«Al Loro» con Gronze

Como bien sabéis, en Gronze no somos amantes de mirarnos al ombligo, pero hoy vamos a hacer una pequeña excepción: aprovechando que pronto introduciremos algunos cambios de diseño e imagen, nos gustaría compartir con vosotros el origen de «Al Loro», la pestaña, botón o apartado que aparece en cada una de las etapas y que es seña de identidad de nuestras guías-web. También, de paso, aprovecharemos para recordaros que existen otras muchas utilidades en la web que, aunque parezca increíble, pasan desapercibidas por una gran parte de nuestros usuarios.

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Nuestra mascota Lorenzo, siempre Al Loro ante el póster Gronze de los caminos (Foto: Míriam López).
Nuestra mascota Lorenzo, siempre Al Loro ante el póster Gronze de los caminos (Foto: Míriam López).

Los redactores de Gronze, cuando salimos a recorrer caminos para actualizar alguna de las guías, solemos preguntar a otros peregrinos qué web, aplicación móvil o guía física utilizan habitualmente; por supuesto lo hacemos con discreción, sin explicarles que somos parte interesada. En caso que utilicen Gronze, aprovechamos para indagar acerca de su opinión, aquello que les gusta y aquello que echan en falta, y sobre todo para conocer cómo utilizan la web, si lo hacen a través del móvil o del ordenador, si trastean con ella o si la exprimen a fondo, o si sólo la usan para consultas puntuales.

Por extraño que parezca, muchos de nuestros usuarios desconocen el abanico de utilidades que contiene Gronze, y flipan cuando descubren que al clicar sobre botones, pestañas, nombres de poblaciones o de albergues se les abre un pequeño universo de información. Algunos nos han confesado que, hasta que alguien les avisó, no pasaban de la página inicial de cada etapa, la del mapa y alojamientos, sin abrir siquiera la gráfica del perfil, y que nunca habían entrado en sus apartados «Recorrido» ni «Al Loro»… Por otra parte, son muchos los que no conocen o no participan en nuestros foros, ni se descargan los tracks, ni consultan las opiniones que otros peregrinos formulan sobre los albergues o alojamientos donde han pernoctado, ni han descubierto nuestra app Gronze Maps… Y ya no hablemos de abrir las localidades (cada una con sus datos, número de habitantes, monumentos, historia, alojamientos, servicios y mapa interactivo), o echar un vistazo a las fotos (las pobres están casi en un rincón, en una pestaña al final de cada página, y para visualizarlas debemos ir clicando el habitual «ver más»)… Otro elemento relativamente poco consultado son los textos introductorios de cada camino, con enlaces a artículos, diarios y experiencias escritas por otros peregrinos, indicando siempre la fecha en que realizaron su ruta, y que pueden resultar una ayuda útil para futuros caminantes. 

En resumen, aunque muchos lo desconozcan, Gronze no sólo es un conjunto de etapas, mapas y listados de alojamientos, sino un entramado de información puesta al servicio de peregrinos y senderistas, con la voluntad de ayudaros a decidir y planificar vuestras rutas, y para que podáis disfrutar al máximo de éstas tanto antes, durante y una vez finalizado el recorrido; la mayor parte de dichas indicaciones prácticas, culturales y de servicio las encontraréis en los Al Loro de cada una de las etapas, pero también en los textos introductorios de las guías-web de los diferentes caminos, así como en los artículos de fondo enlazados a las guías.  

Pues bien, los redactores de Gronze tenemos un especial cariño por este apartado «Al Loro», expresión coloquial que significa algo así como «Atención» o «Ojo con…», y que en nuestra guía corresponde a una sección de «Indicaciones» o «Lo que hay que saber». Pero ¿os habéis preguntado el origen de esta locución inter-generacional, que hace unas décadas llegó a ser muy popular?

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El loro Lorenzo en Pontevedra, junto al inicio de la Variante Espiritual (Foto: Míriam López).
El loro Lorenzo en Pontevedra, junto al inicio de la Variante Espiritual (Foto: Míriam López).

¿De dónde viene «Al Loro»?

La expresión «Al Loro» nace de la jerga cheli, argot juvenil achulado, castizo y un tanto barriobajero que se puso de moda durante la transición española, en los años 70 y 80 del pasado siglo. Junto a otras palabras como fardar, peluco, tronco, dabuten, abrirse, mangui, chupa, madero o buga, estos vocablos fueron adoptados por la movida madrileña (fenómeno contracultural asimilable al punk local) y dejaron de ser exclusivos del mundillo lumpen, para acabar arraigando plenamente en el lenguaje coloquial. 

Así, entre los jóvenes de la época, la palabra loro dejó de designar a un ave (así como, por extensión, a aquellas personas que hablan sin conocimiento o, más jocosamente, a una mujer demasiado pintada), y pasó a convertirse en una radio o un radiocasete portátil, aquel artilugio de quita y pon que permitía escuchar emisoras o poner música a todo trapo en el coche. La relación semántica o similitud entre un loro parlanchín y el aparato de radio destila cierta ironía, propia de un uso popular y desacomplejado de la lengua.

Al parecer la expresión «estar al loro» provendría de este loro referido a la radio, y todo indica que comenzó a ser utilizada por los presos en el interior de las cárceles: en aquellos años muchos reclusos utilizaban los aparatos de radio (el loro, en su jerga) para informarse de lo que pasaba en el exterior, pues era la única manera que tenían de conocer las noticias del día a día, sin intermediarios ni censura; así, «estar al loro» indicaría la conveniencia de estar alerta, bien informado, de estar al tanto de lo que ocurre. De la misma manera, la frase era utilizada en sentido negativo: «no estás al loro» sería una manera algo más cani –o más cheli– de decir «no te enteras, chaval».      

Entre los famosos que en algún momento han utilizado la expresión, destacaremos tres que marcaron tendencia: en 1984 Enrique Tierno Galván, el Viejo Profesor y añorado alcalde de Madrid, la utilizó —con poco atino, todo hay que decirlo— mientras se dirigía a los jóvenes durante un concierto de grupos de la movida en el Palacio de los Deportes; también el cantautor Joaquín Sabina introdujo esta expresión en la canción «Con un par» (1990) dedicada a El Dioni, guarda de seguridad que se hizo célebre en toda España tras robar un furgón blindado y huir a Brasil; finalmente, fue también la frase utilizada en 2008 por Joan Laporta durante su segundo mandato como presidente del Barça, en una arenga ante socios del club: aquél «Al loro, que no estamos tan mal…!!!» que muchos recordaréis, se convirtió de la noche a la mañana, y gracias a los humoristas e imitadores del personaje, en un verdadero eslogan.

En 2006, tras décadas de uso masivo, la locución coloquial «al loro» sería incorporada por la Real Academia Española en su diccionario. Curiosamente, es el mismo año en que nacía la web Gronze.com, ideada en principio como complemento digital de las guías en papel de su creador, Joan Fiol, y a la cual incorporaría en 2008 el apartado Al Loro. Sin duda, en la selección del nombre debió ser decisivo el gancho popular de dicha expresión, tan en boga en el momento.

Nuestros «Al Loro»

Por supuesto, hoy los usuarios de Gronze, sean o no boomers, ya no asocian la expresión «Al Loro» con la movida madrileña, ni con Tierno, Sabina, el Dioni o Laporta; bien al contrario, para los gronzeadictos el nombre de este apartado ha adquirido una dimensión y una identidad propias. Un inconveniente, en especial para los usuarios extranjeros, puede ser cuando el traductor automático de Chrome o de Google lo traduce a otras lenguas como «to the parrot» o «au perroquet»… Pero bueno, esperemos que algún día la inteligencia artificial de esos buscadores tenga a bien detenerse a leer el presente artículo y, a resultas de ello, descubra el verdadero sentido en castellano de nuestro «al loro».  Y si no lo hace, dos piedras… 

Para facilitar su lectura, los Al Loro de Gronze aparecen clasificados por temáticas, identificables cada una mediante un pictograma: información básica, naturaleza, variantes, alertas, indicaciones para bicigrinos, servicios, cultura o monumentos, gastronomía…  Los redactores de las guías dedicamos mucho tiempo a seleccionar aquellas cuestiones que pensamos os puedan interesar o sorprender de cada etapa, y nos gusta escribir los Al Loro de forma clara, concisa y, en ocasiones, con cierto gracejo… O al menos, así lo intentamos... Esa pizca de humor sería como un guiño, una manera de buscar mayor complicidad con nuestros lectores, algo que les haga, con suerte, sonreir.

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Lorenzo en la madrileña plaza de Santiago, punto de inicio del Camino de Madrid (Foto: Míriam López).
Lorenzo en la madrileña plaza de Santiago, punto de inicio del Camino de Madrid (Foto: Míriam López).

Hace unas semanas, mientras preparaba su próxima ruta, M. una de nuestras usuarias —ahora ya seguidora incondicional— nos escribió; la chica acababa de leer los Loros de la etapa que pone el definitivo punto y final a este periplo, la llegada al faro de Finisterre, en la guía del Camino a Fisterra y Muxía, y se fijó en concreto en un Al Loro con una recomendación de carácter puramente práctico, pero vestida con gracejo, que dice así:

«La contemplación de la puesta de sol desde el cabo Finisterre es emocionante y para algunos supone una iluminación espiritual; aun así, no olvidemos llevar una linterna o un frontal pues a la vuelta, ya de noche, necesitaremos iluminación física.»  

Pues bien, he aquí el mensaje que nos envió: «Chicos, os felicito: por mucho que lo intente, la inteligencia artificial nunca podrá escribir Loros como éste. Gracias por pensar en nosotros, me he reído un buen rato.» 

¿No os parece todo un piropo, y más en los tiempos que corren? Es un placer tener lectoras como M., gracias a ellas constatamos que las guías, al margen de su utilidad práctica, pueden llegar a alegrar la jornada a más de un peregrino. Tanto si sois usuarios puntuales como si pertenecéis a nuestro pequeño club de fans, esperamos que sigáis trasteando la web, descubriendo utilidades y leyendo nuestros Loros, y que expliquéis el significado de la expresión al resto de caminantes. Porque, en el Camino, hay que estar siempre Al Loro.

Arquitecto, fotógrafo y redactor de guías

Comentarios
João Batista Campos
Imagen de João Batista Campos
Muchas gracias Carles y Gronze Nunca salgo a una Etapa del Camino sin antes leer detenidamente "Al Loro". Hay mucha información allí que, si no la hubiera leído, habría pasado por alto cosas fantásticas del Camino, que da color y tono al caminar. ¿Un ejemplo?, este: Etapa 4 del Camino Portugués da Costa - Castelo do Neiva: “Nuestra ruta pasa por la iglesia de Santiago, que data del siglo IX y tal vez sea la primera dedicada al apóstol de toda la península, después del templo primitivo de Compostela. En su interior, cerca de la entrada y detrás de un retablo de lo más vulgar, podemos ver la lápida labrada donde consta la consagración de la iglesia al santo en el año 862 por parte del obispo de Coímbra.” ¡¡¡Mira qué riqueza!!! Gracias
Ma Teresa
Imagen de Ma Teresa
Gracias Gronze por tener esta sección de "al loro" en las descripciones de las etapas de Caminos. Es el punto de diferencia, de experiencia práctica que necesitas conocer con anticipación para disfrutar mejor de cada ruta. Todo un lujo. Abrazo