Etapa 10: Santo Domingo de la Calzada - Belorado | Al Loro

Distancia: 
22,0 km
Duración: 
5 h
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

Etapa corta y casi sin desniveles; continuamos por pistas agrícolas, en su mayor parte de tierra, siguiendo el eje de la carretera nacional N-120, que está siendo desdoblada como autovía A-12.

Desde que entramos en Castilla y León cambia el formato de los indicadores de la ruta. Alguien con escasas luces quitó todos los mojones existentes y los cambió por un modelo metálico, impropio en un itinerario peatonal, de ciclistas y Patrimonio Mundial de la Unesco.

En el collado a medio camino entre Grañón y Redecilla abandonamos La Rioja para entrar en la comunidad autónoma de Castilla y León, en su provincia de Burgos. Por dicha comunidad —la más extensa de España— transcurre nada menos que el 51% del Camino Francés.

Hoy en todos los pueblos encontramos fuentes y servicios de restauración: en Redecilla presta servicio de bar el albergue municipal (que también ofrece menú), y en Viloria el albergue Parada.

Cuenta con uno de los albergues de acogida tradicional más reconocidos del Camino Francés: el de la iglesia de San Juan Bautista. Fundado por José Ignacio Díaz, en su día párroco de la localidad, aúna la sobriedad con el espíritu fraternal que le proporcionan los hospitaleros voluntarios.

La pila bautismal románica de la iglesia, construida en una sola pieza, es una joya de extraordinario valor. Suele estar dentro de la iglesia, donde le corresponde, aunque a veces viaja.

Aldea natal de Domingo de la Calzada; en la iglesia se conserva la pila bautismal con la que fue bautizado.

Posee una plaza mayor, típicamente castellana, con sus soportales alrededor, amplios espacios para el mercado y la iglesia presidiendo el conjunto. Es una imagen que, a partir de ahora, se repetirá muchas veces.

Tres curiosidades nos llaman poderosamente la atención en la villa: los murales que decoran no solo medianeras sino también las fachadas de muchos edificios; el Paseo del Ánimo, sobre el trayecto del Camino por el casco antiguo, donde personas del mundo del deporte, la cultura o directamente relacionadas con el mundo jacobeo han dejado una huella de su mano y su pie; y, desde luego, el Museo de Telecomunicación Inocencio Bocanegra, que además de un sinfín de aparatos militares cuenta con una reproducción, bien extensa y con todo detalle, de una trinchera de la I Guerra Mundial.

Merece la pena una visita el obrador del Convento, en el Monasterio de Santa Clara, y probar sus chocolates con trufas. Las monjas se han hecho famosas, en 2024, por su «cisma», ya que han abandonado la Iglesia Católica.