Etapa 14: Alcaudete - Baena | Al Loro

Distancia: 
25,7 km
Duración: 
6 h 15 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
2

Aunque la etapa no reviste especial complicación, se hace bastante larga. La calificamos con nivel de dificultad 3 debido a la total ausencia de servicios: no encontraremos pueblos, ni tiendas, ni bares durante sus 25 kilómetros, por lo cual hoy más que nunca deberemos llevar suficiente provisión de agua y alguna vitualla.

El paisaje de la jornada está de nuevo dominado por el olivar: durante horas caminaremos entre interminables hileras de olivos que forman líneas paralelas siguiendo las ondulaciones del terreno; es un recorrido solitario y un tanto monótono, apto para la reflexión, pero donde conviene no despistarse: aquí saltarse una flecha o un mojón puede suponer un plus adicional de bastantes kilómetros.

Hoy atravesamos el río Guadajoz, afluente del Guadalquivir y frontera natural entre las provincias de Jaén y Córdoba. El nombre viene del árabe Wadi al-Saws, que significa río salado, traducción de Flumen Salsum como ya era conocido en época romana. En las próximas jornadas volveremos a encontrarlo y caminaremos a su vera.

En el ecuador de la etapa bordearemos la laguna del Salobral, reserva natural donde en invierno anidan muchas especies de aves… y también mosquitos en verano. A continuación pasaremos ante una antigua estación del Tren del Aceite, trazado ferroviario desmantelado en 1984 y reconvertido ahora en vía verde para ciclistas. Hay dos bancos de madera con sus respectivas mesas y un techo que da sombra.

Al cabo de 2,7 km después de la estación pasaremos junto al solitario cortijo del Barranco, con faisanes, pavos reales y otras aves exóticas. Su dueño, que es muy amable con los peregrinos, tiene varios perros que suelen ladrar a quien pasa por allí; sobre todo no debemos asustarnos ni enfrentarnos a ellos, pues sólo ladran, no atacan.

En el descenso hacia Baena se pasa junto a una industria bastante fea, con su chimenea siempre humeante. Es una empresa de reciclaje del alperujo, nombre que recibe el residuo que queda después de la molienda de la aceituna y que, junto con el hueso, se aprovecha como abono y biocombustible para producir energía.

En Baena confluye el ramal del Camino Mozárabe que viene desde Málaga, pasando por Antequera, Lucena y Cabra; su recorrido hasta aquí es de 154 km, que puede realizarse en unas 6 a 8 jornadas a pie.

El bonito albergue (municipal de gestión privada) está en lo más alto del pueblo, detrás del castillo. Cuenta con dos edificios, uno frente al otro: el «albergue turístico», donde está la recepción y las habitaciones privadas, y el sencillo «refugio de peregrinos», de 10 plazas en literas.

En la temporada de recogida de la aceituna –entre noviembre y enero– el aire de la localidad huele a aceite fresco, debido a la molienda que se realiza en sus almazaras. Recomendamos la visita al Museo del Olivar y del Aceite, instalado en un antiguo molino, que incluye varias prensas, sala de catas y un oleo-taller. Más info: Museo del Olivar y del Aceite

La Bayyana califal fue erigida junto a la antigua hacienda romana de Baius, una explotación agraria que pervivió en época visigoda. En lo alto del casco antiguo podemos visitar el castillo (siglos IX-XI), que ha sido objeto de una interesante rehabilitación, la Almedina –antiguo barrio árabe–, la colegiata de Santa María la Mayor y la iglesia Madre de Dios, convento de monjas dominicas.

La ciudad fue conquistada por las tropas de Fernando III en 1241, y en los siglos posteriores coexistieron tres comunidades, cada una en barrios diferenciados: los repobladores castellanos, los mudéjares –musulmanes adaptados, si bien se les permitía mantener su religión, lengua y costumbres– y los judíos, en la aljama.

Los amantes de la historia no deberían perderse el yacimiento  arqueológico de Torreparedones, gran ciudad íbera y romana a 22 km de Baena, que quedó olvidada en un paraje alejado de la civilización y que fue descubierta recientemente. Hay visitas por las mañanas, si bien no todos los días; podemos informarnos en la oficina de turismo (+34 957 671 757) o en el Museo Arqueológico situado en la Casa de la Tercia, a un paso del ayuntamiento.

Aquí la Semana Santa es la fiesta por excelencia, y está declarada de interés turístico nacional. Destacan las procesiones de las cofradías de judíos coliblancos y colinegros, con vistosos uniformes: casaca roja, tamboril, casco de coracero y largos plumeros blancos o negros, a modo de crin de caballo. Son atuendos distintivos de cada hermandad, constituidas a su vez en centurias, cuadrillas o turbas.

En el restaurante Casa del Monte, bajo los soportales de la plaza del ayuntamiento, ofrecen un buen menú. Recomendamos el tradicional mojete de papas –guiso sencillo y contundente que comían los jornaleros a la vuelta del trabajo, durante la campaña de recogida de la aceituna–, las deliciosas berenjenas con salmorejo y diferentes platos con bacalao.

El revoltillo de Baena es un plato tradicional a base de espárragos, habas, ajetes y huevos, todo revuelto, pasado por la paella y adornado con virutas de jamón. También se produce aquí una riquísima morcilla casera, que incorpora cebolla en su elaboración. El recetario de Semana Santa y Cuaresma incluye los crispines (que son como flamenquines, pero de pescado).