Etapa 22: Redondela - Pontevedra | Al Loro

Etapa corta y bien señalizada; a pesar de su carácter urbano, cuenta con algunos tramos realmente interesantes.

Hoy afrontamos dos ascensos de 120 y 135 metros de desnivel respectivamente; son progresivos y no suponen ninguna dificultad, aunque en el primero hay algún repecho fuerte.

Pontevedra es el final lógico de la etapa, ninguna guía se atrevería a decir lo contrario; aun así, quienes prefieran las soledades campestres tienen en el albergue de A Portela una muy buena alternativa. En este supuesto, la etapa sería de 29,6 km.

Hoy los servicios intermedios los encontramos en Cesantes, Arcade y Ganderón (3 km antes del albergue de Pontevedra).

Esta jornada tiene un producto destacado, las ostras de Arcade. Criadas en las bateas en aguas de la desembocadura del río Verdugo, estos moluscos cuentan con creciente fama dentro y fuera de Galicia. El primer fin de semana de abril se les dedica una jornada donde se pueden degustar cuando están en su mejor punto. En la población hay, además, abundantes marisquerías donde podemos pedirlas.

A mitad de etapa cruzamos el magnífico puente medieval de Pontesampaio, donde en 1809 las tropas napoleónicas sufrieron una importante derrota frente a las milicias populares en la Guerra de la Independencia.

La discreta Insuiña o isla de Medal, a tan solo 300 metros del camino por un bonito paseo fluvial, es una pequeña joya que nos encandilará. Propiedad del pintor Antonio Medal en el siglo XX, conserva interesantes objetos arquitectónicos en un entorno privilegiado, con hermosas vistas al puente medieval y a la desembocadura del río. El paseo empieza justo a la salida del pueblo, en las columnas que veremos a nuestra izquierda, a pie de camino, antes de seguir a la derecha el camino.

La Senda Fluvial do Río dos Gafos, a la entrada de Pontevedra, una senda acondicionada entre frondosa vegetación que nos resguarda del sol, es desde 2018 el camino oficial en detrimento de la aburrida y soleada carretera EP-0002. En la bifurcación hay dos mojones que nos indican ambos caminos (derecha por la carretera, izquierda junto al río).

Interesante artículo de Antón Pombo: Pontevedra, paraíso peatonal para el peregrino.

El albergue de peregrinos, de gran capacidad, está a pie de camino, a la entrada de la ciudad y a 1,5 km del casco antiguo.

Como curiosidad, en el casco antiguo existe una peculiar cervecería llamada "¿Dr. Livingstone, supongo?" dedicada al explorador británico y, por extensión, a África. Recomendable.

El casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, merece una visita pausada. Está considerado el segundo conjunto monumental de Galicia, solo por detrás del de Santiago de Compostela, y uno de los mejor conservados.

Los peregrinos tenemos una cita ineludible en el emblemático Santuario de la Virgen Peregrina, patrona de la provincia y del Camino Portugués. Este peculiar templo de finales del siglo XVIII, en pleno casco antiguo y a pie de camino, se caracteriza por su planta circular en forma de concha de vieira, y está dedicado a la virgen que, según la tradición, guiaba a los peregrinos desde Baiona hasta Compostela. La entrada es gratuita, y la subida a la cúpula (recomendable) cuesta 1 euro. Podemos sellar la credencial y acudir a misa, a las 19:30 de lunes a sábado y a las 13:00 los domingos y festivos.

A escasos metros del Santuario de la Peregrina, la iglesia de San Francisco (siglo XIV-XV) merece asimismo una visita. El convento franciscano, construido fuera del perímetro amurallado, preside hoy los jardines de la plaza da Ferrería, el espacio popular de encuentro por excelencia. Junto a la famosa fuente da Ferrería, unas escultóricas letras recuerdan el dicho según el cual "Pontevedra es una buena villa, da de beber a quien pasa", en alusión a la acogida tradicionalmente hospitalaria de los peregrinos en esta ciudad.

También en el casco antiguo, a 200 m del camino, la Real Basílica de Santa María la Mayor se erigió en el siglo XVI como símbolo del poder del Gremio de Mareantes y de la importancia del puerto de Pontevedra. Considerado el edificio religioso más destacado de la ciudad, está declarado monumento nacional y Bien de Interés Cultural. El acceso es gratuito, y se puede subir a la torre por 1 euro.

Referente indudable de los pontevedreses, no podemos pasar por alto a un célebre "congénere" en la plaza misma de la Peregrina: el loro Ravachol. La obra, del escultor José Luis Penado, honra la memoria del animal de compañía de don Perfecto Feijóo, frente al local que ocupó la famosa botica en la que, entre 1891 y 1913, se granjeó un gran afecto de la ciudadanía por su carisma. Tanto es así que, al coincidir la muerte del ave con los carnavales, la recreación de su multitudinario entierro en el entroido pontevedrés es uno de los actos más populares.

Los peregrinos salimos de Pontevedra cruzando el río Lérez por el Puente do Burgo, cuyos primitivos restos romanos (de los que no se conservan vestigios) dieron nombre a la ciudad: Ponte Veteri, "puente viejo". Reconstruido completamente en el medievo, ha sufrido sucesivas reformas a lo largo de los siglos; hoy es un moderno puente peatonal remodelado con señalización lumínica del Camino de Santiago y de once arcos.

El casco antiguo nos ofrece todo el abanico de tapas y racións gallegas; raxo, zorza, orella, lacón, pulpo y también platos con lamprea, además de buenos vinos.

Estamos en territorio productor de vino Albariño, una de las variedades de uva que se usan en Galicia. El Albariño de la zona está bajo la DO Rías Baixas. Es un vino blanco muy afrutado de los más prestigiosos del territorio gallego.