Etapa 12: Vila Pouca de Aguiar - Vidago | Recorrido

Distancia: 
18,5 km
Duración: 
4 h 30 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
4

0,0

1,8 km

Tomando como referencia la iglesia, proseguimos por la Rúa Comendador Silva, por la que veníamos, y al llegar a la altura de una fuente de 1875, decorada con modernos azulejos, torcemos a la izquierda por la peatonal y comercial Rúa Duque D’Ávila e Bolama, que se prolonga hasta la Praça 25 de Abril (mercado municipal) y el Largo Sousa Teixeira. En este trayecto hay tiendas, pastelerías y cafés.

A la vista de la antigua iglesia matriz, que desde luego se quedó pequeña para tan pujante villa, tomamos un instante la Av. Miguel Torga para, ante una panadería, bajar a la izquierda por la Rúa Dr. Bento Acácio Ribeiro, señalada hacia el puente romano. Por esta carretera, en todo momento entre casas y con un café y fuente de camino, llegamos a Cidadelha, donde cruzamos el río Avelames por un puente de supuesto origen romano junto a la capilla do Senhor dos Aflitos.

1,8

5,0 km

Al lado de una segunda y moderna capilla, dejamos la aldea por la Estrada da Ponte Romana, donde el adoquín cede paso a un camino de tierra, trazado por el valle, enmarcado por muretes de piedra seca cubiertos de musgo.

En coincidencia con la antigua calzada romana que se dirigía a Aqvae Flaviae (Chaves), recorremos un bucólico trayecto entre robles, pinos y prados. Embelesados por la magia del paisaje, nos daremos cuenta de que hemos llegado a Pedras Salgadas por la presencia de las ruinas del hotel Universal, alegoría de la era dorada balnear, un siglo atrás.

Poco después nos situamos ante el acceso al Parque Termal, por el que el Camino Interior continúa, siendo posible desviarnos al pueblo si necesitamos un café o comprar algo.

6,8

3,9 km

Del escenario de la vía romana hemos pasado, de repente, a las arboladas avenidas de un parque botánico de 1914 en el que se suceden fuentes, un balneario o una Sala de Chá, todo ello en el ambiente de un decadente regusto Belle Époque. En la última fuente estamos invitados a probar las afamadas aguas de Vidago.

Dejamos el parque, accediendo a una rotonda (café Victoria) desde la que proseguimos bajo un emparrado entre casas. De este modo retomamos la traza de la vía romana por la Rúa da Ponte de Cabanas, que pasa junto a un amplio parque de meriendas. Más adelante, sobre algunos tramos de calzada, cruzaremos el río Avelames de nuevo por un pequeño puente de un arco, también calificado, como todo lo vetusto por aquí, «romano».

Siempre llaneando, la vía de tierra concluye en Sabroso de Aguiar, que recorremos por la Rúa da Senhora da Piedade, entre casas antiguas y blasonadas, hasta el templete que acoge la imagen pétrea de la Piedad (s. XVII). Hay fuente.

10,7

7,8 km

Por la Rúa das Alminhas, que toma su nombre de un peto de ánimas, bajamos a la N2. En este tramo dispone de acera, y también de una buena área de descanso con otra fuente 20 m a la izquierda. También pasamos ante una tienda, muy elemental, y del oratorio de Nossa Senhora dos Caminhos, situada junto al p.k. 26.

Nos vemos obligados a superar un peligroso tramo de 200 m sin arcén, y luego, en el alto de Reigás (alto para quienes vienen del norte), a mano izquierda descendemos por un tranquilo camino de tierra a través de un pinar. Transformado en pista forestal, y cerrado al este por un monte coronado por peñascos graníticos, llega a una bifurcación mal señalizada en la que hay que seguir a la izquierda.

Paralelo a un arroyo, que genera una frondosa galería, con las parras trepando al modo tradicional del norte del país por los árboles, el camino alcanza una zona agraria cultivada con maíz, viñedo y legumbres. 

En vez de seguir hacia la localidad de Oura, con el núcleo antiguo al otro lado de la N2, pero una extensa zona nueva residencial que se aproxima a la ruta, circulamos ante las piscinas da Ribeira.

5,6 Oura. Bordeando el campo de golf de Vidago, por una rectilínea e interminable avenida arbolada pasamos ante las magnas ruinas del hotel Salus, que como en Pedras Salgadas nos remite a un esplendor termal que ahora se pretende recuperar. La muestra la tenemos en el Gran Hotel, principal manifestación del lujo de los agüistas de antaño, de nuevo en funcionamiento, que ocupa el centro del parque termal. En esta ocasión, pues los peregrinos sudorosos no casan con las 5 estrellas —quedémonos con la Vía Láctea— y los jugadores de golf británicos, no estamos invitados a cruzarlo.

Ya en el pueblo, desde la iglesia neorrománica subimos ante el cuartel de los Bombeiros Voluntários y de un par de surtidos supermercados, alcanzando el centro en el Largo Miguel Carvalho, donde confluimos con la N2.

2,2 Vidago.

18,5