Etapa 11: Belorado - San Juan de Ortega | Al Loro

Distancia: 
23,9 km
Duración: 
5 h 30 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

La etapa de hoy se divide en dos partes: la primera, hasta Villafranca Montes de Oca, sigue la misma pauta que la de ayer, cruzando pequeños pueblos con servicios, siguiendo el eje de la N-120; la segunda es una larga y solitaria travesía por los Montes de Oca.

En los tres primeros kilómetros de la travesía de los Montes de Oca pasamos de los 945 metros de altitud de Villafranca Montes de Oca a los 1.150 metros; el ascenso es fuerte al inicio, pero progresivamente se va moderando. Luego, excepto un fuerte y corto repecho para salvar un barranco, llaneamos por anchas pista de tierra, hasta el suave descenso final a San Juan de Ortega.

En todas las localidades de la etapa hay servicios de restauración, aunque su oferta es limitada. La larga distancia por los Montes de Oca (12 km) sin más servicios que una fuente, ha dado lugar a que proliferen los chiringuitos oportunistas, dos a pie de ruta: el primero tras la Fuente de Mojapán; el segundo, titulado Oasis del Camino, más próximo a San Juan de Ortega. Sobre la única fuente de este largo tramo, a 1,6 km de Villafranca Montes de Oca, su agua no está tratada, por lo tanto no es potable según los actuales criterios sanitarios, aunque los parroquianos la beben.

Si bien la primera cuesta por los Montes de Oca, aún en Villafranca, puede dejar sin aliento a alguno, de ningún modo es aconsejable optar por la N-120, carretera muy peligrosa y repleta —hasta que se acabe la autovía— de tráfico pesado. Un suicidio.

A la salida de Belorado, justo antes de cruzar el río Tirón, disponemos de una gran área arbolada con mesas para hacer picnic. Es una de las mejores del Camino.

Del mismo modo que Grañón, el albergue parroquial destaca por su sencilla acogida fraternal, realzada por el carisma de José Luis Antón, su veterano hospitalero.

Desde el Camino se contempla, encajada en el cerro de yeso de los Arancones, la ermita rupestre de Nuestra Señora de la Peña (s. XVII). Si os quedáis a dormir en la localidad, por la tarde se suelen realizar visitas al interior.

En la parte más elevada de la población se alza el que fue hospital de San Antón, hoy convertido en hotel-albergue y restaurante. Fundado por la reina doña Juana, esposa de Enrique II de Trastámara (s. XIV), en su día fue uno de los que ofrecían mejores condiciones, y raciones sin que faltase el vino, a los peregrinos.

Sigue en funcionamiento el humilde e histórico albergue parroquial, famoso por las sopas de ajo que sirven después de la misa y antes de la cena. A su cargo estuve, durante décadas, el párroco José María Alonso.

El monasterio de San Juan de Ortega, construido por el santo —discípulo de Santo Domingo de la Calzada— en el siglo XII para dar cobertura a los peregrinos, se compone de la iglesia románica (que resguarda el sepulcro), la capilla de San Nicolás de Bari y el claustro de los Jerónimos.

En el interior de la iglesia se produce, dos días al año, en los equinoccios, el llamado Milagro de la Luz: el sol ilumina durante diez minutos el capitel que representa la escena de la Anunciación. Hay quien no duda en afirmar que en esta pequeña aldea fluye con fuerza la energía telúrica…

En la provincia de Burgos destacan la morcilla y el queso fresco, productos que han traspasado fronteras. La morcilla se elabora con cebolla, sangre de cerdo, manteca, arroz y especias, y luego se fríe. El queso fresco de Burgos, producto de reputación en la cocina saludable y de bajo aporte calórico, se utiliza principalmente en la elaboración de ensaladas y postres.