Etapa 21: Alcaracejos - Hinojosa del Duque | Al Loro

Distancia: 
21,6 km
Duración: 
5 h 30 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

La etapa no reviste ninguna complicación, pues es llana y de escaso kilometraje. Hoy avanzaremos por magníficos caminos de tierra, a través de un entorno rural con paisajes dominados por las encinas. El único inconveniente sería, en época calurosa, la absoluta falta de sombra.

Mucha atención a la salida de Alcaracejos: debemos cruzar la N-502 (carretera de Córdoba) y seguir 120 metros a la izquierda por su acera, ignorando la calle Villanueva del Duque; al llegar a la altura del número 24-26 de la calle Alférez Fernández Pérez, giraremos por una callecita transversal (fijaos en las flechas) por la cual saldremos al campo, tomando un agradable camino entre granjas y fincas ganaderas.

Tanto el camino de salida de Alcaracejos, de tierra compactada, como el resto de tramos de la jornada resultan perfectos para las bicicletas. Por favor, que a nadie (ni ciclista, ni a pie) se le ocurra tomar la carretera A-422, ni siquiera en días de lluvia, pues es muy peligrosa.

Aunque se suele utilizar la expresión Valle de los Pedroches, la orografía de esta comarca —la más septentrional de Andalucía— corresponde más bien a una meseta de relieve ondulado. De su subsuelo granítico afloran, tras millones de años de erosión, curiosas formaciones rocosas que han dado nombre a este territorio.

Quien desee detenerse para avituallarse o para desayunar, puede hacerlo tanto en Villanueva del Duque (localidad que dispone de varios bares y tiendas) como en Fuente la Lancha, cuyo único bar se halla en la carretera, a apenas 200 metros del camino (bar Pensi, diminutivo de Pensionista, donde atienden bien a los peregrinos).

Tiene fama de ser uno de los pueblos más jacobeos del Camino Mozárabe: en la plaza Duque de Béjar, frente al ayuntamiento, veremos una estatua a tamaño natural de un peregrino, lugar donde arranca una calle dedicada al Camino de Santiago, por la cual prosigue nuestra ruta.

Hoy conoceremos el municipio más pequeño y menos poblado de toda la provincia de Córdoba. Su nombre no tiene que ver con ninguna embarcación, sino con las rocas graníticas de forma plana que afloran en la superfície, que aquí se conocen como lanchas; por idéntico motivo, un regato que cruzamos recibe el nombre de arroyo Lanchar.

En una de las casas del pueblo tenía su guarida el famoso bandolero Juan Palomo, miembro de un grupo de guerrilleros que lucharon en 1808 contra la invasión napoleónica. Explica la leyenda que aunque él y su cuadrilla iban por libre, a menudo compartían los botines que robaban con los más necesitados. Con el tiempo, el personaje quedaría inmortalizado en un refrán popular: «Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como», parafraseando unos versos satíricos que había escrito Quevedo dos siglos antes.

2,3 kilómetros después de Fuente la Lancha atravesaremos el río Guadamatilla por un vado, justo debajo del puente de la carretera A-422. En caso que el río lleve mucha agua, lo más fácil será recular apenas unas decenas de metros y cruzar por el puente, volviendo al camino una vez superado éste.

Apenas 4 kilómetros antes de llegar a Hinojosa el camino pasa por un área recreativa dedicada a la Virgen de Guía, cuya advocación es compartida por todos los pueblos de la comarca de Los Pedroches. En el lugar hay una capilla, un merendero (utilizado sólo en festividades) y mesas con bancos donde parar a descansar.

En el casco histórico debemos visitar la iglesia de San Juan Bautista (siglo XVI), más conocida como la Catedral de la Sierra, con una bella portada en estilo plateresco; fijáos en el trompe l’oeil del ventanal de la izquierda, que consigue una ilusión óptica de profundidad mediante una perspectiva en relieve.

De interés son el Museo Etnológico, el convento de las Madres Concepcionistas, diferentes casas señoriales y la fuente del Pilar de los Llanos, abrevadero monumental construido en 1570 a la entrada de la villa.

La localidad, bautizada como Finojosa del Pedroche en época medieval, quedó inmortalizada en la serranilla La Vaquera de la Finojosa, composición poética escrita a mediados del siglo XV por Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, quien durante un viaje había quedado prendado ante la belleza de una joven del lugar; muchos recordaréis aquellos versos en castellano antiguo que nos tocó memorizar en clase de literatura: “Moça tan fermosa / non vi en la frontera / com’ una vaquera / de la Finojosa...”

Además de su magnífica morcilla y dulces como los hornazos de fideos, destacan en la localidad diferentes platos de invierno, tales como la sopa dorada, la olla de Carnaval, el relleno, las ajopapas o el rin-ran (una masa de patatas, pimientos verdes, ajos, aceite de oliva y bacalao, que se sirve encima de una sopa de pan).

La comarca ofrece al visitante una rica gastronomía, con recetas como la sopa cachorreña, la sobrehusa (una sopa fría parecida al gazpacho), dulces como los borrachuelos o los roscos de pobre... Si bien el producto estrella es, por supuesto, el jamón ibérico de bellota con D.O. Los Pedroches.