La muerte en Finisterre

El Cabo de Finisterre mantiene, desde tiempos remotos, una profunda vinculación con el concepto de muerte en sus distintas connotaciones. La “muerte” del sol en su horizonte asombró, por su misterio, en los tiempos en que Finisterre era el “fin de la tierra”, cuando esta se creía plana. Y sigue asombrando hoy por su belleza. La muerte de miles de navegantes en los numerosos naufragios de los que han sido testigos sus costas. Y la muerte de numerosas personas en su costa rocosa o en sus playas, sorprendidas por las mareas, corrientes marinas o golpes de mar. Y en una de estas playas falleció a finales de agosto un peregrino.

Como ya ocurrió hace dos años, un joven peregrino ha muerto en Finisterre al final de su Camino de Santiago. Giulio, de 26 años y de nacionalidad italiana, desapareció en la playa de Mar de Fora cuando se bañaba con tres amigos. Los cuatro tuvieron dificultades para regresar a la orilla, un particular alertó de la situación con una llamada al 112 y una dotación de Salvamento Marítimo logró rescatar a los otros tres. La playa es preciosa, pero parece ser que está prohibido el baño al tratarse de un arenal peligroso y que no cuenta con vigilancia.

A las personas que vivimos en la costa mediterránea es más fácil que nos pueda sorprender la silenciosa marea, a la no estamos acostumbrados, o la terrible fuerza de la corrientes marinas, incluso con el mar en calma, habituales en las costas atlánticas. Por supuesto, en Finisterre y en toda la Costa da Morte hay playas aptas para el baño, pero conviene evitar las que no lo son y también acercarse al mar en las costas rocosas.

Siguiendo con las desgracias, en el otro extremo del camino, en la etapa de Saint Jean Pied de Port a Roncesvalles, donde los rescates de peregrinos superan el centenar cada año, también murió el 10 de julio otro peregrino italiano de 31 años (y más de 130 kilos de peso), en este caso a causa de un golpe de calor.