Camino de Santiago: Las mejores 15 puestas de sol

Los peregrinos somos unos seres privilegiados, pues entre otros muchos beneficios, sanos para la mente y el cuerpo, aprendemos a redescubrir los pequeños o grandes placeres —como en la famosa novela de Torrente Ballester podemos expresar gozos— de la vida. Uno de ellos, que por cotidiano no deja de constituir un espectáculo sublime, y además, esto es importante recalcarlo, gratuito, es la puesta de sol.

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Peregrinos admirando la puesta de sol en Fondebadón (Camino Francés).
Peregrinos admirando la puesta de sol en Fondebadón (Camino Francés).

En la ruta jacobea, como en otros itinerarios de senderismo en los que lo natural cobra un nuevo sentido, el ocaso está cargado de lecturas más allá de la estética o meramente contemplativa, y adquiere un valor simbólico vinculado al término del itinerario, manida metáfora de la existencia humana, en los promontorios del antiguo fin del mundo. Es allí donde los peregrinos acuden, practicando un ritual milenario que se ha reactivado en el presente y con sus códigos interpretativos, a contemplar un crepúsculo que, en el océano, posee valores más rotundos que en la tierra.

Sin embargo no es necesario llegar al finis terrae para admirar hermosas puestas de sol. A lo largo de los diferentes caminos de Santiago, cuando las condiciones meteorológicas son favorables, a poder ser con presencia de algunas nubes que, sin ocultar el astro rey, aporten contrastes y plástica al espectáculo (justo después de un aguacero o temporal, cuando los claros se abren en el cielo, pueden resultar grandiosas), se nos brindarán reiteradas ocasiones para disfrutarlas. Solos o en compañía, en esos momentos mágicos, muchas veces inolvidables, aprenderemos a valorar las cosas sencillas que a menudo pasan desapercibidas, y con ello a centrarnos en lo esencial de la vida.

En base a nuestra experiencia, que sin duda podrá ser completada por los seguidores de Gronze, asimismo invitamos a enviarnos sus sugerencias y fotos, vamos a seleccionar algunas de las puestas de sol más especiales por su encuadre, belleza, simbolismo, etc.

Antes de ir al listado hemos de tener en cuenta una circunstancia: que todas estas puestas de sol están en finales de etapa habituales, ya que los peregrinos normalmente no tenemos la oportunidad de disfrutar una puesta de sol en, pongamos por caso, la cumbre del Pirineo (a no ser Somport), o en un despoblado en medio del páramo. Obviamente, quien ese día haya llegado tarde al alojamiento, o quien duerma por su cuenta en el campo, sí.

1. FISTERRA

Poco se puede añadir a lo que en su día escribió el historiador romano Lucio Anneo Floro (fines del s. I d.C.), que al relatar la llegada a Gallaecia de las legiones romanas de Décimo Junio Bruto (137 a.C.), relata que ascendieron a un monte sobre el océano, que algunos sin mucho fundamento identifican con el cabo Fisterra, y contemplaron, con terror sacrílego, el sol desaparecer en el horizonte bajo las aguas. De hecho, y desde la Prehistoria hasta el Medievo, este fue un lugar sagrado del que todavía sabemos poco, uno de los promontorios del occidente en los que los cultos astrales, y los vinculados con la fertilidad, estuvieron presentes hasta bien entrada la Edad Moderna.

Si bien hoy sabemos que el mundo no es plano (no todos), y que más allá de este supuesto final hay otros continentes, lo cual unido a unas nociones básicas de física y astronomía nos permite comprender los fenómenos naturales con una visión menos supersticiosa, la contemplación de este ocaso, con el rocoso islote Centolo en primer plano y los elevados acantilados que se prolongan hasta la punta dos Coídos, sobrecoge al más pintado.

El cabo de Fisterra está en posesión, sin duda, de la puesta de sol más famosa y ansiada del Camino, colofón simbólico de la aventura y libro en el que cada cual aprende una lección diferente, siempre enriquecedora.

La visión alternativa, en perfecta orientación hacia poniente (el cabo se dispone hacia el sur), nos la proporciona la playa de Mar de Fóra. Se trata de un espacio alternativo para los iniciados donde, a menudo, se practican neo ritos que entroncan con los ancestrales. Sentados en la arena, con el cabo da Nave en lontananza al norte: ¡sublime!

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Puesta de sol con el monumento de la bota, Cabo Fisterra.
Puesta de sol con el monumento de la bota, Cabo Fisterra.

2. MUXÍA

Si en Fisterra contemplamos el crepúsculo desde una considerable altura (el faro se sitúa a 143 m sobre el nivel del mar), en Muxía podemos hacerlo desde el monte da Cruz, una posibilidad poco conocida, pero lo más habitual es situarse en el atrio del santuario de Nosa Señora da Barca o junto a las piedras santas, las de Abalar y Os Cadrís, próximas al mar.

Hablamos de otro teatro o espacio sacro, milagroso, en el que la litolatría se asocia a la impetración de la fecundidad, por lo tanto de un ritual persistente en el tiempo, quizá ya desde el Neolítico, y posiblemente de un lugar de peregrinaje precristiano.

Tanto la visión del sol sumergirse en este tramo de la Costa da Morte como las tonalidades que aporta a la fachada del santuario mariano, con las olas rompiendo muy cerca e impregnándonos de salitre, convierten este lugar en otro de los favoritos de los peregrinos, y además con un acceso más corto y fácil que el que conduce al faro de Fisterra.

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Puesta de sol desde el santuario de Nosa Señora da Barca, Muxía.
Puesta de sol desde el santuario de Nosa Señora da Barca, Muxía.

3. LIRES

Muchos peregrinos parten la etapa entre Fisterra y Muxía, o viceversa, y se paran en Lires, un pequeño paraíso del concello de Cee que cuenta con la ría, en realidad estuario, más pequeña de Galicia.

En los últimos tiempos se ha puesto en valor la puesta de sol de Lires, que no se obtiene en su mejor encuadre desde la localidad, sino en la playa, donde existe un bar cuya terraza suele estar repleta en verano.

Nuestro consejo, como habitante de la zona, es que subamos un poco por el monte inmediato a la playa y el mar, en el Mellón de Lires, y que contemplemos el panorama con los promontorios que se suceden hasta Fisterra a la vista. Nos sentiremos como en un solitario parque natural, sin nadie alrededor, en comunión con la naturaleza y los ciclos cotidianos del planeta Tierra.

4. ARRÉS

No todo van a ser espectáculos junto al mar. Entre los de tierra adentro, y promovida cada día por los hospitaleros del albergue, ha adquirido merecida fama la puesta de sol de Arrés (Camino Francés por Aragón). Desde el espolón de la escarpada colina en la que por motivos defensivos tuvo asiento la modesta localidad, se contempla una soberbia línea de fuga en la Canal de Berdún, indicándonos a la vez la ruta ribereña del río Aragón que nos conducirá las jornadas posteriores hasta Ruesta, Undués y Sangüesa. Campos de cereal, y bosquetes que han poblado la cola del embalse de Yesa, ponen el contrapunto a las villas medievales, entre ellas la de Berdún, encaramadas en altozanos.

5. TIERRA DE CAMPOS

Es difícil, en la meseta castellana atravesada por el Camino Francés, fijar un punto para la selección. En realidad pueden ser múltiples, y aquí la ceremonia alcanza su cénit en la dimensión espacial de la planitud, lo que propicia que el cielo semeje gigantesco y parezca querer aplastarnos, y que las nubes y los reflejos del tramonto, como dicen los italianos, superen a cualquier tentativa pre-fotográfica, a lo Constable, de captar esta magia lumínica.

Tal vez podríamos citar los campos de trigo de Palencia desde cualquiera de sus localidades emblemáticas, y mejor, a poder ser, en pequeñas poblaciones.

6. FONCEBADÓN

Otro «clásico» sunset, como lo llaman en inglés, ya que las alturas proporcionan perspectiva, y alargan un instante en el reloj la ocultación del sol. Aunque sin la fuerza de Arrés, los peregrinos suelen reunirse también en Foncebadón para admirar el espectáculo en la dirección del Bierzo y Galicia.

Evidentemente, si se sube a la vecina Cruz de Ferro podrá conseguirse una de las imágenes más icónicas del Camino Francés en un contraluz fantástico, pero lo habitual es que los peregrinos pasen junto a ella al amanecer.

7. O CEBREIRO

Nueva cumbre emblemática, la puerta de Galicia, en este remedo del Montsalvat cunqueiriano con su particular Grial. Será preciso subir a la loma inmediata al albergue público, o contentarse con los reflejos que tiñen de tonos dorados el valle del Valcarce. Las viejas montañas del macizo Galaico, entre Ancares y Courel, aportan solemnidad a este anticipo del fin del mundo.

8. LISBOA

Hemos pensado en el Camino Portugués y nos hemos quedado con el inicio del Central, una puesta de sol urbana cien por cien, emplazados en alguno de los sugerentes miradores de la ciudad hacia el delicioso estuario del Tejo al final del cual, más allá del puente 25 de Abril, se intuye el mar. La torre de Belém podría ser otro punto perfecto para ello.

A nosotros nos encandila asistir al sol por, como lo denominan lusos y gallegos, desde el mítico mirador de São Pedro de Alcântara, no tanto para cegarnos con la contemplación del sol como para percibir los bellos reflejos que genera sobre los barrios históricos de Alfama, Mouraria, Castelo y Sé, con el Tejo discurriendo plácido a sus pies.

9. A GUARDA

Quien recorra el Camino Portugués de la Costa tiene una cita ineludible, en A Guarda, para disfrutar de un ocaso, el sonnenuntergang germano, de película. Desde el puerto resulta bello, pero el nivel se torna grandioso si por ventura hemos subido a la hora exacta al Monte de Santa Tegra. Baste decir que desde el monte, a la vista del estuario del Miño, Caminha, A Guarda y gran parte de la costa portuguesa desde Porto, se divisa una de las mejores puestas de sol de Galicia.

10. A CORUÑA

Inicio del ramal menos recorrido del Camino Inglés, admirar la dormición del sol en un encuadre que incluya la torre de Hércules, así desde la caracola situada en Punta Herminia, o entre los 12 neo-menhires de Manolo Paz, con el faro más antiguo del mundo proyectando sus primeras ráfagas de luz, nos retrotraerá a la mitología grecorromana y céltica evocando a Hércules, Gerión, Breogán o Ith.

11. PONTEDEUME

En el ramal del Camino Inglés de Ferrol nos hemos quedado con esta villa, situada en la ría formada por el río Eume. Desde el puente por el que la hemos atravesado, podremos conseguir una hermosa visión tras el puente metálico, recién restaurado, del ferrocarril. Otra alternativa es dirigirse al arenal de A Madalena, en Cabanas, ahora en medio del pinar que ocupa las dunas con los contrastes que ello proporciona.

12. A FONSAGRADA

Sería el equivalente, en el Camino Primitivo, de O Cebreiro, aunque más que en la población, el mejor y más solitario belvedere para extasiarnos sería Hospital de Montouto, donde permanecen las ruinas de la alberguería de peregrinos.

13. RIBADESELLA

El Camino Norte está repleto de lugares fantásticos para contemplar una buena puesta de sol, ya que en su trazado es posible combinar montes arbolados, promontorios, calas, acantilados, playas, islotes y el omnipresente Cantábrico. Elegimos Ribadesella por sus múltiples posibilidades, aunque nuestro punto de observación favorito es la ermita de la Guía, en el monte Corberu.

14. SALAMANCA

A la Vía de la Plata le ocurre lo mismo que al Camino Francés, pues está llena de lugares de paso propicios para un buen soleil couchant, como lo denominan los franceses. Si bien el puente romano, mejor desde la orilla opuesta del Tormes para contemplar las torres y cúpulas de la catedral y la Clerecía en contraste sobre el fondo anaranjado es una posibilidad irresistible, encontramos más poético, sin apartarnos del albergue de peregrinos, asistir a la función desde el mirador del Huerto de Calixto y Melibea.

15. SANTIAGO DE COMPOSTELA

Para concluir nos vamos a Santiago, donde no es preceptivo reunirse en un lugar específico para asistir a la muerte del astro rey, aquí la celebración va por otros derroteros. La ciudad, rodeada de colinas, no ofrece grandes posibilidades, pero sí sus inmediaciones: tanto el Monte do Gozo, antes de la llegada, como la aldea de Sarela de Abaixo, en la partida por el Camino de Fisterra y a 10 minutos a pie de la Carballeira de San Lourenzo. Desde este segundo lugar, seréis privilegiados al admirar la fachada del Obradoiro arder, figuradamente, y el sol huir hacia Fisterra.

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¿Cuáles son las puestas de sol que más te han impresionado y por qué?

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Atardecer en El Acebo, Montes de León (Foto: Alberto Cabrera)
Atardecer en El Acebo, Montes de León (Foto: Alberto Cabrera)

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
toroastur
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En el Embalse de Alcántara, siempre he visto una puestas de Sol Maravillosas.
Indi
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Pues junto con las de Arrés y otras yo me quedo con la de Villaharta, en el Mozárabe, desde el mirador estelar de las Zahurdillas contemplando Sierra Morena y los pueblos blancos, anaranjados para el momento mágico. Será que prefiero la comunión solar-estelar con relieves que no lineal.
xico miguel
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Olá Antón. Es un encanto leer cuando escribes sobre Lisboa. Pero hay que decirlo: desde el Miradouro de São Pedro de Alcântara miras paisajes muy hermosas como dices, pero no el "por do sol" si el amanecer. En el Caminho Português recuerdo el "por do sol" sobre o Porto, encima la puente D. Luís. Perdona-me por corregir. E muito obrigado
AC
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Castrojeriz.. una puesta de sol impresionante.. Viana - vista hacia Logroño cerca del albergue.. OÇebreiro - una vista sin limites El Acebo - ya mencionado.. bello..
Xavier Riera Luna
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Para ver una hermosa puesta de sol hacen falta dos cosas, una estar al aire libre cuando el sol se pone y otra abrir los ojos mirando hacia la puesta. Lo de los "quince lugares" me sobra como planteamiento, y como consecuencia esos "quince lugares" estarán hasta el culo de gente. Gentrificación, masificación, turistificación... no le veo sentido a éstas listas, luego nos quejamos del rebaño pero colaboramos en la pauta del gregarismo y la tontería de "la foto que toca".
jabeque
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Hay una puesta de sol que ya ensalzó Unamuno y es desde la zona alta de la aldea de Puerto de Béjar con toda la sierra de Francia enfrente . Como no es un fin de etapa clásico la gente no la conoce y es algo impresionante