Camino de San Francesco: un paraíso para el peregrino

No todos los caminos conducen a Roma, lo sabemos bien en Compostela, y los itinerarios de espiritualidad se multiplican para guiar a los peregrinos del presente, como antaño, hacia determinados santuarios en los que reposan santos populares. Este es el caso de las vías de San Olav (Noruega y Suecia) o, en Italia, de las de San Benedetto, Sant’Antonio o San Francesco, todas ellas operativas y con un creciente número de usuarios.

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En rojo, el Camino de San Francesco.
En rojo, el Camino de San Francesco.

Evidentemente no se trata de rutas históricas por las que en su día fluyeron los peregrinos, que también en parte, sino de una construcción actual que, en la medida de lo posible, se apoya en rutas medievales por las que transitaron estos santos durante su existencia terrenal.

El Camino de San Francesco, creado en torno a la vida, obra y tumba de San Francisco, un personaje que encaja perfectamente con la filosofía del presente ante los retos del cambio climático o las guerras que no cesan, ya que ha sido declarado por Juan Pablo II en 1979 patrono de la ecología, y los franciscanos siempre han ejemplificado las ansias pacifistas dentro del cristianismo, es una propuesta que puede romper los esquemas a un peregrino jacobeo.

En primer lugar nos sorprenderá la gran belleza natural y paisajística del itinerario, que recorre zonas de media montaña, por las regiones del Lazio, Umbria y Toscana (corazón verde de Italia), cubiertas de extensos bosques, y con sus laderas y los valles ocupados por cultivos mediterráneos como el olivo o la vid. De los caminos que conocemos, tal vez el único que podría competir en belleza con el de San Francisco es el Camino de Le Puy.

En cuanto a las localidades, el centro de Italia sobresale por sus borgos, esto es, pueblos medievales que tenían su comuna, y por lo general se alzaban en posiciones aptas para la defensa (en lo alto de promontorios o colinas) y contaban con murallas, dentro de las cuales se apiñaba un caserío dominado por la o las iglesias y el ayuntamiento. No hay más que recordar poblaciones como Poggio San Lorenzo, Poggio Bustone, Cantalice, Labro, Castel di Lago, Arrone, Ferentillo, Campello Alto, Trevi, Spello o Citerna.

Asimismo, tampoco están ausentes las pequeñas ciudades ricas en patrimonio, tanto religioso como civil, que va de la Antigüedad al Medievo, y del Renacimiento al Barroco. Buen ejemplo de ello son Rieti, Spoleto, Foligno, Assisi, Gubbio, Città di Castello o Sansepolcro, en todas las cuales se precisaría al menos una jornada completa para conocerlas mínimamente.

Sin embargo, la gran peculiaridad de esta ruta, en relación con otras como la Vía Francígena o los caminos compostelanos, es la notable presencia de santuarios, eremitorios y conventos franciscanos, que además de constituir los eslabones que aportan sentido al peregrino que sigue los pasos de San Francisco, constituyen un foco de espiritualidad, oración y, en muchos casos, también de sencilla pero cálida acogida.

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Santuario franciscano de Assisi, meta principal de la ruta.
Santuario franciscano de Assisi, meta principal de la ruta.

La señalización, si bien presenta algunas deficiencias por falta de mantenimiento, sobre todo en la Toscana, que parece mostrar menos interés que las otras dos regiones implicadas por el itinerario, es suficiente. A la siempre tardía intervención de las administraciones de turismo se suma el trabajo desinteresado de las asociaciones que han recuperado y promovido la ruta desde hace un par de décadas. Por lo tanto, además de los postes, localizados en cruces y muy abundantes en Umbria, contamos con numerosas marcas de senderismo que han utilizado el amarillo y el azul, y también la cruz en tau, emblema franciscano por antonomasia. Al respecto, muchos peregrinos creen que se trata de un movimiento de solidaridad con Ucrania, ya que estos colores coinciden con los de su bandera.

A nadie vamos a engañar diciendo que es un recorrido fácil, pues los 450 km de la ruta más directa y corta —existen largas variantes como las de la abadía de Farfa, Greccio-Terni o Perugia—, acumulan una considerable pendiente de subida y bajada (en varias etapas en torno a 1.000 m), y aunque el punto más alto de la ruta se sitúa a poco más de 1.200 m en Monte Calvano, cerca de La Verna, hay muchos tramos con rampas muy exigentes, que se suelen suceder a diario para atravesar colinas y acceder a pequeños pueblos encaramados.

Una realidad que nos ha sorprendido, frente al programa «lógico» que habíamos planteado en razón a la accesibilidad (aeropuerto de Fiumicino-Roma), el destino (la tumba del santo en Assisi) y la continuación hasta el santuario más emblemático de la causa franciscana, donde el fundador de la orden recibió los estigmas (La Verna), es que al ser esta ruta de doble sentido, la mayoría de peregrinos la hacían en el sentido norte-sur. De hecho, el sector más transitado es el que va de La Verna a Assisi, tanto que te sientes como un bicho raro al ver llegar a todos de frente.

Pese a lo visto y oído no es que sigamos en nuestras trece, pero consideramos mucho más lógico, frente a visiones más senderistas y consagradas en Centroeuropa, o que responden a un inequívoco centralismo capitalino y romano, comenzar la peregrinación en Roma para continuar hasta el sepulcro de San Francisco en Assisi, ciudad en la que también reposa Santa Clara. Una vez allí, desde luego, sería factible, aunque complicado, desplazarse a La Verna para comenzar un segundo camino que también conduzca a Assisi, pero por dar continuidad a la experiencia, como se hace con la prolongación a Fisterra y Muxía, nos ha parecido más sensato proseguir hasta el convento de La Verna, que constituye un espectacular colofón en todos los sentidos.

Si bien la acogida, y nos queremos referir sobre todo a los albergues de peregrinos, no es tan abundante y, sobre todo, estable como la existente en las vías compostelanas, tiene la peculiaridad de destacar por la oferta de las comunidades religiosas femeninas o masculinas (suore e frati); en menor medida también prestan este servicio parroquias y municipios (por ejemplo, en Assisi acaba de abrir en agosto un pequeño albergue municipal). Cuando esta modalidad de alojamiento no existe, siempre es posible alojarse en casas rurales (agriturismo) u hospedajes (affitacamere), muchos de ellos concertados para ofrecer un precio ventajoso a los peregrinos acreditados. Y por supuesto, también están los hoteles, en Italia también denominados Albergo, que en las zonas menos turísticas, y fuera de la temporada alta, pueden resultar atractivos.

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Albergue de San Pietro in Vigneto.
Albergue de San Pietro in Vigneto.

El gasto por alojarse es mayor que en el Camino de Santiago, y aunque muchos de los alojamientos de la Iglesia o públicos son de donativo, como norma es preceptivo dejar al menos 10 € por la pernocta, si incluyen el desayuno algo más, y si también ofrecen la cena en torno a 20 €. Lo que tenemos que considerar a la hora de aportar nuestro contributo es que en ocasiones, sobre todo en los conventos, nos darán una habitación individual o doble, que puede incluso tener baño propio, ¡todo un lujo!, y desde luego el mantenimiento de estas instalaciones es superior al de un dormitorio compartido.

De agradecer es la labor desarrollada por la Confraternita de San Iacopo de Perugia, que mantiene sus albergues de donativo, con estupendos hospitaleros, tanto en Roma (Trastevere) como en San Pietro in Vigneto. Igualmente resultan emblemáticos los conventos franciscanos de Monteluco, poco antes de Spoleto, o La Verna, es este caso con una acogida organizada al estilo del Gran San Bernardo. Todo ello sin olvidar los pequeños eremitorios de la orden (eremi), por lo común atendidos por uno o dos frailes y con pocas camas.

Unos 2.500 peregrinos recogieron en 2019, tras haber sellado la bella credencial de la ruta, el testimonium en Assisi, pero se calcula que la ruta es recorrida anualmente por un número que multiplica dicha cifra por seis, dado que muchos o bien la hacen en tramos más cortos, sin llegar en la primera fase a Assisi, o bien no retiran el certificado. Además de italianos, mayoría, hay también muchos alemanes, y en tercer lugar podemos citar a un grupo formado por austriacos, suizos, franceses u holandeses. Los españoles somos por ahora pocos, pero nos esperan con los brazos abiertos.

Teniendo en cuenta los dos aniversarios de la vida de San Francisco que se celebrarán próximamente, en los que conmemoraremos los 800 años de la recepción de los estigmas en La Verna (1224) y de su muerte (1226), es de esperar que su figura regrese a un primer plano en la divulgación, y también que su camino sea más conocido. A partir de ahora, por lo tanto, es un buen momento para vivir intensa y profundamente la memoria de Francisco y el estilo de vida franciscano, una experiencia introspectiva y de encuentro sereno con los demás (por ahora pocos peregrinos, pero en constante y creciente flujo), que dejará una huella tanto o más profunda que el Camino de Santiago.

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Señales del Camino de San Francesco.
Señales del Camino de San Francesco.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
Eliane Batista
Imagen de Eliane Batista
Es un camino fenomenal, lo caminé en invierno e hice un video, hay subtítulos en español. Creo que te gustaría verlo em YouTube: Cheiro de terra molhada - Eliane e Dinis, Por Aí - Via di Francesco, Caminho de Assis
CESAR HORACIO L...
Imagen de CESAR HORACIO LOPEZ SOBERANES
Excelente reseña Antón!! Fue un placer coincidir contigo en el Eremo di San Pietro in Vigneto, en el 2018 consulte esta pagina para hacer El Camino del Norte, por lo que aprovecho para agradecerles por toda la información tan útil y valiosa, espero y deseo encontrarnos en otro Camino, saludos desde México...