Vía de la Plata: peregrinos en bicicleta sufren un accidente en Zamora
Recibimos la triste noticia de un nuevo accidente de peregrinos en bicicleta que ha tenido lugar el pasado 10 de agosto en la N-631, a la altura de Perilla de Castro (Vía de la Plata). Los comentarios al accidente han sido rápidos, por parte de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Zamora, indicando que por ese tramo de la carretera nacional no pasa la ruta jacobea, que se desvía por Granja de Moreruela y las ruinas del monasterio de Santa María, pero que algunos peregrinos la utilizan para atajar, incidiendo en el peligro de rutas alternativas ajenas a los trazados oficiales, que son seguros.
Pues bien, todos sabemos que la peregrinación en bicicleta, frente a lo que afirma el articulista, está en franco declive, pues si en los años 90 llegó a contabilizar cerca de una cuarta parte de los peregrinos, y con las estadísticas de la catedral en 2004 aún alcanzaba un 12% del total, en 2023 la cifra ha bajado a un insignificante 5,27%, habiéndose también estancado el número total por debajo de los 23.000 usuarios por año. Sobre las causas, por otra parte obvias, no vamos a profundizar.
En cuanto a los accidentes, son consustanciales al riesgo que implica salir de casa sobre una máquina de dos ruedas, y en el Camino han quedado para siempre materializados en un emotivo memorial, situado en El Acebo (bajada al Bierzo, en el Camino Francés), en recuerdo del alemán Heinrich Krause, fallecido en ese lugar en 1988.
Si bien los percances pueden tener lugar en cualquier tipo de vía, por ejemplo a causa de caídas provocadas por baches, piedras, excesiva velocidad, patinazos, despistes (también por culpa del móvil) o problemas mecánicos, los que suelen entrañar más riesgo son aquellos que implican un atropello por parte de vehículos de motor. Este tipo de accidentes, lógicamente, suceden en las carreteras compartidas.
Y ahora viene la reflexión, en la que concordamos con los amigos del Camino de Zamora para elevar su consejo a categoría universal: ¿los bicigrinos qué es lo que realmente están haciendo en muchos casos, el Camino de Santiago o la Carretera a Santiago? Porque no es lo mismo, aunque lo parezca, hacer el Camino compartido con los peatones que una carretera por la que circulan los automóviles.
A diario vemos, en todos los caminos compostelanos, a supuestos peregrinos en bicicleta, e incluso a peregrinos peatones con su mochila, transitando por el margen de las carreteras. Algunos, forofos de la tecnología, pero en realidad indocumentados, tienen por santo y seña lo que les diga Google Maps. Pero muchas de estas carreteras son sumamente peligrosas por su propia configuración (curvas, cambios de rasante, ausencia de arcén o de un tamaño mínimo), entorno (sucesión de cruces y enlaces, presencia de polígonos industriales, de áreas urbanas y periurbanas), tráfico (a veces intenso y/o pesado) o las malas condiciones meteorológicas.
El bicigrino experimenta una rápida transformación, en aras de la velocidad y la comodidad, incluso tras haberse propuesto seguir el «verdadero Camino» a bordo de una BTT. Las causas son múltiples: avanzar más rápido, más suavemente sobre el asfalto, atajar en ciertos tramos, no tener que andar continuamente adelantando a los en ocasiones numerosos peregrinos de a pie, llegar antes para disfrutar la tarde en el fin de etapa, por cuestiones meramente deportivas, etc.
Pues bien, quede bien claro que hacer la Carretera de Santiago, por muchos sellos que se pongan en la credencial, no es hacer el Camino de Santiago, sino un sucedáneo, una entelequia que en muchos casos nada tiene que ver con la historia ni con la tradición de la ruta. Además, y esto es lo más importante, los riesgos de sufrir un accidente grave crecen exponencialmente, a medida que disminuye la capacidad de disfrutar del paisaje o, ya no digamos, de los encuentros con los demás.
Sin embargo, a no ser que la carretera tenga señales que prohíben el paso de ciclistas, como ocurre en vías rápidas, autovías y autopistas, las bicicletas, como vehículos rodados que son, y últimamente también provistas en muchos casos de un motor auxiliar eléctrico, tienen permiso de la Dirección General de Tráfico para circular por las carreteras respetando, eso sí, unas normas que aquí adjuntamos: 20 normas que todo ciclista debe conocer (DGT).
Por lo tanto, sin buscar culpables entre los divulgadores, que en ocasiones se limitan a indicar rutas ciclables alternativas a tramos complicados del Camino de Santiago, por otra parte demandadas por ese género de bicigrinos cómodos, la prudencia y el sentido común han de ser los principales valores de quien va en bicicleta a Santiago.
En nuestro caso, desde luego, recomendamos a todos los ciclistas peregrinos que sigan siempre los itinerarios homologados y marcados con las flechas amarillas, por donde van los peregrinos a pie, a no ser en casos muy puntuales de inaccesibilidad. También que se bajen de las dos ruedas, cuando sea menester, sin contraer por ello trauma alguno, empujando la bici en tramos complicados o muy concurridos. E incluso, como medida radical, que reserven el placer de andar en bicicleta para otro momento y lugar, y que hagan el Camino de Santiago a pie. ¡Veréis qué gran diferencia, como de la noche al día! (Y lo dice alguien que siempre ha estado enamorado de la bicicleta y el ciclismo).
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