La Feria de los Libros del Camino

Si por algo hemos de estar eternamente agradecidos a Ángel Luis Barreda, presidente que ha sido de la Federación Española de Amigos del Camino de Santiago en los años gloriosos, y que lo sigue siendo de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Palencia, además de divulgador y activista, en el mejor sentido de la palabra, del mundo jacobeo, es la creación del Centro de Estudios y Documentación del Camino de Santiago, situado a pie de ruta, Camino Francés, en el Real Monasterio de San Zoilo (Carrión de los Condes).

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Monasterio de San Zoilo, Carrión de los Condes
Monasterio de San Zoilo, Carrión de los Condes

Vilipendiados por muchos, en aras de una modernidad mal entendida, hasta que otra moda vintage llegada de Nueva York los revalorice como ha ocurrido con los vinilos, los libros forman parte sustancial e inseparable del Camino de Santiago. No hay más que recordar que el origen del Camino no está tanto en los hechos como en la leyenda, y que dicha leyenda fue construida en un scriptorium monástico, esto es, por decisión de mentes rectoras trasladada a unos monjes amanuenses que, a base de quemar pestañas y contraer reúma, nos legaron el encargo.

El más celebrado de los “inventores” de la huella jacobea hispánica fue Beato de Liébana, que supuestamente acabaría sus días como abad en el monasterio palentino de Valcavado. Siglos después toda la tradición fue condensada en la gelmiriana Historia Compostelana, pero sobre todo en el por todos conocido Códice Calixtino, uno de cuyos libros incluye la conocida como primera guía jacobea. Con la llegada de la imprenta los diarios e itinerarios para peregrinos, así como las obras de vindicación y exaltación jacobea, se difunden por toda Europa. Y ya en nuestros días, el renacimiento de la peregrinación ha traído consigo un auténtico boom editorial en multitud de campos, imaginables e insospechados, aproximando la temática santiaguista y de la peregrinación a los cinco continentes.

En tiempos de gran consumo, mucha prisa y escaso sosiego, los libros han comenzado a constituir un estorbo porque ocupan espacio, y los tifosi del minimalismo, lo digital y el todo gratis, con el argumento material de unos pisos cada vez más caros y pequeños, han encontrado el momento de declarar su final, como Fukuyama con la Historia, concediéndonos el consuelo de la achicoria de los e-book. Es hasta cierto punto asumible que ya no procede acumular libros de papel, más aún si no se van a leer o utilizar, como se hacía entre las familias burguesas de otra época, sobre todo entre las que pretendían aparentar sapiencia cuando llegaba el abad a tomar el chocolate dominical. Para almacenar libros están las bibliotecas, y para lo propio y compendiar el saber las Universidades. En las revistas de hogar y decoración los libros han prácticamente desaparecido de escena, y tan sólo los de gran formato, esos a base de grandes imágenes, ocupan alguna mesa por aquello del toque cultural, eso sí, ya sin abades ni chocolate.

El conocimiento cada vez está más fraccionado y es preciso tender a la especialización, y los libros del Camino andaban huérfanos de que un pastor los guiara a un “santuario” en el que reposar. Es por ello que durante muchos años hemos escuchado, entre tantos responsables de la administración cultural española y autonómica, que el Camino de Santiago tendría que contar con un Centro de Documentación con su biblioteca temática. Incluso se dieron pasos, pero no tanto en Galicia, donde los fastos del Xacobeo y la megalómana y absurda empresa de la Ciudad de la Cultura fueron el agujero negro por donde se han ido los presupuestos que podrían ir destinados a otro fin más duradero, sino en Castilla y León, donde hubo un proyecto para Sahagún que se quedó en eso, buenas intenciones.

Entre tanto, como siempre suele suceder en este ámbito, fue la iniciativa privada, y sobre todo el entusiasmo demostrado por Ángel Luis Barreda, quienes obraron el milagro de reunir en un marco perfecto -nada menos que un monasterio, el también palentino de San Zoilo- casi todo lo que se ha editado, bueno, regular y malo, sobre el Camino de Santiago en la época contemporánea, por el momento más de 6.000 libros y un sinfín de publicaciones periódicas. Por fortuna, tan rico fondo bibliográfico no ha quedado sepultado en un panteón aguardando la resurrección de los justos, sino que puede ser consultado y utilizado en un generoso horario que también incluye el fin de semana, para que tomen nota algunas bibliotecas públicas.

Pese a las apariencias, no queríamos hoy hablar del Centro de Documentación sino de otra iniciativa, igualmente loable, que desde el año pasado tiene lugar en Carrión de los Condes. Nos referimos a la Feria del Libro Jacobeo, cuya segunda edición acaba de celebrarse, en coincidencia con el Día del Libro, el fin de semana del 22-23 de abril. Ningún sitio más a propósito que el ágora dedicada al Marqués de Santillana, D. Íñigo López de Mendoza, natural de la villa y autor de diversas obras de poesía y prosa, para rendir dos y mil veces culto al libro. Siete expositores, lotes cedidos por la Diputación de Palencia, la Junta de Castilla y León y la Xunta de Galicia para vender a precios populares y entregar los beneficios a Unicef, jornadas de puertas abiertas en el Centro de Estudio y diversas actividades de ambientación y culturales para recordar que sin libros, sean del formato que sean pero con el gozo de pasar las páginas mejor, y libres para leerlos, está es la segunda e imprescindible premisa, no seremos más que carne de cañón en manos de charlatanes y manipuladores. Además, si leemos cosas sobre el Camino acabaremos, con toda probabilidad, en el Camino, y esta es una de las mejores cosas que podría sucedernos en esta vida.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador