Etapa 2: Penacova - Mortágua | Al Loro

Contamos con pequeñas tiendas en Gondelim y Cercosa. Tanto Cercosa como Galhardo disponen de pequeños parques con mesas y fuente, al borde del Camino, ideales para comer o descansar.

Al cruzar el Mondego, a la salida de Penacova, convergemos por vez primera con la N2, una de las carreteras más largas de Europa (739 km de Faro a Chaves), muy promocionada turísticamente, con la que acabaremos estableciendo una relación de amor/odio hasta la frontera.

Al salir de Penacova pasamos por un estrechamiento del valle del Mondego; aquí se sitúa el soprendente Monumento Natural de la Livraria do Mondego, afloración cuarcítica del Ordovícico (450 millones de años aprox.) que recibe este nombre por parecer una biblioteca con los libros dispuestos en varios estantes.

Entre Cercosa y Cortegaça quedan pocas señales (año 2021), y por momentos se puede pensar que nos hemos extraviado, pero la ruta prosigue sin novedad por la carretera M591.

Si no se quiere dar un rodeo hasta la iglesia, se puede seguir la carretera M591 al frente.

La localidad nos recibe con el hermoso parque público Verde da Ponte, donde existe un Centro BTT con bar y terraza.

La falta de alojamiento, con el cierre de la única pensión que había en el pueblo recientemente, complica el fin de etapa. Soluciones: prolongar la marcha hasta Vila Meã, 3,7 km al N, pero solo a 1,1 km del Camino, donde hay un hotel con restaurante (ver siguiente etapa); acercarse a pie o en taxi a Freixo (4,7 km al SE), con la Casa de Santo António-TR; o hacerlo en Taxi por la N234 (peligrosa para ir a pie), hasta Santa Comba Dão, a 9,8 km, bonita villa histórica con algunas opciones.

El supermercado Intermarché, a 600 m de la salida del Camino, abre de 9:00 a 20:00, el fin de semana hasta las 17:00.

Una leyenda dice que cuando llegaron los invasores napoleónicos a Mortágua, las gentes del lugar envenenaron las aguas de manantiales y ríos para dañar a sus soldados, y durante un tiempo se vieron forzados a cocinar con vino. Así nacería la lampantana, guiso de carne de cordero al vino tinto hecho en cazuela de barro y acompañado por grelos y patata fardada (cocida con la piel), todo un ícono local.