Toulouse: Cultura y Monumentos
En su extenso casco antiguo, con sus edificios construidos en ladrillo vista, sobresalen tres iglesias: la catedral de Saint-Étienne, de extraña planta en la que se han ensamblado dos templos; la soberbia fábrica gótica de Les Jacobins; y, desde luego, la monumental y enorme basílica de Saint-Sernin, románica, que fue el templo de peregrinación más grande de su tiempo.
En el centro del conjunto histórico localizamos la siempre animada Place du Capitole, con multitud de cafés bajo sus arcadas y terrazas. La preside el Hôtel de Ville o Capitole, solemne palacio neoclásico diseñado por Guillaume Cammas en 1750. Su fachada tiene una longitud de 128 m, y en el cuerpo central ocho columnas pareadas de mármol rosa, símbolo de los ocho capitouls que gobernaban la ciudad hasta la Revolución. En el interior, de acceso libre, subimos por la gran escalera a las salas Gervais, Henri-Martin, de los Ilustres y del Consejo Municipal, todas ellas de finales del s. XIX. En la trasera se alza el donjon du Capitole (s. XVI), al que Viollet-le-Duc le colocó una extraña cubierta en pizarra de tipo flamenco. En él funciona la Oficina de Turismo.
El convento des Jacobins, así denominado por estar próximo a la desaparecida puerta Saint-Jacques, perteneció a los dominicos y acogió la primera Universidad. Su sorprendente iglesia gótica, concluida en 1340, está casi íntegramente construida en ladrillo, y posee una torre octogonal, con arcos en mitra, que se difundiría por la región en competencia con el modelo del campanario-muro. El interior, de dos naves, destaca especialmente por sus espectaculares bóvedas estrelladas la palmiforme de la cabecera, sostenidas únicamente por siete esbeltas columnas de gran altura. Anexo al templo está el claustro con la sala capitular, la capilla de Saint-Antonin y el gran refectorio, todo del s. XIV. Muy cerca del les Jacobins, en la rue Gambetta, el hôtel renacentista de Bernuy (1504) posee una elegante escalera octogonal con seis pisos de vanos.
En la céntrica Rue de Metz se sitúa otro gran convento de los s. XIV y XV, ahora Museé des Augustins; su colección destaca por la escultura procedente de los monasterios extinguidos, fondo que abarca hasta el s. XIX, y por la pinacoteca (del Gótico al s. XX).
Hacia Saint-Sernin se prolonga la Rue du Taur, que es la que preserva un aire más medieval. El toro al que alude fue al que el santo fue atado para martirizarlo, y en el lugar del martirio se alza la iglesia de Nôtre-Dame-du-Taur (s. XIV), con notable torre-muro rematada en pinchos, modelo para muchas de las que hemos visto los días anteriores. Junto a St-Sernin queda el Museé Saint-Raymond, de arqueología, que custodia un valioso fondo de escultura romana. Hacia el pont St-Pierre se suceden las iglesias de Saint-Pierre-des-Chartreux (s. XVII) y Saint-Pierre-des-Cuisines (1060), erigida sobre una necrópolis romana por los cluniacienses (auditorio).
De piedra y ladrillo el Pont Neuf, de 1632, se torna grácil por la presencia de decorativos aliviaderos. A su vera vemos el edificio de Bellas Artes y la iglesia de Notre-Dame-de-la-Daurade (s. XVIII), que según la tradición ocupa el lugar de un templo mariano del s. V; su Virgen Negra es muy venerada por el pueblo. Tras ellos encontramos el hôtel d’Assézat (Nicolas Bachelier, 1557), con tres pisos en los que se superponen los estilos clásicos. Es sede de la Fundación Bemberg, interesantísima colección privada con excelente pinacoteca (Cranach, Clouet, Tintoretto, Zurbarán, Patinir, Bonnard, Derain, Fantin-Latour, Pisarro, Monet, Degas, Picasso, etc), mobiliario, porcelana, esmaltes, orfebrería, escultura, etc.
Varios lugares de interés se localizan no lejos del río entre los puentes Neuf y Saint-Michel, así la iglesia de Nôtre-Dame-de-la-Dalbade (s. XVI), de nave única, que aparece rodeada por varias mansiones de los s. XVI al XVIII, entre ellas la de la orden de San Juan de Jerusalén, el palacio renacentista du Vieux-Raisin (1516), con sus vistosas cariátides a la italiana, o el Museé Paul-Dupuy de artes decorativas.
Hacia el Canal du Midi, que se conecta con el Garona a través del Canal de la Brienne (s. XVIII), se extiende una elegante trama de plazas, calles comerciales y arbolados bulevares en los que abundan los edificios de finales del s. XIX y principios del XX, muchos de ellos con sus ladrillos forrados para imitar la gran arquitectura parisina. Merecen nuestra atención el Jardín Real, el Parque Botánico y el Museo de Historia Natural, así como los monumentos a los Muertos de la Gran Guerra, al modo de un arco de triunfo, y a la Resistencia (allée Frédéric Mistral), sin olvidar el decimonónico halle aux Grains, convertido en auditorio, y la iglesia ecléctica de St-Aubin (s. XIX).
Al otro lado del Garona se extiende el barrio de Saint-Cyprien, en el pasado perteneciente a la Gascuña. En él cabe destacar el gran Hôtel-Dieu Saint-Jacques (s. XVII), donde se alojaron los peregrinos del pasado, que ahora alberga el Museo de la Medicina. A sus espaldas se alza la monumental cúpula de la Dôme de la Grave (s. XVIII), capilla de otro hospital. La producción artística contemporánea tiene cabida en Les Abattoirs, antiguo matadero, y en la galería del Château d’Eau (1822), con obras de los más grandes fotógrafos. El Camino pasa, poco después, ante la iglesia de St-Nicolas-de-la-Grave (s. XIV-XV), de torre octogonal como la de St-Sernin, y en su tímpano una Epifanía en el sentido de la marcha.
Basílica de Saint-Sernin
La basílica de Saint-Sernin acoge las reliquias del obispo mártir, evangelizador del Languedoc, y de otros muchos santos. Iniciado en 1075, mismo año que la catedral de Santiago de Compostela, fue consagrado en 1096; en la segunda mitad del s. XIX, Viollet-le-Duc le devolvió la pureza arquitectónica del medievo. La piedra domina en la cabecera, provista de cinco capillas absidales a las que sumar las que se abren al transepto, pero a medida que se prolongaron las naves cobró mayor protagonismo el ladrillo.
En el centro del crucero se levanta un singular cimborrio de planta octogonal con cinco pisos decrecientes: los tres inferiores del s. XII, los dos superiores del s. XIV, y la flecha del s. XV. La puerta Sur o Miègeville, por la que entraban los peregrinos, muestra en su tímpano la Ascensión de Cristo entre los ángeles, contemplada por los apóstoles desde el friso inferior; a ambos lados del arco figuran dos grandes relieves de Santiago y San Pedro. Capiteles, mochetas y tornalluvias también aparecen decorados con diferentes motivos, destacando la figura del rey David tocando la viola. La puerta de les Comtes, en el transepto sur, plasma los castigos que aguardan a los pecadores.
El interior muestra la característica planta de las iglesias de peregrinación, en este caso con una gran amplitud, pues consta de cinco naves, crucero de 64 m. con tres naves, y deambulatorio, alcanzando una longitud de 115 m. Bajo el baldaquino barroco aparece la tumba de Saint-Sernin, sostenida por cuatro toros dorados. A los peregrinos con credencial se nos permite acceder gratis al transepto y la cripta, donde se localiza el relicario.
El horario de apertura es, de julio a septiembre de 8:30 a 18:15 (hasta las 19:30 el domingo); el resto del año, de 8:30 a 11:45 (hasta las 12:30 en domingo) y de 14:00 a 17:45 (hasta las 19:30 el domingo).
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