Etapa 20: Villaharta - Alcaracejos | Al Loro

Distancia: 
33,7 km
Duración: 
9 h 15 min
Dificultad: 
4
Paisaje: 
3

Hoy toca una etapa de récord, pues deberemos afrontar la mayor distancia sin localidades ni servicios de cuantos caminos hemos documentado hasta la fecha [Nota 2023: se ha abierto un albergue privado de peregrinos en Minas de Calatraveño, en el km 15,4]. El reto es superable si seguimos tres reglas básicas: arrancar muy temprano, dosificar las fuerzas mediante un ritmo constante y, sobre todo, llevar agua suficiente así como algo de comida.

El propietario de una finca ha instalado un grifo de agua para los peregrinos, que se halla en el kilómetro 18,0 del recorrido, junto a un porche o refugio con apariencia de parada de autobús. Aún así, no os confiéis y llevad una buena provisión de agua.

Podemos dividir la etapa en dos mitades, contratando previamente los servicios de un taxi de Alcaracejos, que os puede recoger en el puerto de Calatraveño (carretera N-502), situado a 800 metros de nuestra ruta, y solicitar que os vuelva a llevar allí al día siguiente. La apertura en 2023 de un albergue en Minas de Calatraveño hace menos necesario este servicio.

Otra posibilidad es quedar con el taxista más adelante, en el punto en que nuestra ruta atraviesa la carretera comarcal A-435 (que corresponde al kilómetro 24,8 de la jornada). Quienes lo hagan así, pueden plantearse al día siguiente llegar hasta Hinojosa del Duque.

La jornada discurre entre paisajes muy bellos, en especial varios tramos por monte y alguna dehesa, si bien los kilómetros finales —más llanos— resultarán un tanto monótonos. Como podéis ver en el perfil de la etapa, hoy nos espera un carrusel de cuestas y bajadas: el desnivel acumulado durante el recorrido será de 840 metros positivos (de subidas) y 800 negativos (descensos).

A pesar del perfil quebrado de la jornada, ésta resulta ciclable en BTT: hoy nuestros esforzados bicigrinos disfrutarán de numerosos tramos por caminos de tierra, y sólo deberán bajarse del sillín en algún trecho empinado por senda, o para atravesar el vado de alguno de los ríos.

Estamos ante una etapa solitaria por lo que respecta a presencia humana… Sin embargo no será extraño cruzarse con animales en libertad, en especial aves rapaces, conejos o liebres; con suerte tal vez lleguemos a ver algún zorro o algún ciervo huidizo, mientras que los jabalíes prefieren las horas nocturnas. Conviene no confundirlos con los cerdos ibéricos pata negra que veremos de aquí en adelante por las dehesas, mientras se alimentan de bellotas bajo las encinas.

El camino abandona Villaharta por la carretera de Pozoblanco. Al cabo de 2,3 kilómetros se toma un sendero a mano izquierda que nos introduce en una zona preciosa de bosque mediterráneo, con encinas, jaras, mirtos (también conocidos como arrayanes), algún olivo e incluso almendros silvestres. Por suerte no volveremos a pisar asfalto hasta el final de la etapa.

Durante la etapa vadearemos dos ríos, el Guadalbarbo y el Cuzna, así como algún pequeño arroyo; son vados poco profundos que suelen estar secos la mayor parte del año, pero si baja mucha agua tocará descalzarse (a veces colocan varias piedras planas intercaladas, para pisar sobre ellas).

El nombre del río Guadalbarbo viene del árabe Wad al-Barb, que significa «río de los bereberes», fruto de la presencia en la zona de estas tribus del norte de África durante los siglos de dominación musulmana. Gracias a sus conocimientos hidráulicos, en la época andalusí se instalaron decenas de molinos movidos por agua, con represas, norias, compuertas y acueductos que les permitían funcionar incluso cuando el caudal era bajo.

La villa dispone de tiendas, bares, restaurantes y varios hostales, así como un pequeño albergue municipal de 6 plazas, sencillo pero correcto (conviene avisar previamente a la encargada).

El nombre de la localidad parece derivar del árabe al-qariya (aldea o alquería), si bien también podría tratarse de una deformación fonética de al-qasr (alcázar, fortaleza). Levantada sobre una antiquísima encrucijada de caminos, Alcaracejos recibió el título de villa en el año 1488. En 1649 se declaró una terrible epidemia de peste, donde perdieron la vida dos terceras partes de sus habitantes.

Los dulces típicos de Alcaracejos son los tirabuzones, unas cintas enrolladas de masa fina que suelen elaborar las mujeres de la Cofradía de la Virgen de los Dolores; su receta es un secreto familiar que pasa de madres a hijas.

Durante la Fiesta de la Matanza, que se celebra entre enero y febrero, se puede ver el proceso de despiece del cerdo y cómo se elaboran los diferentes productos derivados del mismo (morcillas, chorizo…). La cría del cochino era un pilar fundamental de la economía familiar, como podremos comprobar en el Museo de la Matanza, que incide en la dimensión cultural de esta tradición; las visitas, que incluyen degustación de productos locales, deben concertarse por teléfono.