Revelaciones Sobre el Santo Sudario de Oviedo

Si viviésemos en los s. XI-XII, época que siempre se tiene por dorada en la peregrinación jacobea, la noticia de que el Santo Sudario, custodiado en la catedral ovetense, pertenece al mismo conjunto que la Síndone de Turín constituiría un auténtico bombazo. La veneración de las reliquias, que por aquel entonces constituía una locura, podían encumbrar a un santuario que contase con alguna de las más deseadas, o sea, las relacionadas con la Vida y Pasión de Cristo, al top de los destinos devocionales de la Cristiandad. Con el tiempo esta furia por venerar y tocar reliquias se fue apagando, y con la Ilustración, el hipercriticismo y la Revolución Francesa, muchas de ellas acabaron siendo profanadas, acabando en la pira o en el lecho de algún río. Cuando la Iglesia católica promueve el renacimiento de las antiguas devociones, sometiendo algunos aspectos de las tradiciones a la probación científica, la arqueología, la medicina y otras disciplinas contribuyen a demostrar o refutar la base real de aquellas creencias sostenidas por la fe.

oviedo2.jpg

Catedral de San Salvador, Oviedo
Catedral de San Salvador, Oviedo

Entre las piezas más analizadas por los científicos, proceso que ha dado lugar a un sinfín de congresos, publicaciones y exposiciones, está la Sábana Santa de Turín. El deseo por saber algo de este sudario corporal está íntimamente ligado a una especie de morbo por hurgar en el eje central de la fe cristiana: la muerte y resurrección de Cristo. Los resultados han sido contradictorios, pues si bien por una parte se demostraron muchas de las cuestiones biológicas e históricas presentes en los evangelios, por otra, la prueba del carbono 14 ha fijado la fecha de la elaboración de la sábana a la Edad Media (1260-1390), reforzando la hipótesis de una falsificación en la primera mitad del siglo XIV. Se trataría de una impostura que, sin embargo, habría alcanzado una gran perfección si tenemos en cuenta los conocimientos y medios de aquel momento histórico, por lo que seguiría resultando difícil de explicar en todos sus atributos.

Aplicando el mismo método al Santo Sudario de Oviedo, sobre el que se ha utilizado además un microscopio de barrido electrónico de última generación, un reciente estudio médico-forense, realizado por un equipo interdisciplinar dirigido por Alfonso Sánchez, titular de la Universidad Católica San Antonio de Murcia y asesor del Centro Internacional de Sindonología de Turín, acaba de revelar algo muy notable: que este sudario, y la Santa Síndone, con toda probabilidad envolvieron el cuerpo de la misma persona. En efecto varias de las marcas de sangre y líquido pleurocpericardíaco, resultado de los daños producidos durante la flagelación (corona de espinas, latigazos, golpes) y crucifixión (lanzada), coinciden plenamente en una secuencia en la que primero se aplicó el sudario sobre el rostro y, posteriormente, la síndone o mortaja para envolver el cadáver.

Se resalta muy especialmente la herida del costado o lanzada de Longinos, de la que habla el evangelio de San Juan, apóstol que fue testigo directo de la muerte de Cristo (el mismo texto hace también referencia a sudario y mortaja). Por vez primera se identifica, en la esquina inferior izquierda de la tela, el que podría ser orificio de salida de la lanzada, también coincidente con el presente en Turín. Para llegar a los anteriores resultados fueron aplicados estudios comparativos antropométricos, anatómicos, criminalísticos y anatomo-patológicos, demostrando que el textil de ambos lienzos es similar (lino), la composición sanguínea también (grupo AB), la mancha en forma de mariposa resultado de haber cosido el lienzo a la cabellera otro tanto, y lo mismo cabría decir de las proporciones craneométricas o de la existencia de un grano de polen similar a los presentes en la síndone. Los estudios contribuirían a reforzar los presentados en 2015 por Juan Manuel Miñarro, profesor de escultura de la Universidad de Sevilla.

Si de la síndone de Turín nada se sabe antes de 1357, del sudario ovetense, que de acuerdo con la prueba del radiocarbono puede ser datado en torno al año 700, sería otra falsificación medieval, y su presencia en Oviedo encajaría en el programa desarrollado por el obispo Pelayo para consolidar el prestigio de la sede en el s. XI, del que también formaría parte la leyenda de las reliquias llegadas al arca santa, donde se custodiaba el sudario. Es así como Oviedo, en posesión de un excepcional relicario, se convierte durante el Medievo en el segundo gran centro de peregrinación, engarzado con el jacobeo, de España.

Los detractores de los ímprobos esfuerzos del Centro Español de Sindonología siempre acusan a sus miembros de anteponer sus creencias a los procedimientos científicos, mediatizando sus conclusiones a través de una lectura parcial o interesada que encaje en las tradiciones piadosas, base permanente de sus hipótesis. Por su parte, los defensores de la causa justifican sus conclusiones en la aplicación de un método científico, a la vez que ponen en entredicho la prueba del Carbono 14, poco fiable en vista de la disparidad de resultados entre distintos laboratorios, y que siempre puede fallar por culpa de factores externos como la contaminación o las restauraciones a que fueron sometidas las telas.

Verdad o mentira, ahora que estamos en plena Semana Santa, el sudario o “pañolón” de Oviedo puede ser venerado en la Cámara Santa por todos los que visiten su catedral. Por fortuna, los peregrinos del presente ya no incluyen entre sus preferencias el culto a las reliquias, por lo que el flujo por el Camino Norte y Primitivo no peligra, y otro tanto cabría decir sobre la tumba del apóstol Santiago. La conservación de la reliquia asturiana incluso puede adquirir un nuevo valor como reclamo, sobre todo si a alguien se le ocurres escribir una novela histórica de éxito con traslación al cine, circunstancia que podría situar a Oviedo de nuevo en el candelero. Basta que el autor introduzca el Sudario, conjuntamente con la Síndone y la tumba de Santiago, en una atractiva trama comercial de intriga, best seller asegurado. No digan que no damos ideas: ¡ánimo!

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador