La Acogida Tradicional Jacobea reconocida como Patrimonio Inmaterial por el Ministerio de Cultura

Esta publicación es consecuencia de un largo proceso, iniciado hace dos años por la Fraternidad Internacional de Amigos del Camino de Santiago (FICS) con la aspiración máxima de que, algún día, la hospitalidad tradicional jacobea pueda ser también reconocida por la Unesco. Se optó por esta vía legal para proteger una actividad que en los últimos tiempos, dada la concepción meramente turística del Camino de Santiago, y la aplicación a todos los albergues de diversas normativas autonómicas en este campo, ahogada en una marea de requisitos y exigencias, corría el riesgo de desaparecer.

La incoación es un primer paso pero suficiente, por sí mismo, para proteger este estilo de acogida nacido en los albores de la peregrinación, esto es, en el Medievo, y que con altibajos se ha perpetuado hasta el presente, con un esperanzador renacimiento a partir de los años 80 del siglo XX.

En la propia resolución, acompañada de una breve referencia histórica y de numerosas precisiones terminológicas y jurídicas sobre la figura del peregrino, la hospitalidad y los albergues, se apunta que la ATJ es un sistema «peculiar, austero y altruista» que, pese a los cambios experimentados en la sociedad y el fenómeno peregrinatorio compostelano, ha sabido mantener sus valores esenciales.

Se agradece especialmente, por su vigencia, a las instituciones eclesiásticas y asociaciones de amigos del Camino de todo el mundo, las segundas como herederas de las cofradías santiaguistas, así como a ayuntamientos, otros colectivos culturales y personas a título individual que también la practican.

Por supuesto, y a lo largo de 15 páginas, el Ministerio no olvida resaltar el papel fundamental de los hospitaleros voluntarios, sin los cuales no sería posible expandir la ATJ.

En resumen, se considera que la ATJ «constituye la máxima expresión de la hospitalidad, valor esencial de lo jacobeo» y también se entiende la preferencia de los peregrinos por alojarse en estos albergues, descritos como «aquel sistema fraterno de preservación del carácter espiritual de la peregrinación, en el que los servicios se ofrecen entre peregrinos de forma desinteresada y sin ánimo de lucro, mediante el trabajo voluntario de los hospitaleros y la creación de un ambiente acogedor».

Sin embargo, se reconoce el peligro que corre este tipo de acogida, y la necesidad de salvaguardarla, reclamando para ello, a quienes tienen las competencias, o sea a las CC.AA., a que actúen en consecuencia a través de futuras normativas, adaptadas a la ley de Patrimonio Cultural de 2015.

Entre las medidas para preservar la ATJ se apuntan varias relevantes, así la creación de una red asociativa y solidaria de albergues, la redacción de un Libro Blanco que recoja los albergues de este tipo existentes con su particular problemática, la implementación de una imagen gráfica que universalmente los identifique y la elaboración de un estatuto que los regule y ampare al margen de las normativas turísticas.

Hemos, por lo tanto, de felicitarnos por esta resolución tan bien documentada y expuesta, un marco que esperamos sirva a las CC.AA. para adecuar sus normativas y, en el futuro, para solicitar a la Unesco su catalogación como Patrimonio Mundial Inmaterial. Por supuesto, es también menester agradecer a la FICS su trabajo y constancia, y por haber sabido sensibilizar al Ministerio de Cultura en dicha empresa, que sin duda redundará en beneficios para un estilo milenario de acogida que no debe desaparecer. De hecho, el Camino perdería gran parte de su atractivo y éxito si careciese de la ATJ, modelo que está intentando ser copiado en otros itinerarios de peregrinación del mundo.