El Camino Portugués desde Vigo: visitas imprescindibles y nuevas recomendaciones
Aprovechamos nuestro paso reciente por el Camino Portugués, cuyos principales puntos de salida son Porto y Tui ―en el medio y el corto recorrido, respectivamente―, para proponer un inicio distinto y para presentar, sobre todo, algunas visitas imprescindibles y las últimas «confidencias» de «Al loro» (quienes no lo conozcan todavía, lo encontrarán en cada etapa de nuestras guías).
El Camino de Santiago desde Vigo
Si bien recomendamos, en cualquier camino, cuando menos el medio recorrido, cierto es que hay tantas circunstancias como peregrinos, y que más vale una semana andando que ciento soñando. Si, además, queremos llegar sí o sí a la catedral, el Camino Portugués de Vigo a Santiago puede ser una buena idea: el transporte hasta Vigo (y paralelo al camino) no será un problema, y empezaremos a 100 kilómetros casi justos de Compostela. En el corto recorrido, eso sí, Tui tiene a favor la frontera. No es un detalle menor tratándose del Camino Portugués y estando tan cerca de la capital gallega, pero la belleza de la última etapa del Camino Portugués de la Costa (de Vigo a Redondela, donde confluye con el Central) tampoco es un contrapeso pequeño, sumado al de la distancia (la mitad respecto a Tui, en una etapa ligera). Conclusión: la apuesta merece la pena.
De Vigo a Redondela: un banco escondido con vistas soberbias
En esta agradable etapa por la Senda da Traída das Augas, con fantásticas vistas sobre la ría, merece la pena dar un rodeo de kilómetro y medio (avanzando 500 m del camino en paralelo) para contemplar la extraordinaria panorámica ―islas Cíes incluidas― desde el mirador de Campo da Rata, conocido por su emblemático mellor banco do mundo (si bien no es el único, de los mejores, seguro). Situado en lo alto del monte de Cedeira, apenas pasado el puente de Rande, y reservado a los más intrépidos, el banquito se encuentra medio escondido sobre unas grandes rocas, pero las vistas son impagables aun sin trepar. Si, además, el tiempo acompaña…, ¡os atrapará!
Al término de la jornada, los imponentes viaductos de Madrid y Pontevedra nos dan la bienvenida a Redondela, cuyo albergue de peregrinos se encuentra en la Casa da Torre, un edificio señorial de época. La iglesia de Santiago, en lo alto del casco histórico, y la fuente del Apóstol, junto a la alameda, atestiguan la importancia del Camino Portugués en la villa, que tiene a Santiago como patrón. Si caminamos a mediados de mayo puede que nos sorprenda el Festival Internacional de Títeres de Redondela, una concurrida y consolidada muestra creada y organizada por la Asociación Xente Titiriteira que sin duda nos amenizará la tarde, con un animado ambiente para todas las edades.
Pontesampaio: paseo fluvial a una islita de cuento
La pequeña parroquia de Pontesampaio, a mitad de etapa entre Redondela y Pontevedra, no deja a nadie indiferente por su magnífico puente medieval: majestuosa despedida, para los peregrinos, de la ría de Vigo en la desembocadura del río Verdugo, perfecta para descansar. En cualquier caso, no dejéis de visitar la discreta Insuiña o isla de Medal: a tan solo 300 metros del camino por un bonito paseo fluvial, esta pequeña joya os encandilará. Propiedad del pintor Antonio Medal en el siglo XX, conserva interesantes objetos arquitectónicos en un entorno privilegiado, con hermosas vistas al puente y a la desembocadura del río. El paseo empieza justo a la salida del pueblo, en las columnas que veremos a nuestra izquierda, a pie de camino, antes de tomar a la derecha siguiendo un mojón.
Quienes decidan hacer etapa en Arcade o Pontesampaio, o dispongan de más tiempo, pueden disfrutar del sendeiro natural que arranca en el puente medieval (antes de cruzarlo) y que en apenas 1 kilómetro nos lleva hasta el muelle de Arcade a pie de playa, con vistas del puente de Rande al fondo, atravesando la Zona Especial de Conservación de la Enseada de San Simón. Asimismo, cruzando el puente, a 150 metros a la derecha, encontramos la playa fluvial de Pontesampaio, en una zona tranquila con parques y bares que invita a reposar.
Pontevedra: la ciudad que se camina entera
Llegados a Pontevedra, sus evocadoras calles nos invitan a pasear y a disfrutar de su cautivadora belleza: el casco antiguo, completamente peatonal y declarado Conjunto Histórico-Artístico, está considerado el segundo conjunto monumental de Galicia, solo por detrás del de Santiago de Compostela. Merece que le dediquemos una visita tranquila.
En primer lugar, los peregrinos tenemos una cita ineludible en el emblemático Santuario de la Virgen Peregrina, patrona de la provincia y del Camino Portugués. Este peculiar templo de finales del siglo XVIII se caracteriza por su planta circular en forma de concha de vieira, y está dedicado a la virgen que, según la tradición, guiaba a los peregrinos desde Baiona hasta Compostela.
A escasos metros del santuario, el convento de San Francisco, con su bonita iglesia (siglo XIV-XV), preside hoy los jardines de la plaza da Ferrería, el espacio popular de encuentro por excelencia. Junto a la famosa fuente da Ferrería, unas escultóricas letras recuerdan el dicho según el cual «Pontevedra es una buena villa, da de beber a quien pasa», en alusión a la acogida tradicionalmente hospitalaria de los peregrinos en esta ciudad.
También en el casco antiguo, la Real Basílica de Santa María la Mayor se erigió en el siglo XVI como símbolo del poder del Gremio de Mareantes y de la importancia del puerto de Pontevedra. Considerado el edificio religioso más destacado de la ciudad, está declarado monumento nacional y Bien de Interés Cultural.
Finalmente, los peregrinos salimos de Pontevedra cruzando el río Lérez por el Puente do Burgo, cuyos primitivos restos romanos (de los que no se conservan vestigios) dieron nombre a la ciudad: Ponte Veteri, «puente viejo». Reconstruido completamente en el medievo, ha sufrido sucesivas reformas a lo largo de los siglos; hoy es un moderno puente peatonal remodelado con señalización lumínica del Camino de Santiago y de sus once arcos.
Como dato curioso, nos despedimos de Pontevedra con un célebre «congénere» de nuestro apreciado Loro, en la plaza misma de la Peregrina: el loro Ravachol, referente indudable de los pontevedreses. La obra, del escultor José Luis Penado, honra la memoria del animal de compañía de don Perfecto Feijóo, frente al local que ocupó la famosa botica en la que, entre 1891 y 1913, se granjeó un gran afecto de la ciudadanía por su carisma. Tanto es así que, al coincidir la muerte del ave con los carnavales, la recreación de su multitudinario entierro en el entroido pontevedrés es uno de los actos más populares.
Dejando el paganismo a un lado, si retomamos el camino hacia Santiago veremos, como cada vez más peregrinos sabemos, el desvío hacia la Variante Espiritual unos 2 kilómetros después de la ciudad. No la recorrimos, en este caso, pero nos permitimos apuntar algo: fuimos a Combarro y nos enamoró. A tan solo 8 kilómetros de la capital, podemos —si queremos seguir por el Camino Portugués Central— ir «de excursión», a pie o en autobús, y volver el mismo día, aunque sin duda merece la pena pasar una noche allí para disfrutar de las últimas horas de luz en las playas de la ría. Del pueblo, con sus hórreos y su paseo marítimo, poco se puede decir: hay que verlo. Una auténtica maravilla.
Caldas de Reis: naturaleza exuberante e inadvertida
La villa termal de Caldas de Reis, en la confluencia de los ríos Umía y Bermaña, también nos depara alguna que otra sorpresa. Si poco antes de Briallos hemos disfrutado de las fervenzas (cascadas) del río Barosa, ¡aún hay más! Al tratarse de una etapa corta, recomendamos aprovechar para visitar la espectacular fervenza de Segade, a apenas 2 kilómetros de Caldas por un bellísimo paseo fluvial. La ruta dos muiños, bien señalizada, empieza en el mismo puente, en dirección al jardín botánico (declarado Paraje Pintoresco y Jardín Histórico, así como Bien de Interés Cultural) y la espléndida carballeira, y nos conduce por el margen izquierdo del río pasando por antiguos molinos de piedra hasta la cascada. Un final de etapa ideal para relajar los pies en el agua en un paraje que —damos fe— hasta al loro dejó sin palabras…
De vuelta al pueblo, oculto aun en pleno centro, el hotel-balneario Dávila alberga un singular secreto: un exótico cañaveral de bambú negro. Plantado a principios del siglo XX por la familia propietaria del hotel a raíz de un viaje a Filipinas, se considera un bosque único en Europa por sus características. Podemos disfrutar de este remanso de paz en la terraza-jardín de la cafetería, abierta al público todos los días.
Herbón: la auténtica experiencia de la acogida
Por último, aunque no es novedad, no podemos dejar de recomendar el desvío por Herbón (de unos 3 kilómetros) antes de llegar a Padrón. La experiencia de la acogida tradicional del convento de Herbón (gestionada por la AGACS, Asociación Gallega de Amigos del Camino de Santiago), cada vez más escasa en el Camino, es sin duda una parada obligada para el peregrino. En nuestra opinión, la víspera perfecta a nuestra llegada a Compostela.
Esta vez nos quedamos a las puertas de Muxía y Fisterra, que, confiemos, nos seguirán esperando. Volveremos con más ganas para seguir informando. A quienes camináis con Gronze y contribuís con vuestras aportaciones, ¡muchas gracias por acompañarnos!
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