Etapa 11: Medina de Rioseco - Cuenca de Campos | Al Loro

Distancia: 
25,3 km
Duración: 
6 h 15 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

Sin duda la mejor opción desde Medina de Rioseco es seguir el camino de sirga que discurre en paralelo al Canal de Castilla. Serán 8 km de sombra asegurada bajo los chopos.

Antes de iniciar dicho tramo junto a las aguas del canal tal vez sea conveniente aplicarnos una loción repelente de insectos. Esta precaución sería en principio para los meses cálidos, pues el resto del año no suele haber mosquitos.

A lo largo de la jornada sólo atravesaremos dos poblaciones, Tamariz de Campos —con albergue, y bar frente al ayuntamiento (abre a las 13:00, cierra los miércoles) donde se puede comer— y Moral de la Reina —bar de horario desconocido—.

El Canal de Castilla, el único navegable en España, fue construido en el siglo XVIII para  facilitar el transporte de mercancías entre la meseta y los puertos del Cantábrico, si bien sólo se acabaron tres tramos en Palencia y Valladolid. Su uso comercial quedaría obsoleto hacia 1860 con la irrupción del ferrocarril, pasando a utilizarse como fuente de energía para molinos y batanes, y para el riego agrícola. Muchos peregrinos recordarán que el Camino Francés cruza el ramal norte del Canal de Castilla en Frómista.

Nuestro paseo junto al canal finaliza en la esclusa número siete, donde podemos apreciar el sistema de compuertas -tan simple y tan ingenioso- que permite a las embarcaciones remontar los desniveles. A partir de aquí, el resto de etapa discurrirá a pleno sol.

Desde Tamariz algunos toman la carretera VP-4008 que lleva directamente a Cuenca de Campos (3,1 km menos respecto al camino oficial), sin necesidad de pasar por Moral de la Reina. En lugar de caminar o pedalear por el asfalto, existe una opción mucho más agradable por una pista de tierra en paralelo a la carretera pero unos 500 metros al oeste, tomando el primer camino a la derecha desde la carretera VP-4007. La única pega de esta ruta alternativa es que apenas hay flechas; pero será fácil orientarse, pues el recorrido es intuitivo y va siempre hacia el norte.

Pueblo tranquilo que cuenta con dos bares-restaurante y un albergue de peregrinos con 28 plazas. La pequeña tienda de comestibles al lado del ayuntamiento solo abre por las mañanas hasta las 13:30. En el bar de la plaza descubriremos un detalle de su hospitalidad: una pequeña biblioteca de libros sobre el Camino de Santiago.

En lo alto del pueblo está la Torre del Conjuradero, desde la cual durante siglos los párrocos conjuraban las tormentas y mandaban las nubes a descargar sobre otras comarcas, con el fin de salvar la cosecha local. Si subimos a la torre disfrutaremos de unas vistas envidiables de la Tierra de Campos y, con suerte, de una espectacular puesta de sol.

Aquellos que estén más fuertes probablemente continuarán los 5,4 km de camino que restan hasta Villalón de Campos, localidad grande con todo tipo de servicios y que cuenta con un excelente albergue.

En esta zona abundan los palomares, curiosos edificios de planta circular o cuadrada, construidos con adobe y situados en las afueras de los pueblos, cuyo interior con huecos y nidos asemeja unas catacumbas. Aunque la mayoría están en ruinas, algunos de ellos todavía se utilizan para la cría de pichones, una de las especialidades culinarias de la comarca.

Ya que hablamos de aves, son recetas terracampinas el palomino o pichón de nidal (asado, estofado o en escabeche), las lentejas pardinas con paloma torcaz, la perdiz roja o la gallina en pepitoria, platos que ya aparecían en las páginas de Cervantes y Quevedo.

Más recientemente, el escritor vallisoletano Miguel Delibes ha sido quien mejor ha retratado la vida rural, las cacerías y la cocina popular de esta tierra. Sopas de ajo, castañas, conejos de monte, morcillas, jamón o chorizo de olla son referentes habituales en sus novelas.