Etapa 1B: Coimbra - Penacova (por el valle del Mondego) | Al Loro

Para información sobre Coimbra podéis leer las Notas destacadas de Coimbra y/o el artículo de Antón Pombo 10 lugares que visitar en Coimbra.

A lo largo de la etapa es preciso avanzar con la máxima prudencia, porque la N110 es una carretera realmente peligrosa. Por eso desaconsejamos este recorrido y recomendamos la variante por Lorvão (etapa 1A).

El itinerario jacobeo ha tomado por base la traza del GR-48 (Grande Rota do Mondego), que va de Figueira da Foz a Oliveira do Hospital (142 km), por lo que entre Coimbra y Penacova las señales jacobeas, siempre limitadas a los cruces, se verán complementadas con las blancas y rojas, lo que supone un alivio.

En los tramos de obligatoria coincidencia con la N110, por exigencias de la normativa de los GR se han creado sendas alternativas, denominadas GR-48.1 y GR-48.2, que la evitan ascendiendo por la ladera del valle, algo que no hace el Caminho Natural da Espiritualidade (CNE). De seguir estas variantes alargaremos el recorrido varios kms, y desde luego nos cansaremos más por tener que subir y bajar fuertes cuestas, con bastante rodeo en la segunda.

Tenemos cafés en Misarela, pero en el resto del trayecto ya no encontramos más servicios junto a la ruta.

En bicicleta el trayecto resulta fácil, dado que no hay desniveles, y seguir la nacional una tentación para avanzar más rápido. Pese a ello, el tramo final por la senda fluvial vale la pena.

De auténtico lujo hay que calificar la playa fluvial do Reconquinho, galardonada con bandera azul, a la que además se accede con facilidad desde el Camino por una pasarela de madera sobre el Mondego.

Podemos quedarnos en el pueblo (zona alta, breve desvío desde el Camino), o bien avanzar algo más y seguir hasta la zona del río, donde cruzando el puente hay dos hostales.

En pleno centro hay un par de lugares para comer bien. En plan casero la Tasquinha do Clides (Rua da Palmeira, 13) una taberna tradicional con raciones muy completas. De concepto más moderno y juvenil el Jó Bifanas (Av. 5 de Outubro, 5), con un buen surtido de los célebres bocadillos de lomo marinado de cerdo que le dan nombre.

Lo más impactante de la villa es su emplazamiento, en un promontorio rocoso que se asoma a un meandro del Mondego. Por lo tanto, hoy toca sesión de miradores, tan sugerentes como el templete Emygdio da Silva (1908), la pérgola diseñada por el arquitecto Raúl Lino junto a la Câmara Municipal (1918) o, sobre una roca cuarcítica, el Penedo do Castro, aunque para subir al tercero se gastará más energía de la debida.

Del Mondego proceden dos manjares en forma de peces: las anguilas (enguias), que habitualmente se ofrecen fritas o en una caldeirada (ensopado); y la divina lamprea (lampreia), bastante más escasa y cara, que suele elaborarse en su propia sangre en arroz, y que en febrero tiene su fiesta en Penacova.