Camino Mozárabe | Información

Se conoce con el nombre de Camino Mozárabe a la recreación de los itinerarios jacobeos que siguieron a partir de la Edad Media los peregrinos venidos de la Andalucía oriental, cuna de la cristianización de la Península durante la dominación romana y que en el año 711 había pasado a formar parte del territorio musulmán de al-Ándalus.

El término mozárabe designa, precisamente, aquellos cristianos que continuaron practicando su religión bajo el poder del califato de Córdoba, con largos periodos de coexistencia pacífica entre musulmanes, mozárabes y judíos, si bien también hubo momentos de revueltas y de persecuciones; por este motivo, mientras la mayoría se convertía al Islam, algunos de estos mozárabes —ya fuesen monjes, albañiles o artesanos, en solitario o con sus familias— decidieron huir a los incipientes reinos cristianos del norte de la Península. Aunque poco sabemos de las rutas concretas utilizadas en esos viajes, podemos imaginar que aprovecharían la antigua red de calzadas heredada de los romanos, que muchos siglos después seguían siendo la base para el transporte de mercancías, el comercio de ganado y el desplazamiento de tropas.;

Estas calzadas, ya sean romanas o medievales, que debieron utilizar los antiguos peregrinos se hallan hoy bajo el asfalto de las carreteras (lo mismo sucede con el resto de Caminos de Santiago en la Península); por este motivo, tras el renacimiento del fenómeno jacobeo a finales del siglo XX, se optó —con buen criterio— por dejar la historia de lado y señalizar itinerarios más amables que, respetando el paso por las localidades, permitiesen caminar o pedalear lejos de automóviles y camiones, primando la seguridad y los atractivos naturales. Así, muchos de los tramos que pisaremos serían en realidad pistas de uso agrícola o antiguas vías pecuarias en desuso, hoy reconvertidas en ruta de senderismo y peregrinación.

El trazado del Camino Mozárabe atraviesa Andalucía de este a oeste, con tres ramales oficiales que parten de Almería, Jaén y Málaga, y cuyo eje principal serían las bellas ciudades de Granada y Córdoba, para enlazar en Mérida —ya en Extremadura— con la antiquísima Vía de la Plata, por la cual los peregrinos pueden seguir su periplo hacia el norte. Estos itinerarios han sido recuperados por varias asociaciones jacobeas andaluzas y extremeñas, con la implicación de instituciones regionales y locales. Son, por tanto, caminos de largo recorrido, bien señalizados y que cuentan con suficiente infraestructura de alojamientos así como puntos de información, aumentando año a año el número de peregrinos y bicigrinos que los recorren.

De camino a Olivares (Granada)

Las temperaturas estivales en el sur de España son extremadamente cálidas, sobretodo en el interior de Andalucía y en Extremadura, por lo que debemos evitar los meses de verano para realizar este camino, pues sería una imprudencia. En primavera y otoño el calor suele ser soportable, pero en verano las altísimas temperaturas, que fácilmente pueden llegar a 40 grados a la sombra (y bastantes más a pleno sol), hacen desaconsejable caminar o pedalear por esta zona entre los meses de junio y septiembre, ambos incluidos. Imaginaos largas pistas entre olivares donde el sol cae a plomo, inclemente: si caminar un rato con 25 o 28 °C a pleno sol —y con mochila— ya es fatigoso, hacerlo durante 6 u 8 horas sometidos a temperaturas caniculares sería una auténtica insensatez.

Otras circunstancias a tener en cuenta en esta ruta serían, por lo general, las considerables distancias entre poblaciones y la escasez de servicios en las más pequeñas: a menudo deberemos afrontar jornadas enteras sin bares ni restaurantes durante el trayecto, lo cual nos obligará a informarnos y a planificar previamente dónde pararemos.   

Tanto si hace calor como si la temperatura es moderada, antes de empezar cada jornada convendrá abastecerse de agua, pues las fuentes no abundan… y las que encontraremos es posible que no funcionen. Para evitar deshidratarnos deberemos llevar siempre con nosotros suficiente provisión de agua, beber con frecuencia aunque no tengamos sed y evitar, al menos durante la etapa, las bebidas alcohólicas. Por supuesto, un sombrero o una buena gorra son aquí imprescindibles.

Cabe recordar que, a diferencia de otras rutas jacobeas más transitadas, el Camino Mozárabe se caracteriza por su casi absoluta soledad: en el curso de las etapas no será habitual coincidir con otros peregrinos; las posibilidades de socializar se limitan casi siempre a bares y albergues al final de la jornada, siendo la primavera la época de mayor afluencia de caminantes (la mayoría extranjeros, ya sea en solitario o en pareja, con amplio currículum peregrino y que gustan de los itinerarios de largo recorrido). Esta soledad, que para algunos será un hándicap y para otros una bendición, resulta aquí perfecta para reflexionar en silencio, especialmente durante las largas etapas entre hileras de olivos.

No podemos dejar de mencionar, como virtudes añadidas de este camino, la atención por los voluntarios de las diferentes asociaciones jacobeas (en especial a lo largo del tramo Almería – Guadix – Granada) así como la proverbial simpatía de los vecinos de los pueblos por donde pasamos, siempre dispuestos a charlar con nosotros (aunque a veces no será fácil entenderles, debido a la entonación y las formas dialectales propias de Andalucía y de ciertas zonas de Extremadura). El Mozárabe es, en definitiva, un camino en que difícilmente nos sentiremos turistas, sino peregrinos a la antigua usanza, donde deberemos adaptarnos a las circunstancias del entorno (orografía, meteorología, horarios de bares y tiendas, etc.) y que requerirá cierta fortaleza de espíritu, pues el esfuerzo diario durante tantas jornadas acaba provocando desgaste físico y también mental.

A pesar de ser solitario, el Camino Mozárabe no es para nada aburrido o monótono; si algo destaca a lo largo de los aproximadamente 810 kilómetros señalizados de los diferentes ramales de la ruta sería la variedad de paisajes y de relieve: atravesaremos ramblas anchas y campos de cítricos en Almería, cuyo entorno semiárido está influenciado por el cercano desierto de Tabernas; caminaremos entre barrancos y bancales de almendros en la Alpujarra; descubriremos las cárcavas y las insólitas casas-cueva de la comarca de Guadix; contemplaremos decenas de pueblos blancos de postal, muchos de ellos coronados por castillos; ascenderemos por las estribaciones de la Sierra Nevada granadina, con paisajes montañosos, bosques y posibilidad de nevadas, a veces incluso en primavera; antes de Antequera bordearemos las sorprendentes formaciones geológicas de la sierra del Torcal, con un duro descenso entre sus peñas; cruzaremos los montes solitarios de Sierra Morena, vadeando arroyos que suelen estar secos casi todo el año pero que se desbordan en época de lluvias; surcaremos inmensos mares de olivos a lo largo de las provincias de Jaén y Córdoba, y ya entrando en Extremadura nos deleitaremos con las dehesas de encinas y alcornoques centenarios, un anticipo de lo que nos espera en la Vía de la Plata.

Esta diversidad de paisajes va pareja a la de ecosistemas y fauna autóctona: además de multitud de pájaros, aves rapaces, liebres y conejos, será fácil avistar algún zorro, cabras monteses o incluso jabalíes, estos últimos solo de noche o con las primeras luces del amanecer; no debemos confundirlos con los cerdos ibéricos, criados en semi-libertad para obtener el mejor jamón. En los tramos que discurren por vías pecuarias nos cruzaremos —por desgracia cada vez menos— con pastores conduciendo rebaños de ovejas y cabras; a menudo atravesaremos cortijos y fincas ganaderas con vacas o caballos (recordad que al entrar o salir de un cercado siempre debemos volver a cerrar la cancela, dejándola tal como estaba). Este entorno mayoritariamente rural tendrá su contrapunto en las áreas urbanas de ciudades como Granada, Córdoba o Mérida, hitos culturales de este Camino Mozárabe cuyos monumentos y museos merecerán una visita sosegada.

Como ya hemos apuntado, la meteorología resulta un factor determinante en esta ruta, pues buena parte del recorrido discurre por lugares despejados, sin apenas sombra: aquí el verano es siempre tórrido, con temperaturas altísimas que pueden prolongarse desde mediados de mayo a finales de septiembre o incluso octubre.

Las estaciones más aconsejables para acometer el Camino Mozárabe serían por tanto el invierno (la época más fría, si bien relativamente seca), la primavera (son los meses más lluviosos, pero en contrapartida es cuando el campo está verde y florido) o el otoño (durante el cual las temperaturas suelen ser moderadas). Al margen de estas generalidades, la diversidad de paisajes y de orografía no permitirá pronosticar el tiempo que encontraremos a lo largo de la ruta, pues en un mismo mes podemos tener calor sofocante a nivel del mar en Almería o Málaga, nevadas y frío intenso en el entorno de Sierra Nevada —varias etapas discurren a más de 1.000 metros de altitud, y que poco antes de Granada ascendemos un collado a 1.420 metros—, heladas matinales en la zona de Moclín o Alcalá la Real, de nuevo calor en el valle del Guadalquivir (Córdoba suele ser una ciudad muy cálida, salvo en invierno), nieblas húmedas en el Torcal, Sierra Morena o los Pedroches, y episodios prolongados de lluvia en las dehesas de Extremadura, en función del paso de borrascas atlánticas.

Por tanto, ante la variabilidad del clima a lo largo de esta ruta, tanto en invierno como en estaciones templadas deberemos llevar en la mochila un buen gorro, un buff, alguna prenda de abrigo y por supuesto un paraguas o una buena capa impermeable, siempre a mano por si arranca a llover (sí, por si no lo sabíais: en el sur de España también llueve, a veces de forma persistente y otras de forma torrencial); dado que transitaremos casi siempre por caminos de tierra, muchos peregrinos optan por llevar consigo unas polainas (que sean fáciles de poner y quitar), muy útiles ante el rocío de la mañana, la lluvia y también en trechos con barro. Tampoco podemos olvidar la cantimplora de agua (ya puestos, mejor un par de botellas), frutos secos para ir picando durante las jornadas largas y alguna conserva, por si en algún momento es preciso improvisar una comida o una cena.

El ramal más largo del Camino Mozárabe, que sería el que comienza en Almería, recorre una distancia total de 611 kilómetros hasta la ciudad de Mérida; en caso de iniciar la caminata en Granada serían 418 kilómetros hasta Mérida; los que arranquen en Málaga realizarán 468 km, y quienes lo hagan desde Jaén recorrerán 382 km. En nuestra guía hemos distribuido el recorrido mayor en 27 etapas (sale una media de 22,6 km por jornada, distancia asequible para senderistas con cierta preparación), a las cuales cabría añadir los días extra que dediquemos a visitar ciudades monumentales como Granada, Córdoba o Mérida.

Aquellos que una vez en Mérida decidan continuar por la Vía de la Plata, deberán sumar a las etapas del Camino Mozárabe otras 28 jornadas más hasta Compostela; así, a grosso modo, un senderista medianamente entrenado que desee realizar la ruta completa (Mozárabe + Vía de la Plata) cruzando la Península desde Almería hasta Santiago de Compostela, deberá prever no menos de 55 días caminando, y añadir a estos una previsión prudencial de jornadas intermedias de turismo o de descanso. Algunos peregrinos, los más puristas en términos geográficos, suelen escoger como punto de partida el cabo de Gata, extremo sureste de la Península situado a 33 km de Almería, y alargan su periplo hasta el cabo de Finisterre, en la Costa da Morte, lo cual supondría añadir otras 5 ó 6 jornadas más. ¿No os parece toda una aventura, perfecta para disfrutar de unos meses sabáticos, o para celebrar la jubilación?

Por supuesto, el Camino Mozárabe también se puede realizar por tramos, gracias a las buenas comunicaciones mediante transporte público (Alta Velocidad, trenes convencionales, autobuses) con Málaga, Granada y Córdoba; también hay autobuses que unen estas ciudades con el resto de localidades intermedias, lo que nos permitirá volver a casa y, más adelante, retomar la ruta en el lugar en que la dejamos (no olvidéis llevar siempre con vosotros la credencial, para seguir sellando en sus páginas). Finalmente, para quienes deseen realizar los tres ramales de una sola tacada, existen enlaces de autobús entre Alcaudete y Jaén, así como entre Baena y Málaga.

El Camino Mozárabe discurre por dos Comunidades Autónomas y seis provincias: las provincias de Almería, Granada, Jaén, Córdoba y Málaga en la Comunidad Autónoma de Andalucía, y la provincia de Badajoz en la Comunidad de Extremadura. La frontera entre ambos territorios sería poco más allá del paso sobre el río Zújar, en la etapa que va de Hinojosa del Duque (Córdoba) a Monterrubio de la Serena (Badajoz).

Las ciudades más importantes del tronco central del Camino Mozárabe son Córdoba con 324.000 habitantes y Granada, cuya población es de 230.000 habitantes… más los miles de turistas que las visitan a diario. Las siguen a cierta distancia Mérida (60.000 habitantes), Don Benito (37.000 habitantes) y Alcalá la Real (21.000 habitantes). Respecto a los ramales, las mayores poblaciones en estos tramos serían Almería (200.000 habitantes), Guadix (18.000), Jaén (112.000), Málaga (ciudad de 585.000 habitantes, muy bien comunicada gracias a su aeropuerto internacional), Antequera (41.000 habitantes) y Lucena (43.000 habitantes).

En total, incluyendo sus tres ramales, el Camino Mozárabe pasa por 80 poblaciones con servicios (tiendas, bares o restaurantes); como promedio, resultaría una población con servicios cada 10,1 km; no obstante, la distribución de localidades no es uniforme y deberemos estar preparados para tramos mucho más largos sin posibilidad de avituallamiento, en algún caso de más de 25 km (son numerosas las etapas sin servicios intermedios).

Así, dado que este camino presenta bastantes etapas inamovibles, sin localidades intermedias donde pernoctar, no siempre habrá posibilidad de plantear una ruta a medida (con finales de etapa diferentes a los sugeridos en nuestra guía): los peregrinos que, por el motivo que sea, decidan hacer “medias etapas” o pretendan alargarlas, deberán estudiar previamente las posibilidades y comprobar si el lugar de destino dispone de alojamiento; en el peor de los casos, siempre queda la opción de utilizar los servicios de algún taxi local que nos venga a recoger y nos devuelva al mismo punto a la mañana siguiente (suelen anunciarse mediante adhesivos en postes y en los bares de la mayoría de localidades).

Una circunstancia a tener en cuenta, sobretodo en los pueblos pequeños, será el horario de los comercios, a veces incierto, así como el día de descanso semanal de bares y restaurantes (hay localidades donde todos ellos cierran los lunes); la coincidencia con celebraciones religiosas o fiestas populares también puede traernos algún quebradero de cabeza, como sería el caso de la Semana Santa, el mes de los patios floridos en Córdoba, el 28 de febrero (día de Andalucía), algunos puentes entre festivos, fiestas locales, etc.

El Camino Mozárabe es una ruta por lo general apta para las bicicletas BTT, pues la mayor parte del recorrido discurre por pistas de tierra o asfalto, con desniveles asequibles; además, hay un par de etapas por una Vía Verde, carril cicloturista donde los bicigrinos avanzarán muy rápido. Sin embargo, cabe indicar algunas dificultades puntuales para los ciclistas, tales como los tramos por ramblas pedregosas en las primeras etapas desde Almería, la salida de Alboloduy con un barranco no apto para las bicis (si bien disponen de una ruta alternativa), o la abrupta bajada hacia Quéntar, en el mismo ramal. También deberán bajarse del sillín en un par de cuestas después de Junta de los Caminos y durante la vertiginosa bajada del Torcal, ambas en el ramal malagueño, así como en algún punto de las rampas de acceso al pueblo de Moclín, poco después de Granada. Otra dificultad, por lo general superable, será el barro que suele formarse tras días de lluvia en los tramos entre olivares; finalmente, en periodos de lluvias copiosas convendrá informarse sobre el estado y posibles crecidas de ríos o arroyos, pues algunos se cruzan por vados (mientras que el resto del año están secos o presentan una mínima lámina de agua). Podéis consultar estos puntos delicados en los apartados Al Loro y Recorrido de cada una de las etapas.

En nuestra guía-web y en la app Gronze Maps encontraréis información completa de los alojamientos en cada una de las localidades por las que pasa el Camino Mozárabe, ya sean albergues de peregrinos, albergues juveniles o familiares de la Junta de Andalucía, así como alojamientos convencionales (hostales, hoteles, pensiones); todos están acostumbrados a alojar a peregrinos, y suelen disponer de sello para nuestra credencial.

Hoy por hoy, el tramo mejor dotado de albergues específicos para peregrinos es el que va de Almería a Granada, todos ellos gestionados o coordinados por la Asociación Jacobea de Almería – Granada Camino Mozárabe (ver aquí un artículo que publicamos en su día); también existen albergues en muchos finales de etapa del tramo de Málaga, la mayoría bajo gestión municipal; en el tramo Granada – Córdoba por ahora (abril de 2024) solo encontraremos tres albergues de peregrinos, y son nueve en el tramo Córdoba - Mérida.

La capacidad de estos albergues es limitada, no admiten reservas y no suelen contar con hospitalero fijo, por lo que habrá que avisar y registrarse acudiendo al ayuntamiento correspondiente, la Policía Local o Protección Civil (en el tramo de Almería a Granada, a través de su Asociación). Como en cualquier otro Camino de Santiago, para utilizar los albergues públicos será imprescindible presentar la credencial de peregrino, convenientemente sellada desde el punto de partida (es suficiente con un sello por día); así se controla que no accedan a estos albergues turistas o viajeros ocasionales. Podéis consultar las características, teléfonos de contacto y comentarios de cada uno de ellos en las fichas que encontraréis en las etapas de esta guía-web. Si vamos a pernoctar en albergues deberemos llevar un saco de dormir de grosor adecuado a la época del año, pues no siempre hay calefacción y las noches de invierno y primavera suelen ser frías.

A diferencia de otras rutas más concurridas, todavía son pocos los albergues privados; hay algunas parroquias y residencias de órdenes religiosas que acogen a peregrinos, si bien con horarios estrictos y con servicios dispares. Por suerte en casi todos los finales de etapa disponemos de alojamientos convencionales (hostels, hoteles, hostales, pensiones, casas rurales, posadas) con capacidad suficiente y cuyos precios no suelen ser prohibitivos, especialmente si se comparte habitación con otros peregrinos; en este tipo de establecimientos será conveniente reservar con antelación, lo cual resulta imprescindible cuando se trata de grupos de caminantes o bicigrinos. Las opciones para pernoctar varían mucho en función de si se trata de ciudades grandes, con oferta turística durante todo el año, o pueblos pequeños, cuya ocupación se centra en fines de semana o periodos vacacionales.

La señalización en el Camino Mozárabe es por lo general buena, si bien será necesario estar siempre atentos a los numerosos giros o bifurcaciones; en función del tramo encontraremos las habituales flechas amarillas pintadas, azulejos alegóricos sobre edificios, postes de madera o mojones de granito en bifurcaciones importantes, etc. En el casco urbano de ciudades y pueblos grandes no siempre será fácil localizar las flechas, pero podréis orientaros fácilmente consultando la pestaña Recorrido de las etapas de esta guía-web, o siguiendo en vuestro móvil la línea del track de la app Gronze Maps.

En todo caso, siempre sería recomendable que antes de comenzar la jornada consultéis en vuestro smartphone la etapa a realizar, con el mapa, el perfil y las características del tramo a realizar, revisando las distancias entre poblaciones por donde pasaréis, sus servicios, así como los Al Loro con indicaciones prácticas respecto a la ruta, variantes, cultura, monumentos, etc. Por supuesto, agradeceremos vuestra colaboración ya sea avisando de incidencias, comentando los albergues o realizando observaciones que puedan servir de ayuda para futuros peregrinos.

Respecto a las variantes, cabe reconocer que son escasas y poco relevantes; en los mapas de las etapas hemos indicado a trazos algunos atajos, así como recorridos alternativos para ciclistas. Tal vez la más destacable sea la variante o camino directo de Castro del Río a Córdoba, que permite ahorrar una jornada (si bien es una opción reservada solo para los mejor preparados, pues implica 39 kilómetros sin ninguna población intermedia, en un recorrido interminable sin sombra, ni fuentes, ni servicios).

Además de la belleza y la soledad de sus paisajes, en este Camino Mozárabe destacan las ciudades de Granada, Córdoba y Mérida, sin duda los tres grandes hitos de esta ruta; no en vano cada una de ellas fueron capitales de sus respectivos reinos, territorios o provincias en diferentes momentos históricos, donde despuntaron las culturas romana, cristiana, visigoda, hispano-musulmana, judía o nazarí. En nuestra opinión, sería aconsejable dedicar cuanto menos dos jornadas a cada una de ellas, con visitas imprescindibles como la Alhambra, el Generalife y la Catedral en Granada; la Mezquita, los patios con flores, la ruta de las iglesias fernandinas y Medina Azahara en Córdoba, o el teatro, el anfiteatro, el Museo Nacional de Arte Romano y la basílica de Santa Eulalia en Mérida.

Las ciudades de Almería, Málaga y Jaén, donde comienzan los tres ramales de este camino, son también muy interesantes a nivel cultural, turístico y gastronómico (recordad que en Andalucía las tapas están de muerte, y acaban substituyendo a los habituales menús de restaurante). A lo largo de la ruta descubriremos muchas otras localidades con grandes atractivos históricos y artísticos, tales como Guadix, Alcalá la Real, Baena, Antequera, Lucena, Hinojosa del Duque o Medellín, así como pueblos pequeños que nos enamorarán, como Abla, Quéntar, Moclín, Doña Mencía, Zuheros o Magacela.

A nivel paisajístico, destacaremos las que hemos considerado etapas reinas de este Camino Mozárabe: en el ramal de Almería a Granada, la travesía desde La Peza a Quéntar, con el collado de Puerto Blanco, techo de nuestra ruta a 1.420 metros de altitud; en el ramal malagueño, la etapa Villanueva de la Concepción - Antequera en que atravesamos la sorprendente sierra del Torcal; y en el tronco central, la etapa Villaharta - Alcaracejos por la distancia, la soledad y la belleza del recorrido.

Pero sin duda, si hubiera que escoger un tramo o un lugar concreto, sobresale por encima de todos la entrada a Granada a lo largo del valle del Darro y el Sacromonte, donde de repente aparecerán frente a nosotros, en la ladera contraria, los Palacios Nazaríes de la Alhambra y el Generalife; esta sería —en nuestra humilde opinión— la entrada más bonita y espectacular a una ciudad de cuantos caminos jacobeos hemos documentado hasta la fecha. Solo por disfrutar de ese momento ya habrá valido la pena toda la caminata hasta aquí; pero, como descubriréis, no es el único lugar mágico de este Camino Mozárabe, que algunos han calificado acertadamente como el Camino de los Sentidos.