Un nuevo servicio de barcas-taxi permite enlazar Caminha (Portugal) con A Guarda (España)

El servicio del ferry luso Santa Rita de Cássia, condenado a desaparecer tras la construcción del puente de Vila Nova de Cerveira-Goián, se había transformado en una estampa romántica, propia de un tiempo pasado, que en gran medida había subsistido con la renovada presencia de los peregrinos. Víctima indirecta del Covid, por un momento parecía que actuaban oscuros intereses, entre ellos los de quienes han delimitado el itinerario en Portugal, por cierto y en lo que atañe al paso del río que hace de frontera en base a rigurosos criterios históricos. Al llegar a Caminha, de hecho, no había más remedio que remontar la orilla meridional del Miño, por el camino balizado o por la ecovía de los ciclistas, hasta Valença. Se había puesto difícil alcanzar A Guarda y proseguir por Oia, Baiona y Vigo hasta Redondela…

Sin embargo, porque en este mundo en que vivimos toda demanda acaba siendo satisfecha si es permanente y consistente, el vacío del ferry ha sido cubierto desde 2022 con barcas-taxi como la denominada Xacobeo Transfer, promovido por Turismo de Galicia. Su capacidad, tan solo 7 plazas, es mucho menor que la del ferry (40 asientos), y como consecuencia el precio bastante más elevado, de los 1,50 € a 6 € para los peregrinos de a pie, 2 € más si se carga una bici. Eso sí, la velocidad mayor, ya que la travesía se ha reducido a 5 minutos (en el ferry eran 20). El servicio, sometido al flujo de las mareas (esto no ha cambiado), se prolonga a diario de 8:30 a 19:30, con partida cada hora de Caminha.

La iniciativa ha tenido réplica automática en la orilla lusa, y los barco-taxis se han convertido en un rentable servicio para que crucen el Miño no solo los peregrinos, sino también turistas de uno y otro lado, que así disfrutan de una experiencia singular, e incluso pueden parar en la isla de A Insua. El Xacobeo Transfer conviene reservarlo, pero en las barcas portuguesas se sube a demanda, siempre al precio fijado de 6 €, a cualquier hora.

No hemos probado aún esta nueva modalidad de transporte fluvial, pero estamos persuadidos de que echaremos de menos la plácida travesía que proporcionaba el viejo ferry, en el que además contábamos con la protección de Santa Rita, la cual, nada mejor para un peregrino, es patrona de lo imposible.