vuelvo al Camino una y otra vez» (pág. 101).
Si más abajo podremos ver lo que dará de sí el paso de un peregrino poco avezado por Manjarín, aquí se nos proporciona una de las más depuradas semblanzas de Tomás el Templario (pág. 77 y ss.). Otro tanto cabe decir de los elogios dedicados a personajes como el recientemente fallecido John Brierley, incansable autor de guías del Camino, o Antonio de Pedra Furada.
Destacamos que dedique, valorando en suma el silencio, nada menos que dos capítulos a exaltar el Camino por la meseta castellana. Vocación que se concreta en la loa concedida al albergue italiano de San Nicolás de Puentefitero.
Y frente al perfil vacuo del turigrino, que aparece inevitablemente en escena, en cierto modo asociado al feísmo constructivo de ciertos lugares como el Monte do Gozo, surge la gran legión de las almas peregrinas, espíritus invisibles que, como sucede en San Andrés de Teixido, parecen acompañarnos desde la eternidad; algunos, desde sus memoriales, con nombre y apellido.
Más que Peregrinos, título ciertamente genérico y manido, en realidad se nos está hablando de Encuentros, pues estos no se reducen a los tenidos con otros compañeros de ruta, sino también con hospitaleros y vecinos que trabajan o residen en ella.
Si de los siete libros tuviésemos que recomendar uno, este sería el predilecto.
Mi búsqueda de Santiago
PAUL PALACIOS, Mi búsqueda de Santiago
Autoedición, 2023, 320 págs.
La palabra «búsqueda» es un clásico del Camino en lo que atañe a las motivaciones. Búsqueda a través de una peregrinación, con el resultado de un relato plasmado en una edición sumamente cuidada. La concepción del texto encaja perfectamente en lo que podríamos clasificar como álbum familiar de la experiencia, esto es, un diario fidedigno al modo de recordatorio, repleto de detalles (quizá excesivos), más dirigido al entorno familiar y de amistades que a un público en general.
Un interés especial radica en estar escrito por un ecuatoriano, que será, si no el primero, sí de los primeros de aquel país que relatan su experiencia en el Camino. Padre e hijo recorren el Camino Francés y cuentan sus avatares cotidianos, siempre atentos al encuentro con los compatriotas, que como emigrantes configuran una gran comunidad en España.
Al igual que los viajeros del pasado, en esto no hemos cambiado, le chocan ciertas «costumbres españolas» (en ocasiones tópicas), como la muy «infame de cerrar las cocinas luego de las 3, hasta la cena» (se ha de entender que en Europa, no solo en España, no vivimos en el ultracapitalismo modelo USA, aquí hay horarios y derechos laborales consolidados), la rudeza de los navarros (Aymeric Picaud 2), la siesta generalizada o el paso por «la desolada meseta de Castilla», trufadas con otras anécdotas inverosímiles, tales la aparición de una vampira en Villafranca Montes de Oca o, supuestamente, de lobos en Tierra de Campos.
A partir de Sarria son constantes, por cierto, las referencias a los turigrinos, que se están convirtiendo en los incómodos protagonistas de las últimas etapas.
El Camino de Santiago (a mi manera)
SILVANA DI LIBERTO, El Camino de Santiago (a mi manera)
Autoedición, sin fecha [2023], 280 págs.
Hemos de reconocer que el título, acotado bajo la premisa del My Way de Frank Sinatra, nos resultó sugerente, y más aún esa falsa recreación de la Plaza do Obradoiro que luce en la portada con sus inexistentes soportales, sucesión de tenderetes y farolas, cosas de la traviesa IA que tanta gracia nos está haciendo en sus balbuceos.
Di Liberto es un espíritu libre, no podía ser de otro modo, y su origen siciliano parece imprimirle un desmedido amor por lo barroco; no en el arte, pero sí en la escritura. Tanto es así que su texto es lo más antagónico que se pueda imaginar al minimalismo, esto es, un horror vacui tanto en el aspecto formal, afín a una desmesura narrativa poética que puede resultar empalagosa, como en el de las vivencias expresadas, que no sin vanidad son encumbradas hiperbólicamente a la quintaesencia, o sea, como si la fortuna hubiese tocado a la autora para penetrar en el maravilloso mundo de Alicia, pero en forma de ruta jacobea. Lo que acabamos de escribir, a propósito recargado al modo culterano, podría figurar sin problema en el texto.
Lo anterior puede contrastar con una alergia a dormir en albergues, actitud que algunos considerarán poco peregrina, o el caminar sin credencial, pero es su Way, no lo olvidemos, y además el primero en compañía de una amiga igualmente sabia y sensible.
La firme creencia en el destino (tanta es la recurrencia que el título debería aludir a la célebre ópera de Giuseppe Verdi), convierte toda situación en una oportunidad generada por el hado, desde lo más insignificante a las elucubradas conexiones esotéricas, sin que falten las continuas citas filosóficas y reflexiones por momentos rayanas con el modo ex cathedra.
En resumen, no se puede negar que estamos ante un texto denso, atípico, muy engalanado, quizá excesivo, pero más allá de algunos giros italianos mal resueltos, bien escrito, y representativo de la concepción del peregrinaje como un viaje iniciático y sanador.
Experiencias del Camino de Santiago en invierno
JOSÉ RAMÓN CORREGAL BARRIO, Experiencias del Camino de Santiago en invierno
Autoedición, sin fecha [2021], 136 págs.
Consideran algunos que la estación fría se está convirtiendo en el refugio del peregrinaje tradicional, que para eludir la masificación se han de vencer los elementos, así como el cierre de la mayoría de albergues. Razón de sobra para que nos intrigara el relato de quien se dedica a describir el peregrinaje en un período con pocas horas de luz, mucho frío e incluso con episodios de aguaceros o nevadas.
Por lo tanto, esperábamos un relato épico, prometía, pero la lectura ha constituido un verdadero chasco. En realidad se trata de un diario más, a modo de reiterativa redacción escolar de lugares comunes y episodios intrascendentes (ronquidos a gogo, comidas al detalle, las curas diarias de una uña rota), repleto de faltas de ortografía —no se explica que no se haya aplicado, al menos, un corrector automático—, con especial castigo de los topónimos, que describe las 26 etapas realizadas desde Saint-Jean-Pied-de-Port a Compostela entre los meses de enero y febrero de 2020.
El peregrino bisoño, que entra por Villafría a Burgos, o sigue de Hospital de Órbigo a Astorga por la carretera al ser más corto, vislumbra una comuna hippie en Manjarín sin hablar de Tomás, declara «camino oficial» el de Samos y marca el inicio de la provincia coruñesa en O Pedrouzo. En todo momento parece más interesado en apurar la marcha para que nadie le supere —cada día indica la media de km/h realizada—, o en evitar los alborotos mañaneros de los madrugadores coreanos, que de proporcionarnos anécdotas sabrosas o, esto ni por asomo, reflexiones profundas. Visto lo cual el tedio se apodera de nosotros, y constituye un acto heroico acompañarlo hasta Santiago.
Más vale no lanzarse a la piscina tras el primer Camino, como si hubiésemos descubierto el Dorado: escribir y publicar debería ser un proceso lento, madurado, documentado y sobre todo, como dice Arguiñano, con sustancia.
Nwa mi. África en el Camino de Santiago
ROSA PEÑASCO, Nwa mi. África en el Camino de Santiago
Autoedición, 2023, 472 págs.
Posiblemente es el texto más curioso, por original, de los siete reseñados, y además una novela extensa. En ella confluyen dos historias paralelas, y algunos sueños, que acaban provocando una explosión de esas que favorece, de vez en cuando (¿o será siempre?), la magia del Camino.
Peñasco construye una historia fundamentalmente emotiva, en la que las piezas van encajando casi por unas causalidades que son pura causalidad e, incluso, determinismo o predestinación, todo ello envuelto en una concepción esotérica del Camino con querencia por sus tópicos, entre ellos la dimensión iniciática medieval, manifestada en el juego de la oca, a través de lo templario.
Pero lo anterior no es óbice para que los relatos de Ana, huida de un marido maltratador y una cultura meridional opresora, y la de Beth, joven nigeriana que también huye por causas similares, pero en versión africana, sean humanos, cotidianos, emotivos y, en suma, expresen el empoderamiento femenino. En ambos casos la llegada al Camino es una contingencia, por lo que dos momentos vitales, dos malas fortunas, acaban redimiéndose a través de una ruta jacobea que repara y llena de sentido la existencia.
El albergue De oca en oca, situado en Atapuerca, se convierte no solo en refugio material y espiritual, sino en un símbolo del poder de la acogida al diferente, al modo de una nutricia placenta para una segunda vida, aunque con la exigencia de que algún día ha de abandonarse el hogar para lanzarse libre al mundo.
Los consejos de Ana, como peregrina fraguada a fuego lento y veterana hospitalera, son los de quien desea que todos vivan con intensidad y autenticidad su experiencia peregrina. Nada que ver con los tiempos que corren (esto lo expresa la autora).
Nos sobran por completo, esto sí, el surrealista salto al distópico futuro de 2045 (quizá hay que saber poner punto y final a tiempo), y, desde luego, las aparatosas cronologías del epílogo, y más aún las notas finales de la autora. Sin todo ello nos ahorraríamos 100 páginas.
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