Camino de Santiago: música para marcar el ritmo
En ocasiones, cuando hacemos el Camino vamos tarareando, canturreando o silbando alguna melodía para marcar el ritmo. A veces lo hacemos en modo repetitivo, como quien rezase un rosario acompañado de sus interminables letanías, centrándonos en el estribillo, o recitase un mantra. No sé qué pensaréis los lectores, pero a nosotros nos sirve para concentrarnos, anular la percepción temporal y avanzar con más energía y decisión, acompañando el ritmo con el puntero y acoplándolo a la marcha, especialmente en tramos solitarios, monótonos o especialmente cansinos.
Sabemos que muchos se llevan a la ruta su música, ahora con listas de reproducción programadas o automáticas, y que esto les ayuda a mejor sobrellevar las caminatas. Sin embargo, cada vez que nos encontramos a alguien abstraído en su mundo con los cascos, pensamos que se está perdiendo la banda sonora del Camino, que es un componente tan importante como el visual o el olfativo e incluye un poco de todo. Además, el aislamiento acústico puede constituir un peligro si llega repentinamente un vehículo, cuando no un compañero de ruta diciendo Buen Camino. En fin, es sabido que el síndrome del hikikomori también puede ser ambulante, cada uno establece las murallas que quiera para estar más a gusto consigo mismo, allá cada uno con su fiesta.
Volviendo al tema de la música, le hemos dado algunas vueltas para, con una selección muy personal, aunque aderezada con aportaciones de otras personas a las que pedimos consejo, elaborar una breve lista de 10 temas que nos parecen apropiados para tararear en la ruta. Ninguno de ellos tiene absolutamente nada que ver con las melodías del Códice Calixtino, el Ultreia de J-C. Bénazet o las composiciones de Maldonado, y tampoco con otros himnos vinculados a lo jacobeo. Todo lo contrario, se trata sobre todo de melodías fáciles de recordar, repetitivas en su estructura, con un ritmo apropiado para la marcha según a qué velocidad.
Vamos allá, y que nadie se asuste, porque hay un poco de todo como en botica:
1. El Bolero de Ravel. No se podrá decir que esta célebre composición del francés Maurice Ravel (1875-1937), inspirada en unas danzas españolas del siglo XVII, no resulta propicia para avanzar pausada y plácidamente, aumentando paso a paso la energía, siempre de menos a más, por un paisaje rural o natural de cualquier camino jacobeo. Ritmo y tiempo invariable, que luego reiteraría Mike Oldfield en su Tubular Bells o, en menor medida, también The Beatles o Prince en sus brillantes y respectivos finales de Hey Jude o de Purple Rain. Además nos aproximamos al centenario de su estreno (1928), motivo de más para rendirle un homenaje. Tanto nos gusta el Bolero que si de nosotros dependiese la declararíamos banda sonora oficial del Camino de Santiago, ¡toma ya!
2. Ya que nos hemos metido a críticos musicales sin causa, ahora vamos a romper los esquemas del respetable, porque ya pasada la Semana Santa se nos ocurre que una buena marcha procesional también puede resultar idónea para el Camino. En cierto modo, el peregrino es como un costalero que carga el paso o trono, cierto que con amplia visión del recorrido y sin jefe de cuadrilla gritando consignas, pero un cargador al fin y al cabo. La melodía que más nos seduce es Nuestro Padre Jesús, obra del compositor toledano Emilio Cebrián Ruíz (1900-1943), autor de otras marchas que se siguen tocando para acompañar los pasos, sobre todo en el sur de España. La pieza fue estrenada en 1935, estaba dedicada al Nazareno «el Abuelo» de Jaén y entre los especialistas está considerada como una de las mejores marchas jamás compuestas. Reconocemos que para el Camino es preciso, salvo que el tramo sea cuesta arriba (entonces perfecta), recurrir a una versión con algo más de velocidad.
3. Cambio de tercio y ahora nos vamos a los 80, esa época rompedora, un tanto alocada y también dorada de la música española durante la Movida, con una canción sin duda icónica y muy apropiada para viajar hacia un lugar alternativo. Nos referimos a Camino Soria (Gabinete Caligari, 1987). Ayudan la letra, inspirada en los poemas de Bécquer y Antonio Machado, que nos hará meditar (en su origen, según confesó Jaime Urrutia, está un desengaño amoroso), y también la reiterativa melodía. Una canción que acabó convirtiéndose en un himno generacional y que sirve para caminar sin prisa, quizá balanceándonos un poco al final cuando entran los instrumentos de viento con potencia. Fantástica, es obvio, para recorrer la Meseta.
4. Si de lo que se trata es de dejarse llevar por el itinerario lenta y dulcemente, nada mejor, a que ya lo adivináis, que el Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee (2017). Poco hay que comentar de un tema que llegó a número 1 de las listas internacionales, y si cambiamos Tijuana por Compostela, y la persona a la que está dirigida por el propio Camino, está todo hecho y dicho, incluido el «¡sube, sube, sube!» para cuando toque. «Pasito a pasito, suave suavecito…» (aquí sí que se nos irá la cadera a derecha e izquierda, e incluso con la tentación de un giro completo, por lo que se recomienda fehacientemente seguir la línea recta al frente).
5. Nos metemos ahora en velocidad discotequera y electrónica con The Communards (habíamos también pensado, plan B, en The Pet Shop Boys), acelerando la marcha a ritmo de crucero con su Don’t Leave me This Way (1986). En realidad la canción fue compuesta por K. Gamble, L. Huff y C. Gilbert once años antes, pero el éxito llegó con la versión del dúo británico, a la que se sumó Sarah Jane Morris. Aunque el argumento nada tiene que ver con el Camino pese a las apariencias, sino con un nuevo relato del desamor, nos parece muy apta, si no hacemos mucho caso a la letra, para una recarga energética devorando millas. ¿No creéis?
6. Ahora nos decantamos por una pachanga facilona de la música pop transalpina, una canción que te engancha a la primera y tiene suficiente fuerza para impulsarte. Podría ser cualquier otra, pero hemos elegido el Gloria de Umberto Tozzi (1979), mejor en su original italiana, aunque tampoco desmerece en castellano (aquí también alcanzó el número 1 en las listas). Asimismo es indiscutible que tiene una gran fuerza la versión en inglés de Laura Branigan (1982), de gran calidad; ahí lo dejamos para gustos. Para proseguir a muy buen ritmo.
7. Un grupo que nos encanta es Coldplay, del que elegimos por el optimismo que derrocha Paradise (2011). ¿Acaso no avanzamos también nosotros, en un remedo utópico y contracorriente, hacia una meta viviendo una especie de Paraíso? Un elefante que huye de un zoológico en monociclo es lo más parecido a un humano con mochila que sigue la ruta del sol hacia poniente, el viaje a la tierra de los sueños. «In the night, the stormy night, away she’d fly». Nos ponemos poéticos, no lo podemos remediar al escucharla, pero también nos valdrían Viva la Vida o el Hymn For The Weekend (esta mejor para una peregrinación por el Ganges).
8. La que sigue es una apuesta muy personal y quizá poco conocida, pero he de reconocer que adoraba la fuerza de esta portuguesa, Nelly Furtado, y su tema All Good Things (2006), uno de los más conocidos y reproducidos de su disco Loose y de su repertorio. Es una canción con un estribillo potente y fácil de aprender, que tiene la virtud de impulsarnos levemente, como empujados por la brisa, y llenarnos de melancolía cuando alcancemos la meta: ¿por qué todas las cosas buenas llegan a su fin? La gran pregunta.
9. Y ahora, por sugerencia de una querida peregrina, el camino de las Baldosas Amarillas. Viene siendo el nuestro, el de las flechas del mismo color, en un cuento infantil de Baum que adquirió gran popularidad a través de una película musical, todo un clásico, interpretado en 1939 por Judy Garland y Frank Morgan, entre otros. El Mago de Oz, por supuesto. No es nuestro estilo, pero…, parece que encaja. ¿No creéis?
10. Para acabar teníamos dudas, pensábamos en bandas sonoras elegidas para la Vuelta Ciclista a España, todas ellas muy marchosas, destinadas a los del pedal: en una concesión al pasado recordamos el Born to Be Alive de Patrick Hernandez (1979) o la electrónica e imparable Me estoy volviendo loco de Azul y Negro (1982), pero al final hemos regresado al presente y, entre Con la luna llena, de Melendi, y Día cero, de la Oreja de Van Gogh, nos hemos quedado con esta última, sobre todo por si llueve.
¿Cuál es vuestra música para el Camino?
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