Etapa 3: Arrés - Ruesta | Al Loro

Etapa solitaria y de desniveles moderados; seguimos a través del ancho valle de la Canal de Berdún, junto al río Aragón.

Excepto en su tramo final, la etapa transcurre por terreno despejado sin posibilidades de protegernos del sol. En verano hay que llevar abundante agua y evitar las horas de máxima insolación; en el Canal de Berdún se alcanzan temperaturas caniculares.

La única localidad intermedia con servicios es Artieda.

En el ámbito cultural destacamos hoy la iglesia de San Martín (s. XI-XVI), en Artieda, y los vestigios (torres y muralla) del castillo de medieval de Ruesta, así como su ermita románica de Santiago (s. XI).

En el desvío a Martes hemos detectado que en ocasiones se borran las señales del Camino para que, dando un considerable rodeo, pasemos por el pueblo. Tal desvío, al carecer de servicios, no aporta nada al peregrino.

A la entrada de Artieda, pasado el cementerio, salimos a un cruce de caminos: los que quieran subir a la localidad deben seguir la carretera a la izquierda; los que quieran seguir el camino deben tomar a la derecha una pista agrícola. En este último caso nos ahorramos 500 metros y una subida; aún así, creemos que merece la pena subir a Artieda para visitar el pueblo y descansar.

Hoy llegamos al embalse de Yesa; provocó el abandono de varios pueblos del valle, como Ruesta y Tiermas. Ahora, el polémico proyecto de recrecimiento del embalse (obras en curso) supone una amenaza para el Camino de Santiago, que se vería anegado y desviado en un tramo de 4 km. Sin embargo, por los muchos problemas técnicos de la presa, la cota de inundación se ha rebajado.

El pueblo quedó abandonado en 1959 al quedar anegadas por el embalse sus tierras de cultivo. En 1988 el pueblo fue cedido al sindicato CGT de Aragón. Para saber más, podéis leer el magnífico artículo de Antón Pombo: Ruesta se cae a pedazos

Pernoctar en el albergue, gestionado por una cooperativa a la que se lo ha cedido el sindicato anarquista CGT, siempre constituye una experiencia singular y, desde luego, única en el Camino. La permanencia de la actividad en el pueblo depende, en gran medida, del paso de peregrinos.