Etapa 67: Pavia - Belgioioso | Al Loro

Distancia: 
16,5 km
Duración: 
4 h
Dificultad: 
1
Paisaje: 
1

La oferta de alojamiento no es buena en Belgioioso, razón por la cual muchos peregrinos siguen hasta Miradolo Terme (32,8 km). En este caso, quien desee acortar la etapa puede tomar la línea 3 del bus urbano al salir de Pavia, que llega hasta Montebolone, lo que supone reducir 3 km.

Si no hemos hecho la compra en Pavia, se nos presenta una buena oportunidad tras la capilla de San Lazzaro, donde junto al camino funciona un Carrefour Express (de 8:00 a 15:30 y de 15:30 a 19:30, domingo de 8:30 a 12:30).

El Parco Ticino, que recorrimos en la anterior etapa, se extiende hasta la confluencia de este río con el Po. La ruta ciclable de la Francígena va sobre su vía verde entre Pavia y el Ponte della Becca. Más adelante, antes de entrar en Ospitaletto también caminamos otros 2 km por el borde del parque, que en esta zona posee arboledas de gran envergadura, muchas de ellas plantadas para frenar las periódicas avenidas.

Para evitar la engorrosa salida de Pavia, el recorrido azul para las bicicletas está marcado siguiendo la ciclovía a la orilla del río. Se trata de una estupenda alternativa, arbolada y panorámica, por el Parque Ticino-Po, que compensa con creces a pesar de ser algo más larga, sin que nos perdamos mucho más que la iglesia de San Lazzaro. Regresa a la vía peatonal a la salida del barrio de Montebolone.

El pequeño templo románico de San Lazzaro, de 1157, reviste interés por haber contado con una malatería que prestaba servicio en la Francígena. En aparejo de ladrillo, sobresale por la elegante loggia que remata su fachada y prosigue, ya ciega, por el lateral y el ábside.

Al llegar a Montebolone aparecen dos caminos marcados: a la derecha por una senda de tierra, pero al frente con un cartel oficial marrón entre las casas; ambos se unen poco después.

Resulta chocante, para quienes no se paren el Belgioioso, que la VF no llega al centro del pueblo, sino que se desvía 300 m antes. Nosotros recomendamos seguir hasta el castillo, y luego girar por la carretera a la derecha y tomar también a la derecha la Via Criminali, que a los 350 m empalma con el camino.

El palacio fue construido a finales del s. XVIII por los príncipes Antonio Barbiano y su hijo, Alberico XII. Para ello, el arquitecto Giuseppe Piermarini se inspiró en el palacio real de Caserta, próximo a Napoli, y Leopoldo Pollak continuó los trabajos, diseñando el jardín a la inglesa. En la vasta fachada neoclásica, con su frontón central, se abren 25 ventanas. Si no hay algún evento social, cosa frecuente, quizá se pueda acceder al patio y al jardín, porque ahora el edificio está ocupado por oficinas y estudios de arquitectura privados, y en parte dedicado a muestras temporales, congresos o conciertos.

Para compensar la frustración de no poder visitar el palacio y sus jardines, al otro lado de la carretera vamos a tener más suerte con los jardines de Villa Trespi, de libre acceso. Pertenecieron a una quinta privada de comienzos del s. XX, y ahora son propiedad del municipio, contando con paseos, estatuas y una frondosa vegetación.