Dime cómo es tu mochila y te diré qué clase de peregrino eres

Aunque las motivaciones de cada peregrino suelen permanecer más o menos ocultas en un rincón inaccesible, hay algunos elementos externos que nos permiten aproximar una “clasificación”. Uno de ellos, el más visible, es el equipaje, y no tanto la aparatosidad de la mochila, anexos, emblemática, indumentaria o marcas, que ya aportan muchas pistas, sino, sobre todo, lo que se lleva o no se lleva dentro.

Prescindiendo en esta ocasión de los peregrinos “maleteros”, o sea, de los que viajan con pequeña mochila y aparte trasladan sus maletas de etapa en etapa, vamos a centrarnos en lo que se mete en la mochila, un espejo que nos va a mostrar nuestra verdadera y en ocasiones ignorada imagen.

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Peregrinos de camino a Barcia
Peregrinos de camino a Barcia

Para elaborar este micro-estudio hemos repasado unas cuantas guías, webs y aplicaciones en las que se dan consejos -a veces parecen órdenes cuarteleras-, sobre lo que resulta más o menos necesario para un peregrino tradicional, o sea, el que carga día a día su mochila y se aloja con frecuencia en albergues.

Si bien es cierto que “cada maestrillo tiene su librillo”, y que cada uno, permitidme como gallego un refrán, “fala da feira segundo lle vaia nela” (habla de la feria conforme le haya ido en ella), a veces tras haber ido sólo una vez al mercado, como fuente de agua fresca nos vamos a quedar con una página que, por su estilo desenfadado y reconocible experiencia, nos ha llamado la atención. Nos referimos a la de la agencia Woman To Santiago, que se cuenta entre las pocas que muestran respeto por el sentido de la peregrinación, y que a partir de las vivencias de Jan y Noelia ha ido planteando una serie de propuestas para los peregrinos, en formato de blog, precedidas de sentencias tales como “Tú no eliges tus caminos. El Camino te elige a ti” o, puro Carlos Goñi en Revolver, “Mejor caminar bien que llegar”.

Pues bien, el título de nuestra colaboración es prácticamente el de su capítulo dedicado al equipaje (“Dime qué mochila llevas y te diré qué peregrino eres”), donde tras definir con humor varias tipologías (“Ironman, Sherpa, Orquesta, Invisible o Minimalista”), aunque creo que se quedan cortos en su exploración de este peculiar microcosmos pleno de diversidad biológica, pasan a mojarse y a definir lo que ellos consideran que se debe cargar en una mochila, que, como mucho, y en cualquier estación, no debería superar los 30 litros de capacidad, siendo incluso suficiente la de 25 litros.

Entre lo imprescindible, obviando lo que se “lleva puesto a diario”, van en primer lugar las chanclas de ducha, la documentación, la tripleta de ropa de muda (para pantalones largo, corto y traje de baño), el saco de dormir, el jabón para lavar la ropa, una capa impermeable, un forro polar y un corta vientos (los dos últimos, supongo que dependerá de la estación y del Camino, porque la Vía de la Plata en verano, pues que no…).

A continuación va lo necesario, como el mini-botiquín y la mini-bolsa de aseo (para mí sería imprescindible, también por el respeto a los demás), la toalla, el sombrero, la crema solar (creo que también deberían estar en el primer escalón), y las gafas de sol (esto, según ojos y gustos).

En la base de la pirámide sitúan lo recomendable, donde practicando un romanticismo discutible colocan el móvil con su cargador (para la mayoría ni siquiera se puede contar entre lo imprescindible, pues ya se ha convertido en un apéndice firmemente unido al cuerpo y próximo a los ojos incluso en plena bajada del alto del Perdón o del puerto del Palo), pinzas para la ropa (hoy en día, un albergue sin pinzas es como un albergue sin agua caliente, o sea, medieval; por mi parte creo más necesarios los imperdibles para el secado “a la napolitana” sobre la marcha), cantimplora, rollo de papel higiénico “multiusos” (sería una buena idea que las empresas creasen el pack unipersonal de celulosa en rollo peregrino) y una guía (qué clásicos, gracias por lo que nos toca a los autores , aunque mejor pensado, no indican en qué soporte ☹). Discrepamos, en cambio, sobre el seguro de viaje, porque el Camino, aunque lo parezca, no es la selva, y salvo en invierno y en determinadas etapas, sus riesgos son equiparables a los de salir cada día de casa.

Los peregrinos veteranos notaréis que faltan muchas cosas habituales en vuestro ajuar. Es lo que Noelia califica como los “por si” o “caprichos”, entre los que ella cita una esterilla, y no tanto para dormir en el suelo como para sentarse en un prado o hacer yoga, el cuaderno de notas, la cámara de fotos (apuesta por la Réflex, que suele pesar mucho, aunque hoy es sabido que hay compactas de mucha calidad y, sobre todo, móviles flipantes). Añade también aquí las barritas de chocolate, pero creo que la comida o bebida nunca deberían figurar en estos listados por pertenecer al día a día, a lo contingente.

En este sub-estrato de lo no esencial, pero como una concesión a los demás, se localizan cosas que nadie dudaría en llevar: el desodorante, plantillas anti mal olor para las botas (esto ya es generosa regalía) y bolsas de tela en vez de las habituales de plástico para no dar la vara a quienes aún dormitan cuando te levantas a las 5 de la madrugada (más correcto sería recomendar que nadie se levante a esas horas vampirescas para andar dando tumbos por el Camino o corriendo riesgos por la carretera).

A todo lo anterior se suman muchas cosas que no pesan, como el espíritu viajero y las ganas de enriquecerse con la experiencia. Y es sabido que cuanta mayor sea la carga menor será la capacidad de disfrutar, aumentando la probabilidad de tener problemas físicos.

En suma, buenos consejos que compartimos al 90%, ironía y, sobre todo, sentido común, pues lo de ir soltando lastre por la ruta puede acabar convirtiendo al Camino en una galería de cosas inútiles.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
Woman To Santiago
Imagen de Woman To Santiago
Hola Antón, tienes razón, olvidé algo muy recomendable, una guía pero en formato papel :). Suelo escribir notas manuscritas al pie de cada página que enriquecen la información y mantienen vivos algunos recuerdos. También estoy tratando de encontrar una EVIL con prestaciones REFLEX sin que el bolsillo se resienta. No es fácil. Los peregrinos "buho" -aquéllos que se levantan a las 5- me temo que seguirán en el camino, lejos de intentar convencerles de nada, lo mejor es minimizar su daño con tapones para nosotros y bolsas de tela para ellos. Prometo un nuevo post con más casuística peregrina, muchos quedaron en el tintero, pero vamos por partes. En cualquier caso, se agradecen muy mucho tus comentarios!