El albergue Reposo del Andayón cierra

El Reposo del Andayón ha sido un albergue atípico en el Camino Norte, un proyecto cuidado donde la belga Katrine Duerinckx (1953) ha acogido peregrinos desde mayo del 2017 con sus doce plazas, las canónicas de los pequeños hospitales medievales. Ahora que ha decidido cerrar el albergue, es un buen momento para hacer balance. Adjunto tiene un hotel rural con cinco habitaciones que mantiene abierto para huéspedes.

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Katrine Duerinckx en su albergue.
Katrine Duerinckx en su albergue.

¿Por qué Asturias y Cuerres?

Después de vivir 40 años en la costa murciana, tuve la oportunidad de visitar la costa de Asturias con mi camper y me enamoré de sus paisajes, de su naturaleza y del mar Cantábrico.

Decidí hacer un tramo del Camino de Santiago en agosto de 2015, empezando en Güemes y terminando en Ribadesella, con la idea de buscar un sitio idóneo para establecerme y abrir un albergue de peregrinos y un B&B.

Pasé por Cuerres, el último día de mi periplo, y me quedé fascinada por un prao, con una vista increíble hacia la Sierra de la Cueva Negra.

50 metros mas adelante, ya en ruta, descubrí un cartel SE VENDE con un numero de teléfono. Saque una foto, y seguí caminando hasta llegar a Ribadesella, fin de etapa y de mi Camino.

Al día siguiente contacte con ese numero y a partir de ese momento, empezó mi gran aventura…

Los comienzos siempre están llenos de ilusión, esperanza, de retos… ¿cómo recuerdas aquellos días?

Efectivamente, estaba eufórica, tan enfocada hacia mi meta, que sobrellevaba los obstáculos con facilidad, nada me detenía; buscando todo tipo de información relacionada sobre casas sostenibles, ecológicas, en armonía con la naturaleza y cuidando el medio ambiente. Esa fue y sigue siendo mi principal meta, pero añadiendo el bienestar de las personas que iban a pasar y alojarse allí. 

Nos habías enviado entonces un video en el que se recogía, muy profesionalmente y con todo lujo de detalles, la construcción de aquella casa especial, con madera de abeto traída de Finlandia…

Si, durante una visita a la feria de Biocultura de Bilbao, contacté con un arquitecto durante una charla sobre «casas sin calefacción». Me impresionó su forma de construir y le propuse mi proyecto en Asturias. Quiso primero ver el terreno y asegurarse que cumplía los requisitos para hacer una casa con esas características, una Passiv Haus (casa con una baja demanda energética) gracias a criterios bioclimáticos (se calienta con el sol).

Llegamos a un acuerdo y seguí con la segunda fase de mi aventura…

El sistema constructivo es de entramado ligero, la casa está elevada del suelo y la madera no toca el hormigón de los cimientos para aislarse de toda humedad.

Toda la madera proviene de bosques FSC del norte de Finlandia: por las muy bajas temperaturas durante varios meses del año, el crecimiento de los pinos es muy lento y eso da una madera muy densa y dura que no se altera con los cambios climáticos.

Queremos entender que tras un proyecto tan cuidado, también en los detalles, la decoración, las comidas vegetarianas, hay un proyecto vital, un cambio…

Así es !necesitaba ese cambio en mi vida, un cambio casi radical, un cambio de lugar, de ambiente, pasar de mar a océano, de actividad y sobre todo de estilo de vida! Mi propósito fue, desde el principio, ser un granito de arena en mejorar la salud de las personas y del entorno y sobre todo enfocar el proyecto en poder compartir y la posibilidad de tener la experiencia única de poder alojarse en un espacio de esas características.

La idea me vino de golpe, un día… hasta que poco a poco adquirió forma en mi cabeza, y todas las piezas del puzle empezaron a encajar. Pero antes hubo un proceso bastante largo de crecimiento personal que me permitió tomar las decisiones adecuadas en el mejor momento. Aprendí a ser yo misma y a respetarme más en aquel momento.

¿Cómo valoras la experiencia de forma global?

¡Fabulosa!

Y en particular a los peregrinos. ¿Tus expectativas se han visto modificadas por la evolución, en el sentido cada vez más turístico, del Camino?

Bueno esto es un tema delicado y de actualidad.

En mi particular experiencia hasta este año (lo tuve abierto hasta el 10 de julio), no he experimentado una evolución más turística, pero sí que desde el primer año los meses de julio y agosto se llenan de «turigrinos», como decimos en la jerga de los hospitaleros: peregrinos que combinan el turismo de playa con caminatas/senderismo y mayormente durante pocos días (de media una semana). Pero en los demás meses, más o menos igual que antes: una mayoría de peregrinos extranjeros.

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Albergue Reposo del Andayón.
Albergue Reposo del Andayón.

A propósito del Camino Norte, ¿cómo crees que ha cambiado en estos años?

Personalmente, desde que empecé, he notado un sustancial aumento de peregrinos y caminantes. Más diversas nacionalidades.

Y desde el Covid, desgraciadamente, muchos albergues han decidido cerrar sus puertas y no han vuelto a abrir, lo que dificulta el encontrar suficientes alojamientos. Este ha sido el caso del País Vasco con los albergues municipales.

¡Pero igual que muchos han cerrado, muchos otros nuevos albergues han abierto!

¿Recuerdas a algún peregrino especial a lo largo de estos años de acogida?

Especiales muchos, pasaron miles… pero los que me vienen a la mente ahora son dos hombres que se emocionaron con mis abrazos de bienvenida, y el último de ellos me dijo: «¡es la primera vez en dos años (por motivo del Covid) que recibo un abrazo! Nadie se atrevió, ni mi familia, ni mis mejores amigos, nadie…», y le pregunte si quería otro y me contesto, “sí por favor”.

¡También tuve hospitaleros/as voluntarios/as increíbles, que no olvidare nunca!

Recuerdo uno para la anécdota que vino con el saco y los palos de golf; pensaba combinar el acoger los peregrinos, atender el albergue y jugar al golf… ¡se quedó solo 24 horas! 

Y ahora tengo que preguntarte lo obvio. ¿Por qué se cierra La Casa del Andayon? No será por hartazgo…

Hartazgo no, no es exactamente el termino correcto en mi caso.

El año que viene voy a cumplir 70 años y para mí es hora de otro cambio en mi vida: necesito tiempo para mí, para disfrutar con mi familia y mis amigos. Desde que empecé con el albergue me aparté de mi vida social y estuve dedicada en cuerpo y alma a los peregrinos y a los huéspedes del hotel y al Reposo del Andayón, mi sueño, pero también mi cárcel de alguna manera; ¡un paraíso, un remanso de paz y serenidad para todos, menos para mí!

Ha llegado el momento de soltar lastre, de aprender a delegar más y el albergue, concretamente, es la parcela donde más he disfrutado y que me ha dado gran satisfacción, pero también más trabajo y dedicación diaria. Es lo primero que decidí soltar; no fue tan fácil liberarme del apego que sentía por el Camino y los peregrinos.

Pero ahora, voy a poder vivirlo otra vez desde el otro lado de la barrera: volver a caminar, volver a ser peregrina y salir al Camino otra vez, sin la presión de las preocupaciones y el estrés.

Pese a que el Camino Norte no es el Francés, ni el Portugués, cuando menos en lo que atañe a las cifras, ¿cómo crees que puede evolucionar en el futuro próximo? ¿se verá beneficiado por la crisis de los masificados y el cambio climático? ¿se contagiará de los mismos males que los anteriores? Al menos en el occidente de Asturias, en la media distancia, no se notará tanto el impacto de los 100 últimos kilómetros.

Yo creo que ya se esta viendo esa evolución por la masificación del Francés; muchos peregrinos que empezaron el Francés decidieron en Pamplona o en Burgos cambiar de ruta y seguir por el Norte, por culpa de la cantidad de peregrinos. Y me imagino que el cambio climático, por la subida de las temperaturas, también está influyendo bastante en la decisión de los caminantes; eso es lo que ellos comentaban. Muchos también vienen de zonas del centro y del interior, y les apetece estar cerca del mar.

Para concluir, ¿qué consejo le darías, como hospitalera veterana, a alguien que esté pensando en abrir un albergue de peregrinos en vuestra ruta?

Siempre los animaría; es una experiencia única, pero tampoco creo que sea para todo el mundo.

Hay que tener vocación en ayudar a los demás, a veces sin esperar nada a cambio y de manera desinteresada: hablo en caso de tener un albergue de donativo como fue el mío durante 6 años, con desayuno y cena comunitaria.

Es mucho trabajo y mucha dedicación pero merece la pena porque todos los días hay buenas sorpresas, y por supuesto depende de la actitud de cada uno. Tengo un recuerdo maravilloso de la labor que hice. Es como viajar alrededor del mundo, pero sin moverte de casa.

Uno de los consejos que daría es que primero experimente como hospitalero/a en uno, o mejor dos o tres diferentes albergues, una estancia mínima de 15 días en cada tanda.

Para mí fue una experiencia 100% positiva. Y doy gracias a todas las personas, peregrinos y hospitaleros que me acompañaron en esa etapa de mi vida.

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador