Etapa 8A: La Peza - Quéntar | Al Loro

Distancia: 
27,1 km
Duración: 
8 h
Dificultad: 
4
Paisaje: 
4

La de hoy es una etapa para enmarcar, bellísima y solitaria, sin duda la más montañera de todo el Camino Mozárabe. Aunque los paisajes sean muy diferentes, este etapón no tiene nada que envidiar respecto a las célebres etapas reinas de otras rutas jacobeas (O Cebreiro en el Camino Francés, Hospitales en el Camino Primitivo, etc.).

Estamos ante una etapa que discurre por lugares solitarios y a una altura considerable, donde en invierno bajan mucho las temperaturas. Ante la posibilidad de nevadas o ventisca, es necesario ir bien equipados y consultar la previsión meteorológica el día antes.

No hallaremos pueblos ni servicios intermedios durante la jornada, salvo que nos desviemos a Tocón de Quéntar, pueblecito que queda a 1,3 km del camino. Hoy más que nunca convendrá salir temprano, llevar agua suficiente y algo para comer durante el recorrido.

La etapa es casi toda ella ciclable en BTT; desde el desfiladero de la Gitana hasta el puerto los Blancares las bicis aprovecharán el asfalto de la carretera local. Lo más duro será la bajada del collado de Puerto Blanco hacia Quéntar, un descenso abrupto por la Cuesta del Cortijo de la Plata, con mucha piedra; aquí vimos accidentarse a un ciclista en su BTT. Si no lo veis claro, lo mejor será bajarse de la bici en los puntos más críticos y no arriesgarse.

El lugar más fascinante del recorrido es el collado de Puerto Blanco, techo del Camino Mozárabe a 1.420 metros de altitud, un paisaje insólito de aspecto lunar que corresponde a una antigua cantera de extracción de áridos, cuyo intenso color blanco destaca ante el azul del cielo… siempre que el día sea soleado, of course.

Aquellos que prefieran partir la jornada tienen la opción de desviarse a Tocón de Quéntar, pueblo minúsculo situado en el ecuador de la etapa, a 1,3 km del camino, y que cuenta con un pequeño bar-restaurante (cierra los lunes) y un albergue de peregrinos; tanto el desvío como el recorrido hasta el pueblo están perfectamente señalizados.

El pueblecito, de apenas 80 habitantes, carece de cobertura móvil (o está limitada a ciertas compañías), por lo cual quien decida pernoctar en el albergue deberá solicitar con antelación el código de acceso a la Asociación de Almería-Guadix.

Su centro histórico presenta las típicas calles estrechas y empinadas de los pueblos de montaña de origen andalusí, muy similar a los de la región del Atlas en Marruecos. Los edificios se adaptan a la pendiente entre un laberinto de escalinatas, callejones, patios interiores, rincones con pozos, fuentes y emparrados, formando un conjunto anárquico pero muy fotogénico.

No os podéis perder la minúscula tienda y horno de pan ecológico que se esconde en un patio recóndito al que se accede por el callejón de las Campanas, justo detrás de la iglesia, en pleno casco histórico. El negocio, cien por cien femenino, está regentado por tres mujeres del pueblo y se llama Panaderas de Al-Qantar. También tienen tartas, dulces y empanadas, todo hecho en su obrador.

La gastronomía del municipio es fiel reflejo de los productos que se cultivan en estas tierras, tales como almendras, aceitunas y cerezas. Entre las carnes, son típicos los platos con productos de la matanza, acompañados siempre con frutos secos, como sería el lomo con castañas y ciruelas. También pueden encontrarse kakis, níspolas, azufaifas y por supuesto granadas, fruto de un árbol al que nos referiremos en la etapa siguiente.