Camino de Madrid | Información

El Camino de Madrid es la ruta jacobea que discurre entre la capital de España y Sahagún, donde enlaza con el Camino Francés tras un recorrido de 323 km que puede realizarse en 12 ó 13 jornadas. Este camino, que hasta hace poco era considerado minoritario, está ahora muy bien señalizado y dispone de suficiente infraestructura para los peregrinos, lo cual, junto a sus innegables atractivos naturales e históricos, hace que cada vez sea más conocido y utilizado por caminantes y ciclistas.

En nuestra modesta opinión, estamos ante una opción magnífica para aquellos que deseen disfrutar de los paisajes y busquen un recorrido sin masificación ni bullicio. Además esta ruta permitirá a los residentes en Madrid y alrededores iniciar su camino a la manera antigua, dando el primer paso desde la misma puerta de su casa.

Como dice Joaquín Sabina en el primer verso de su famosa canción dedicada a la ciudad, Madrid está allá donde se cruzan los caminos. Una curiosidad de este trazado es que une las dos únicas ciudades españolas que tienen consideración de kilómetro cero: Madrid, cuya Puerta del Sol constituye el punto de arranque -km 0- de toda la red radial de carreteras nacionales, y por supuesto Santiago de Compostela, el kilómetro cero al que apuntan en su cuenta atrás los mojones de las diferentes rutas jacobeas.

Peregrino descansando en Tierra de Pinares (Camino de Madrid)

El trazado jacobeo que arranca desde Madrid es un camino de contrastes. Si bien la primera etapa atraviesa la mayor región metropolitana del país, donde residen más de seis millones de personas, en pocos días descubriremos comarcas casi despobladas, un mundo rural en franca recesión con pueblos que a menudo no superan el centenar de habitantes. Además de disfrutar de la soledad de estos parajes, la mayor ventaja para nosotros de dicha ruralidad será que, excepto los primeros 13 km de aceras y asfalto hasta salir del casco urbano de la capital, la mayoría del recorrido hasta Sahagún discurrirá por caminos o pistas de tierra, una magnífica noticia para nuestros pies.  

Otra de las características de este camino es el contraste de paisajes que nos acompañarán: primero avanzaremos entre los edificios y rascacielos de la gran ciudad, cuya silueta recortada en el horizonte divisaremos a nuestra espalda durante varias jornadas; acto seguido llegarán las dehesas, arroyos y pedrizas de la vertiente sur de la sierra de Guadarrama; desde Cercedilla cruzaremos la sierra por el puerto de la Fuenfría, en una etapa dura y bellísima donde en los meses de invierno será habitual pisar nieve; en la misma jornada, durante el largo descenso hacia la ciudad de Segovia, atravesaremos tupidos bosques y praderas de montaña; después de la sierra comienza el llano, y en pocos días descubriremos lo dificultoso que resulta avanzar por caminos de arena bajo los extensos pinares segovianos o vallisoletanos; más tarde vendrán las colinas y suaves ondulaciones de la comarca de los Montes Torozos; por suerte, aunque sólo sea durante pocos kilómetros, disfrutaremos de un envolvente oasis de verdor en el tramo que discurre en paralelo al Canal de Castilla; y así, ya curtidos tras bastantes jornadas de camino, surcaremos por fin los vastos horizontes de cereal de Tierra de Campos, paisaje que nos acompañará hasta Sahagún, donde nuestro Camino de Madrid confluye y se integra en el gran río de peregrinos que fue -y sigue siendo- el Camino Francés.

 

Una objeción habitual de quienes todavía no han recorrido este camino es que, por tratarse de una ruta relativamente poco conocida, pueda carecer de la reputación o del aura de otros caminos jacobeos más transitados. Craso error: pronto descubriremos que el camino de Madrid es un gran compendio de rutas históricas, pues sigue el trazado de diferentes vías utilizadas desde la antigüedad por celtas, vacceos, romanos, visigodos, árabes, mozárabes, repobladores astur-leoneses, reyes acompañados por su corte itinerante, tropas de diversos ejércitos, pastores con sus rebaños, comerciantes, jornaleros venidos desde Galicia y también -cómo no- por muchos peregrinos en su periplo hacia Santiago de Compostela.

Resulta innegable que, si atendemos a su recorrido y señalización actuales, estamos ante un camino joven, pues fue recuperado a partir de 1996 por la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid, y durante estos últimos años ha sido señalizado gracias al esfuerzo de las asociaciones de Madrid, Segovia, Valladolid y Medina de Rioseco.

La utilización de este camino como ruta jacobea se remonta al siglo XII, el Siglo de Oro de las peregrinaciones, una vez repobladas las comarcas al sur del Duero. Fue en esos tiempos cuando se erigió en el núcleo medieval de la incipiente villa de Madrid una iglesia dedicada al apóstol Santiago, donde los peregrinos recibían la bendición y partían hacia Compostela. El número de usuarios de esta ruta se incrementaría después de 1561, una vez el rey Felipe II convirtió Madrid en sede permanente de la Corte en substitución de Toledo.

Aquel templo original fue demolido en 1810 durante la ocupación napoleónica para ampliar la plaza de Oriente, tras lo cual sería reedificado en las inmediaciones pero en estilo neoclásico; hoy dicha iglesia de Santiago y San Juan Bautista en pleno centro de Madrid sigue siendo el punto habitual de partida de este camino, donde nos entregarán una credencial específica del mismo y nos pondrán el primer sello.

El actual Camino de Madrid pretende recuperar algunas rutas que habían perdido su uso tradicional, tales como las cañadas utilizadas durante siglos para la trashumancia del ganado de la Meseta y también por los segadores gallegos, cuadrillas de jornaleros que cada verano se desplazaban a pie, con su hatillo y su hoz, desde Galicia hacia los pueblos de las dos Castillas para trabajar en la recogida del trigo; aquellos temporeros que se dirigían al sur atravesaban la sierra de Guadarrama por el puerto de la Fuenfría, siguiendo el trazado de una calzada romana bimilenaria. Los segadores y los pastores continuaron utilizando dicha calzada, en ambos sentidos, hasta hace apenas 60 años, y ahora esta ruta por la Fuenfría retoma sus raíces gallegas al ser de nuevo la escogida por los peregrinos en nuestro caminar hacia Santiago.

 

A lo largo de sus 323 km desde Madrid hasta Sahagún, el camino de Madrid pasa por dos comunidades autónomas (comunidad de Madrid y comunidad de Castilla y León) y cuatro provincias (Madrid, Segovia, Valladolid y León).

 

El Camino Jacobeo de Madrid es un camino poco concurrido, salvo en los meses vacacionales. Atraviesa zonas rurales y pueblos pequeños que invitan a caminar en silencio, sin prisas ni agobios, por lo cual resulta una opción muy adecuada para los peregrinos que huyen de las rutas masificadas (si bien dicha paz se suele romper una vez lleguemos a Sahagún). Por supuesto es el camino que deberán tomar aquellos peregrinos -a pie o en bici- de Madrid y sus alrededores que decidan realizar el camino a la manera tradicional, saliendo desde la puerta de su casa. Pero también se está convirtiendo en un camino utilizado por caminantes multi-reincidentes venidos de países lejanos tras aterrizar en el aeropuerto de Madrid-Barajas: se han informado y han descubierto que por esta agradable ruta llegarán al Francés en 12 ó 13 jornadas, y necesitarán otras tantas hasta Santiago de Compostela; en total será más o menos un mes de camino, periodo habitual que suelen destinar anualmente a estos menesteres muchos jacobípetas consumados, ya sean australianos, coreanos, estadounidenses, franceses o alemanes.

El trazado del Camino de Madrid sigue en su mayor parte pistas y caminos de tierra, siendo muy pocos los tramos de asfalto o de aceras (salvo por supuesto la travesía de la ciudad de Madrid y los tramos urbanos del resto de poblaciones). Cabe indicar que en la comarca de Tierra de Pinares avanzaremos a menudo sobre un lecho de arena fina que recuerda las pequeñas dunas de las playas; en este terreno notaremos que nuestros pies se hunden ligeramente, lo cual puede provocar sobrecargas o lesiones; lo mejor en dichos tramos será intentar caminar ligero de peso, buscando el firme más compacto y sin forzar nunca la marcha.

Según hemos comprobado en 2017, la señalización es buena en general: hallaremos las habituales flechas amarillas pintadas, pero también señales mediante azulejos así como múltiples modelos de mojones (en piedra granítica, en hormigón y acero inoxidable, etc.), soportes que suelen cambiar según la provincia o comunidad autónoma. Incluso en la ciudad de Madrid disponemos de flechas pintadas, si bien sólo a partir de la plaza de Castilla. Por nuestra experiencia en esta ruta, si estamos siempre atentos y seguimos el rastro de las flechas, será difícil perderse.

Como en todo camino siempre puede haber lugares donde una marca se haya deteriorado o alguna señal se preste a confusión, situaciones que podremos resolver con un mínimo de sentido de la orientación o aplicando cierta lógica caminera. En todo caso, nuestra recomendación sería que antes de iniciar cada etapa consultéis las pestañas Al Loro y Recorrido de esta web, donde incluimos las distancias entre las poblaciones por donde pasaremos, datos básicos respecto al recorrido y algunas observaciones que consideramos pueden ser de interés. Y por descontado, siempre agradeceremos vuestra colaboración notificando incidencias o recomendaciones que puedan servir de ayuda para futuros peregrinos.

 

En cuanto a la ciclabilidad de este camino, nuestra opinión es que resulta muy apto para realizarlo en bicicleta tipo BTT, pues la mayoría del trazado es llano y se circula por pistas de tierra suficientemente anchas. Los mayores esfuerzos para los bicigrinos serán la ascensión al puerto de la Fuenfría (en lugar de tomar la calzada romana, impracticable para ciclistas, éstos deberán seguir la variante que discurre por la denominada Carretera de la República, una pista con firme de tierra con pendientes moderadas, que alarga el trayecto en apenas 5 km hasta coronar el puerto), los ya comentados tramos de pinares con firme de arena, donde las ruedas de la bicicleta se pueden ver frenadas, y unos tramos de senderos algo quebrados a la salida de Colmenar Viejo y de Mataelpino, donde en algún momento los ciclistas deberán bajar el pie del pedal, pero que entendemos podrán superar sin gran complicación.

 

El camino de Madrid hasta Sahagún, sin incluir las posibles variantes, tiene una longitud de 323 km. A partir de aquí, restarían 358 km por el Camino Francés hasta Santiago de Compostela, por lo que el total de Madrid a Santiago serían 681 km (recordemos que desde Roncesvalles a Santiago son 755 km, lo que supone escasa diferencia tanto en distancia como en jornadas de camino).

En nuestra guía hemos dividido la ruta de Madrid a Sahagún en 13 etapas, de lo que resulta una media de 24,8 km por jornada (todo ello es meramente indicativo, pues cada uno puede adaptar el número y longitud de las etapas a su condición física y a sus propios intereses). Según esta distribución de jornadas, la etapa más larga sería de 33,3 km, y la más corta sería la última, de apenas 19,2 km. En bici este camino hasta Sahagún puede realizarse fácilmente en 4 jornadas, aunque ello también puede variar en función de las aptitudes de cada ciclista.

El camino de Madrid a Sahagún atraviesa 35 localidades, resultando una distancia media entre poblaciones de 9,2 km, muestra de que estamos en un camino que atraviesa comarcas rurales con escasas poblaciones.

Cabe indicar que este camino cuenta con tres tramos bastante largos sin poblaciones ni servicios intermedios: todo el recorrido de la etapa reina desde Cercedilla hasta Segovia (30 km por caminos y pistas de media montaña), el tramo entre Villeguillo y Alcazarén (17,3 km sin ningún servicio intermedio, ni fuentes, ni bares) y el tramo entre Alcazarén y Valdestillas (15,9 km también sin servicios).

Los servicios específicos de cada localidad aparecen resumidos en las pestañas desplegables de la presente guía; pero debemos tener en cuenta que en las etapas a partir de Segovia atravesaremos muchas poblaciones pequeñas, algunas de ellas con menos de 100 habitantes, donde no siempre dispondremos de bar o de tienda para avituallarnos, o cuyo horario incierto a veces no coincidirá con el de nuestro paso por allí. Respecto a las fuentes a lo largo del camino, sólo las encontraremos en las plazas de algunos pueblos pero raramente durante el recorrido, por lo que siempre será conveniente llevar suficiente provisión de agua, sobre todo en verano.

 

Por lo que respecta a albergues, a lo largo de este camino (en todo su recorrido y variantes, y sin contar los diferentes albergues de Sahagún) nuestro recuento de 2017 incluye 17 albergues públicos (normalmente municipales, aunque no siempre exclusivos para peregrinos), 4 albergues privados y otros 6 refugios algo más precarios (o puntos de posible acogida). En las poblaciones principales disponemos, por supuesto, de una amplia oferta de alojamientos en hoteles y hostales, además del cada vez mayor número de alojamientos rurales incluso en pueblos pequeños.

 

Atravesar la bella ciudad de Madrid puede resultar para muchos peregrinos un fastidio, pero para otros será uno más de los atractivos de este camino. En todo caso, aquellos que todavía no la conozcan sin duda aprovecharán la ocasión para visitar algunos de los innumerables monumentos, parques y museos de la villa, así como para gozar de su variada oferta cultural y gastronómica.

La mayor dificultad orográfica de esta ruta es el puerto de la Fuenfría, que con sus 1.796 metros es el punto más alto de los Caminos de Santiago en el interior de la península (honor que comparte -metro arriba, metro abajo- con la Horcada de Valcavao del Camino Vadiniense). La altitud del puerto resulta bastante superior a los 1.640 metros del Somport, los 1.500 metros de la Cruz de Ferro o los 1.296 metros del mítico Cebreiro, si bien el desnivel positivo a salvar será de unos 600 metros. Estamos ante la etapa más dura de este camino, pero sin duda también la más bonita. Nuestras recomendaciones: salir bien temprano, dosificar las fuerzas y disfrutar al máximo de la belleza del paisaje.

La acogedora ciudad de Segovia es uno de los puntos más interesantes en este camino, y sin duda resultará una agradable sorpresa para quienes aún no la conozcan. Además de fotografiarnos ante su acueducto romano y de contemplar alguna de sus 19 iglesias románicas, no podemos olvidar la visita a la catedral (descuento de 50 céntimos para peregrinos con credencial, donde además nos estamparán un bonito sello); desde la cuesta hacia Zamarramala, a la salida de la ciudad, tendremos una fotogénica vista del alcázar, otro de sus monumentos más destacados. Nuestra sugerencia sería recorrer el centro histórico de la ciudad sin prisas ni rumbo determinado, descubriendo sus rincones, las murallas y sus puertas, los palacios… y cuando el hambre apriete dejarnos caer por algunos de los bares de tapeo cercanos a la plaza Mayor.

Otros lugares de visita obligada a lo largo del camino de Madrid son el castillo-palacio de los Mendoza en Manzanares el Real; el claustro del antiguo monasterio de Santa María la Real de Nieva, con especial mención a las escenas esculpidas en sus capiteles, que nos ilustran sobre la vida cotidiana en la época medieval; la villa y el castillo de Coca, la antigua Cauca de los celtas y vacceos, e importante ciudad romana cuna del emperador Teodosio el Grande; la villa de Simancas, con su puente medieval sobre el río Pisuerga y el castillo que alberga el Archivo General del Reino; la iglesia mozárabe de Santa María en Wamba y su impresionante osario, sin duda el lugar más insólito y sorprendente de este camino; Medina de Rioseco, con los soportales de su calle principal, las magníficas tallas de sus pasos de Semana Santa y la dársena final del Canal de Castilla, junto al cual caminaremos durante la jornada siguiente en un tramo agradable y sombreado; en Villalón de Campos pasaremos frente a su interesante rollo jurisdiccional; también merecerán nuestra atención las diferentes iglesias mudéjares que encontraremos durante este camino, en especial las de San Tirso y San Lorenzo en Sahagún, villa considerada como el Cluny de Castilla por albergar el mayor monasterio de la orden religiosa borgoñona en toda la península, que la convertiría en el siglo XII en centro neurálgico del Camino Francés.

 

El Camino de Madrid resulta muy apto para caminarlo durante los meses de clima templado, ya sea en primavera u otoño. Debemos pensar que en invierno -y a veces hasta entrada la primavera- los mayores condicionantes serían la nieve que podamos hallar en la sierra de Guadarrama y, dependiendo de la meteorología, el frío en su cara norte y en los páramos de la meseta castellana. Por el contrario, durante el verano los enemigos serán el sol y el calor, especialmente en los tramos sin sombra.

Si abordamos esta ruta en pleno invierno seguramente encontraremos nieve durante la etapa reina en que se cruza la sierra de Guadarrama, lo cual puede dificultar bastante la ascensión al puerto de la Fuenfría; la nieve también puede acumularse y estar helada en las zonas umbrías de la pista que desciende por la cara norte de la sierra, ya en la vertiente segoviana. En caso de previsión de frio intenso o nevadas deberemos informarnos bien, ir adecuadamente equipados y, si es posible, evitar realizar la etapa en solitario. Finalmente, si el camino estuviese del todo impracticable, siempre tenemos la opción de volver atrás y tomar el tren que desde la estación de Cercedilla nos llevaría en una hora hasta la ciudad de Segovia, dejando esta bonita etapa de montaña para mejor ocasión.

Recordad que si caminamos solos, especialmente en invierno y en un camino poco frecuentado como es éste, siempre resulta conveniente comentar con alguien cuáles son nuestros planes para el día siguiente, así como informarnos sobre los servicios de las poblaciones que atravesaremos. Durante los meses de temporada baja lo más práctico sería telefonear previamente al albergue u hostal donde tengamos pensado pernoctar para avisar de nuestra llegada.

Si acometemos el Camino de Madrid ya avanzada la primavera o en verano, mucho cuidado con la exposición al sol y a las altas temperaturas, puesto que la ruta presenta largos tramos sin árboles ni sombras. Dado que hasta Sahagún caminaremos hacia el norte o noroeste, habitualmente el sol nos dará por la espalda, lo cual puede ser una ayuda en la orientación pero un suplicio para el cogote. Deberemos llevar suficiente provisión de agua, beber frecuentemente (antes, durante y después de la etapa), aprovechar todas las fuentes para repostar, aplicarnos crema solar… y por supuesto, no olvidemos cubrirnos siempre la cabeza con un buen sombrero, tanto si hace sol como si está nublado. Recordad que el peor enemigo del caminante no son las ampollas ni las lesiones, sino el golpe de calor, que provoca desvanecimientos, problemas vasculares y que puede tener consecuencia fatales.

 

El trazado de este camino no presenta apenas variantes, sino se trataría más bien de pequeños desvíos que, si lo deseamos, nos permitirán visitar algunos lugares de interés cultural o turístico que quedan ligeramente fuera del recorrido oficial.

Ya nos hemos referido al necesario rodeo para ciclistas en el ascenso al puerto de la Fuenfría, que deberán seguir la pista conocida como Carretera de la República. En la misma etapa se puede tomar una variante que lleva a Valsaín y La Granja de San Ildefonso. Sin embargo, cabe indicar que desde Segovia también sería posible visitar los palacios y jardines de La Granja utilizando transporte público (líneas de autobús L8 y M8 cada 45 minutos).

Algo parecido sucede con Valladolid: el trazado oficial del camino no pasa por la ciudad sino por Puente Duero, localidad incorporada al municipio de Valladolid pero que se halla a 13 km del centro de la capital pucelana; desde aquí las flechas del camino oficial nos dirigen hacia la cercana villa de Simancas. Quien desee visitar Valladolid puede ir a pie, siguiendo una variante desde Puente Duero cuyo recorrido (11 km en paralelo a una autovía y a un carril bici) resulta muy poco atractivo; si preferimos ir en transporte público, disponemos de líneas de autobuses urbanos hacia Valladolid tanto desde Puente Duero (línea 15, un servicio cada hora) como desde Simancas (líneas 5 y 25). Ya sea que lleguemos caminando, en bici o mediante cualquier otro transporte, la histórica ciudad de Valladolid bien merece un alto en el camino para dedicarle una visita pausada.

En el tramo entre Peñaflor de Hornija y Castromonte encontraremos un desvío por camino de tierra hacia la localidad de La Santa Espina, variante que implica un importante rodeo de 9,5 km para realizar la visita de su monasterio y de la reliquia que se guarda en el mismo. Como comentamos en nuestras observaciones Al Loro de la etapa, el camino de vuelta entre La Santa Espina y Castromonte no está por ahora del todo señalizado.

Quien disponga de tiempo suficiente podría ampliar sus visitas más al oeste de La Santa Espina, y así conocer la cercana iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote, o incluso prolongar la ruta hasta la villa amurallada de Urueña, declarada Conjunto Histórico-Artístico, y visitar en sus afueras la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciada, una sorprendente muestra de románico catalán del siglo XI en plena meseta castellana. Pero estos desplazamientos requerirían o bien disponer de algún medio de transporte, o ser un crack del auto-stop; también cabe la opción de tomar un microbús de la Diputación de Valladolid que realiza servicios entre Medina de Rioseco y dichas pequeñas localidades (sólo lunes, miércoles y viernes, excepto festivos, y con horarios a consultar).

Aunque no se puedan considerar estrictamente como variantes, existen dos rutas alternativas a la salida de Medina de Rioseco: por el camino junto al canal de Castilla hacia Tamariz de Campos (es el recorrido que sigue la inmensa mayoría de peregrinos, por ser mucho más sombreado e interesante), o bien hacia la pequeña localidad de Berrueces. La longitud de ambas rutas resulta similar y en todo caso los dos trazados confluyen en el siguiente pueblo, Moral de la Reina.

Finalmente también existen otras dos mini-variantes (nosotros las calificaríamos más bien como rodeos o visitas facultativas) en la última jornada: una va por camino de tierra desde Santervás de Campos hacia el pueblo de Melgar de Arriba, y la segunda se toma desde las inmediaciones de Grajal de Campos y permite visitar el monasterio de San Pedro de las Dueñas. La señalización de ambos recorridos es escasa.

 

¿Recordáis que hemos hablado de la iglesia de Santiago y San Juan Bautista, situada en pleno centro de Madrid, que sería el punto habitual de partida del camino desde la capital? Cuando os decidáis a caminarlo es muy probable que vayáis allí a recoger la credencial específica de este camino y os pondrán en ella el primer sello. Lo que pocos saben es que en esta parroquia se celebra cada mes un encuentro de peregrinos donde, si lo solicitáis, tras finalizar vuestro camino os entregarán la Santiagueña Matritense, un documento similar a la compostela, pero específica para los que hayan partido desde Madrid o sus alrededores.

La entrega de este documento se realiza durante un emotivo acto donde podréis compartir vuestra experiencia con las de otros peregrinos, y así recordar las sensaciones vividas a lo largo del camino. Dicho encuentro se realiza cada segundo domingo de mes a las 19h en la cripta de la parroquia (con acceso por la calle Santa Clara, en el lateral de la iglesia). Podéis informaros en el tel. 91 548 08 24. Para algunos tal vez sea un buen colofón después de la experiencia, una vez ya de vuelta en casa.

Y bien, para aquellos que habéis leído esta introducción hasta el final y todavía no conocéis el Camino de Madrid ¿a qué esperáis para caminarlo? Francamente, pensamos que es una ruta atractiva y con mucho por descubrir. Esperamos que la presente guía-web os despierte el gusanillo y sea de ayuda en vuestras etapas.