Etapa 66: Tromello - Pavia | Al Loro

Distancia: 
29,9 km
Duración: 
7 h 15 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

El río Ticino, que proviene de Suiza y en aquel país da nombre a un cantón, es el principal afluente del Po. Con un recorrido de 248 km, bordea Pavia y nos acompaña en la aproximación a la ciudad. La Francígena coincide con el extremo sur del extenso Parco Regionale del Ticino, de 20.500 hectáreas, que se extiende del Lago Maggiore al Po y fue creado en 1974. Tendremos la oportunidad de contemplar el río, que tiene fama de poseer agua límpida y de un intenso color azul, al recorrer los dos grandes meandros en la zona de Canarazzo, donde es posible bañarse.

Sin saber a ciencia cierta por qué motivo, el trazado azzurro para las bicis no pasa por Garlasco, rodeando la población al norte. A continuación se aparta notablemente de la vía pedestre, optando por tomar la SP185 a través de San Biagio, y luego la SP3 hasta Zerbolò y el Molino de Limido, donde vuelve a confluir con la VF. Nosotros no aconsejamos tomar esta ruta.

En realidad no hay obstáculos para seguir la etapa en bicicleta salvo cuando se entra en el Parco Ticino. Aquí, dada la estrechez de las sendas, bordeadas de arbustos y plantas espinosas, conviene seguir la carretera local más próxima al río por los pequeños núcleos de Canarazzo y Cantarana, aunque a la vista de Pavia ya es posible regresar a la VF antes de circular bajo la A54. El único obstáculo es la escalera final para acceder al Ponte Coperto.

Donde termina el camino que acompaña al canal anejo Quintino Sella (antes de Garlasco) se presenta un dilema: una señal pintada nos invita a cruzar el puente y seguir al borde del canal por el margen opuesto, pero un cartel de madera, que reza «Camino Ufficiale», nos sugiere ir a la derecha. No hace falta lanzar la moneda: la segunda opción es la correcta para aproximarse a Garlasco, y la primera una encerrona que nos deja en una carretera.

Para la compra diaria tenemos una buena opción a la entrada de Garlasco, con el MD (a diario de 8:00 a 21:00) y el Carrefour Market (también a diario de 7:30 a 24:00).

Entre Garlasco y Gropello Cairoli, al llegar a la SP206 la señalización es pésima, pues parece indicarnos que sigamos la carretera, cuando lo correcto es cruzarla y seguir hacia una fábrica con depósitos.

Resulta chocante que en el paso superior de la A7 tras Gropello, como sucederá en otras ocasiones, el paso de peatones sea meramente decorativo y esté cerrado por los propios quitamiedos y arbustos. ¡Ver para creer!

En el parque del río Ticino ya podemos armarnos de paciencia, pues la señalización es muy deficiente, en particular antes de la hostería, donde hay que dar un brusco giro a la derecha mal indicado, y también justo después de ella.

Aunque no esté en el centro del casco histórico, sino en el Borgo Ticino, el ostello de Betlem, gestionado por las monjas, es uno de los más pulcros que se puedan encontrar en la Vía Francígena.

En el Borgo Ticino, quien se aloje en el albergue Betlem podrá obtener un descuento en la Pizzeria Royal (Via dei Mille, 127), que ofrece un menú de dos platos a elegir; cierra los martes.

En el Borgo Ticino, la iglesia de Santa Maria in Betlem, románica del s. XII, tiene por titular una imagen del s. XIII relacionada con el viaje milagroso de un navío, por los ríos Po y Ticino, guiado por la Estrella de los mares.

Entramos a la ciudad por el singular Ponte Coperto. Se trata de una reconstrucción del puente del s. XIV que fue destruido en 1944, durante un ataque de la aviación aliada. A su vera se encuentra el monumento a la lavandera, el más fotografiado de la ciudad.

El duomo, iniciado a mediados del s. XV, es un vasto edificio renacentista en el que participaron artistas como Leonardo da Vinci o Bramante. Más fastuosa dentro que fuera, en ladrillo vista sin revestir, su gran cúpula octogonal es una de las mayores de Italia. A su lado se abre la rectangular Piazza della Vittoria, un salón urbano rodeado de edificios antiguos.

Otros templos notables, más modestos al exterior que en el interior, son San Michele, románico del s. XII y con cripta, cuyas fachada y portadas están repletas de relieves y esculturas; San Teodoro, de transición del románico al gótico, también con su cripta y frescos góticos; Santa María del Carmine, delicado y vasto edificio gótico lombardo con alta torre de más de 70 m; o San Pietro in Ciel d’Oro, también de origen medieval aunque reconstruida en el s. XIX, que acoge el sepulcro de San Agustín de Hipona (s. XIV), doctor de la Iglesia.

Entre sus edificios civiles cabe reseñar las torres Gentilizie, únicas que restan del Medievo y anticipo de las que veremos en San Gimignano; el Castello Visconteo (s. XIV), contenedor del Museo Cívico, y la Università Centrale, del s. XVIII, con sus elegantes y clásicos patios a los que se puede acceder libremente.

La certosa o cartuja, 8 km al norte de la ciudad, es un monumento fastuoso que fue concebido como panteón familiar por el duque milanés Gian Galleazzo Visconti en 1396 (aún gótico), pero concluido en el s. XVI. La fachada marmórea del templo es una de las cumbres del Renacimiento italiano, y el interior está repleto de tumbas y ricas piezas de arte. Posee dos claustros, el mayor con 123 arcos y las 24 celdas, cada una de dos plantas (parecen las villas de un resort), de los monjes cartujos. Info para visitas: https://www.certosadipavia.it/orari

Es sin duda el lugar idóneo para probar los productos de la gastronomía lombarda, por ejemplo los quesos Taleggio, Quartirolo Lombardo o el Provolone Valpadana, los tres con DOP, acompañados por el miccone pavese (pan tradicional) o los licores Gra Car y Amaro de la Certosa. En cuanto a los dulces, la torta Paradiso, en realidad un bizcocho, es la propuesta más famosa de la ciudad; fue creada por la pastelería Vignoni, inaugurada en 1878, que sigue horneándolas frente a la Universidad.