Etapa 9A: Quéntar - Granada | Al Loro

Distancia: 
16,8 km
Duración: 
4 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
4

La etapa comienza con un tramo precioso entre Quéntar y Dúdar, continúa con una cuesta durísima y finaliza con el inolvidable recorrido de entrada a Granada a lo largo del valle del Darro, bordeando los barrios del Sacromonte y del Albaicín, con el Generalife y los palacios de la Alhambra justo enfrente al otro lado del río.

Durante la subida después de Dúdar descubriremos los restos de un enorme acueducto conocido como Canal de los Franceses, obra de ingeniería hidráulica ejecutada a finales del siglo XIX por técnicos de esta nacionalidad con el objetivo de llevar agua a las explotaciones auríferas del río Darro.

Destacamos la bajada a lo largo del encajonado valle del río Darro, entre una vegetación frondosa y acunados por el rumor constante del correr del agua. Sin embargo, el éxtasis visual de la jornada será cuando de repente aparezcan ante nosotros la colina de la Sabika y la silueta de los palacios nazaríes de la Alhambra.

Antes de entrar en la ciudad cabe la posibilidad de subir a la abadía del Sacromonte, bello mirador sobre el valle, los jardines del Generalife y la Alhambra. Se accede por una cuesta con fuerte pendiente que arranca desde un gran arco rematado por la estrella de David, situado a pie del camino. En la abadía reposan los restos de San Cecilio, primer obispo de Granada, patrón de la ciudad y considerado uno de los Siete Varones Apostólicos.

INFO Y CULTURA DE GRANADA:

La ciudad es una de las más bellas de España y alberga monumentos que no nos podemos perder. Nuestra recomendación, si todavía no la conocéis, sería dedicarle una estancia de un par de días. Pensad que sólo la visita a la Alhambra y el Generalife exigirá, como mínimo, una mañana completa.

Seguro que os suenan estos versos: “Dale limosna, mujer, / que no hay en la vida nada / como la pena de ser / ciego en Granada”. Los escribió el poeta y diplomático mexicano Francisco de Asís de Icaza (1863-1925), y se han convertido en el mejor piropo dedicado a la ciudad.

Su nombre en época íbera y romana era Ilíberis. El nombre actual aparece  en el topónimo Hisn Garnata –el castillo del granado– que se refiere al fruto de dicho árbol (del latín granatum, formado por granos). La imagen de la granada se convirtió en el símbolo de la ciudad, apareciendo en su escudo y todas las placas de las calles. Pero existe otra teoría menos conocida que defiende que derivaría del árabe gar-anat, que significa colina de los peregrinos.

La ciudad histórica ocupa un valle encajonado entre dos colinas, lo que ha propiciado que haya más de 50 miradores. Sentarse a contemplar el atardecer desde alguno de ellos, frente a las torres de la Alhambra y con Sierra Nevada al fondo, resulta una experiencia inolvidable. En el Albaicín tenemos el mirador de San Nicolás, que es el más conocido, pero también hay bellísimas vistas desde la placeta de Carvajales, la plaza de la Victoria o el convento de la Concepción; seguramente el más romántico sea el Carmen de los Mártires, y el menos frecuentado el mirador de la Churra. También hay una buena panorámica desde la abadía del Sacromonte, junto al camino de entrada a la ciudad.

La Alhambra, así como el Generalife, la Alcazaba y el Palacio de Carlos V, están en lo alto del cerro de la Sabika; el nombre viene del árabe al-Hamrá, que significa la roja. Se accede a pie por diferentes cuestas, todas ellas muy empinadas, o mediante minibuses desde el centro. Las visitas están limitadas a 6.600 personas al día, y el acceso a los Palacios Nazaríes –con el famoso patio de los Leones y el de los Arrayanes– se realiza según horas asignadas, por lo que es mejor reservar previamente. También hay visitas nocturnas (de martes a sábado en verano, y los viernes y sábados en invierno). Más info: Alhambra y Generalife.

El gran compositor Manuel de Falla (1876-1946) recreó los jardines del Generalife en su obra Noches en los jardines de España, una partitura para piano y orquesta, la más impresionista del maestro gaditano. Otro músico insigne, el guitarrista Francisco Tárrega (1852-1909), compuso en 1896 Recuerdos de la Alhambra, obra cumbre de su carrera.

En la ciudad hay tres barrios muy pintorescos: el Sacromonte, célebre arrabal de los gitanos, con las cuevas donde vivían y que ahora acogen un sinnúmero de tablaos flamencos para turistas; el Albaicín, que corresponde a la ciudad árabe de calles estrechas y empinadas, con magníficos miradores, y el Realejo, sede de la antigua judería y su sinagoga. El camino de entrada a la ciudad gira ante la morisca Casa del Chapiz, sigue el curso del río Darro por el paseo de los Tristes, y pasa junto al Bañuelo (baños árabes del siglo XI) y la Casa de los Pisa.

Una placa en el número 9 de la Cuesta de San Gregorio, en el corazón del barrio del Albaicín, nos recuerda que allí nació el mítico cantaor Enrique Morente (1942-2010), gran renovador del flamenco.

En el centro podemos visitar el Corral del Carbón, antigua posada del siglo XIV donde se hospedaban los mercaderes medievales y sus caravanas; cuenta con un patio porticado al estilo de los caravansar de la Ruta de la Seda, y que en el siglo XVI se utilizó como corral de comedias. La visita es gratuita, todos los días de 9:00 a 20:00.

Aquí no se come, se tapea. En Granada las tapas son de vicio, tanto en calidad como en cantidad, y se sirven siempre gratis con cada bebida que pides. Los bares se abarrotan en las horas punta, por lo que resulta toda una odisea conseguir un rinconcito en la barra. La primera consumición va con una tapa, la segunda con otra diferente… También es habitual ir de ronda por bares, probando la especialidad de cada uno, si bien después de un par de vinos o cañas de cerveza –y sus correspondientes tapas– seguro que quedáis más que servidos.

En invierno se prepara el remojón granadino, una ensalada de origen árabe a base de rodajas de naranja, bacalao desmigado, huevo duro, aros de cebolleta y aceitunas negras. También son tradicionales la olla de San Antón, el choto al ajillo y la tortilla del Sacromonte, que se hace con menudillos, sesos y criadillas de cordero.