Fue mi primer camino, y encontré absolutamente todo lo que pretendía encontrar. Naturaleza, amigos, techo, comida, paz, paz y paz, eso sí, hasta Melide. A partir de aquí, ya no es lo mismo. Las gentes de Asturias, impresionante. Siempre una sonrisa en sus caras, sonrisas que casi no contemplarás en Galicia, pues ya están hartos y acostumbrados al peregrino.
Si buscas un camino competitivo físicamente, tranquilo y bien equipado, este te garantiza las tres cosas.