Bypass Sarria - Monforte: una llegada tranquila a Santiago
Al escuchar a tantos peregrinos de largo recorrido renegar del tramo entre Sarria y Compostela, por lo que representan la masificación, la comercialización y la irrupción masiva de los turigrinos (ya no hay prácticamente nadie que escriba actualmente del Camino y no refleje estas circunstancias, los que manejan el cotarro turístico deberían comenzar a preocuparse), y también a algunos, los más radicales, plantear un final de ruta aquí, ignoramos si tomando un bus a Santiago, o concluyendo en la iglesia del Salvador de Sarria su caminata por aquello de primero el señor y luego el lacayo, se nos ocurre una idea que podría tener gancho en el futuro próximo, aunque sin duda, como ciertos medicamentos agresivos que intentan curar un problema, con sus contraindicaciones y riesgos.
Baipás, de acuerdo con la segunda acepción del diccionario de la RAE, significa «desvío hecho en un circuito, una vía de comunicación, etc., para salvar una interrupción o un obstáculo».
Por lo tanto, si creemos que existe un obstáculo no físico, sino ambiental, en un tramo del Camino, una de las opciones clásicas pasa por buscar otro itinerario. Sé que saltar de un camino a otro supone, en cierto modo, pervertir la experiencia, el estilo que cada ruta aporta al peregrino, los hitos propios que forman parte del relato, pero todo será cuestión de analizar los pros y los contras, y no cabe duda de que la aventura será mayor.
No sería el primer caso. Recordemos que venía siendo tradicional el enlace entre el Camino Francés y los del Norte para visitar la Cámara Santa ovetense, prosiguiendo luego por el Primitivo, o bien por Avilés y el más próximo a la costa. También hay otros trasvases más sutiles, que siguen activos entre minorías, tal el que del Primitivo, en la salida de la ciudad de Lugo, conecta a través de Santa Baia de Bóveda, edificio enigmático que despierta la curiosidad, con el Norte. Otro de los desvíos clásicos y bien documentados, hoy sorprendentemente olvidado cuando proliferan los neocaminos y las invenciones, es aquel que desde Vilalba seguía a Betanzos, y por lo tanto saltando del Camino Norte al que hoy conocemos como Camino Inglés. En resumen, no estamos hablando de una situación nueva, es algo que ha ocurrido a lo largo del tiempo por diversos motivos (accesibilidad, seguridad, devoción, curiosidad, etc).
Otro inconveniente, pensarán algunos, al quedar registrada en la credencial este cóctel de caminos, es si nos darán la Compostela. Por experiencia propia, y teniendo en cuenta que las normas de entrega son bastante claras, y prestan sobre todo atención a lo que ha ocurrido en los 100 últimos km, es que sí la obtendremos, aunque figuraremos como peregrinos del camino que hayamos pisado en estas últimas veinte leguas, prescindiendo de que vengamos del Pirineo, Le Puy o Maguncia. Por lo tanto, si las últimas etapas gallegas las completamos por el Camino del Sil o de Invierno, acabaremos engrosando la estadística de esta ruta, y punto, pero tendremos nuestro documento quizá con el comentario de que somos «peregrinos estrafalarios que combinamos rutas a nuestro antojo», que es lo que nos ocurrió en 2020 cuando partimos de Lisboa, y desde Coímbra seguimos el Camino Interior por Viseu hasta Verín, y de aquí a Santiago. Al final, figuramos como que habíamos hecho la Vía de la Plata, desde luego surrealista, pero es bien sabido que no se le pueden pedir peras al olmo.
Pues bien, vayamos a la propuesta, que ya está tardando, y conste que exponerla, porque aquí hay que puntualizarlo todo dada la susceptibilidad reinante, no implica compartirla, solo intentamos reflexionar sobre el futuro del Camino. Consistiría en que los peregrinos de largo recorrido hastiados, y quizá con más determinación aquellos que ya han recorrido en otra ocasión las etapas entre Sarria y Santiago, puedan poner en práctica un bypass Sarria-Monforte.
La operación no entraña riesgos, ya que Sarria es una localidad bien comunicada con Monforte: en tren el viaje demora 35 minutos, y el coste es de 4,15 € en el regional, 5,35 € si elegimos el Alvia; en autobús, la línea de Monbús también tarda el mismo tiempo, 35 minutos, y el precio es de 3,05 €.
Una vez realizado el bypass nos encontraremos, de repente, en un nuevo escenario, el de un camino poco concurrido y de extrema belleza, que en la primera etapa nos llevará de una ciudad monumental como Monforte de Lemos —nada que ver con lo que nos ofrece el Camino Francés Gallego, en Galicia jalonado por pueblos más bien modernos—, hasta el cañón del río Miño, el mismo de Portomarín con el embalse de Belesar, pero en un paisaje mucho más atractivo, con el sugerente mirador del Cabo do Mundo y los bosques autóctonos y bancales vinateros por los que zigzaguea una vía romana. Y además ahora existe un nuevo albergue en el monasterio de San Paio de Diomondi que permite acortar esta etapa, y otros albergues y opciones varias en Chantada, una localidad con un bonito casco antiguo.
No es nuestra intención describir ahora las restantes etapas de la arteria receptora de la savia, ni hacer un panegírico del Camino de Invierno o del Sil, sin olvidar que a su vez desemboca en el Camino Sanabrés poco después de pasar por Lalín, ahí están en Gronze las guías con las etapas perfectamente descritas y los alojamientos actualizados. Simplemente proponemos una idea que, en cierto modo, tiene toda la lógica del mundo, y resulta muy fácil de adoptar aunque pueda acabar generando algunos problemas:
- El primero, que el nuevo conducto se acabe colapsando también, más rápido que el de origen, por contar con menor capacidad de acogida, aunque ya sabemos que la oferta se suele adaptar muy rápido a la demanda, y en la fase inicial con gran entusiasmo y ventajas para los peregrinos.
- El segundo, que con esta práctica estaremos cayendo en la política de tierra quemada, tan cara a quienes operan como la minería intensiva, una explotación intensiva hasta agotar el recurso y luego a otro sitio, o sea, las agencias y la política de los hechos consumados de Turismo de Galicia.
- Y en consecuencia, que acabaremos trasladando los males de un camino a otro de forma expeditiva, y no por evolución natural. Pero ya nos podemos imaginar la cara de felicidad que estarán poniendo los hosteleros del Camino del Sil o de Invierno, y también los del Camino Ourensano o Sanabrés, a los que hasta ahora solo les queda el consuelo de las migajas.
¿Puede ser éste el futuro del Camino, un futuro repleto de trasvases y acomodaciones? Pues sí, puede serlo. Más difícil habría sido pensar que la peregrinación cobrase fuerza en invierno, donde aunque con la inestimable y lamentable ayuda del calentamiento global, se ha convertido en refugio para muchos de los que huyen de la marabunta y la pérdida de valores estival. Del mismo modo los trasvases, que no representan nada nuevo ni especialmente rompedor, acabarán siendo una solución para quienes buscan un estilo de Camino alejado del ruido y el turisteo. Así hasta quemar todos los caminos, y luego…, luego volveremos a empezar.
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