Etapa 27: Torrefresneda - Mérida | Al Loro

Distancia: 
25,0 km
Duración: 
6 h 30 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
1

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Hoy el recorrido discurre en buena parte sobre asfalto, aprovechando los viales de servicio de la autovía. Aparte de ser un suplicio para nuestros pies, resulta increíble el estrés auditivo que se sufre al caminar en paralelo a una carretera con tanto tráfico.

La jornada no destaca por sus paisajes, a excepción de un corto tramo que bordea el Parque Natural de Cornalvo, una dehesa con bellos ejemplares de encinas.

La última etapa del Camino Mozárabe lleva al peregrino a la bimilenaria ciudad de Mérida. Allí nuestra ruta confluye con otro de los caminos de Santiago que atraviesan la Península, la Vía de la Plata. Si todavía no conocéis la ciudad, os recomendamos dedicar un día entero para visitar sus principales monumentos.

Ambas rutas convergen ante el Puente Romano sobre el río Guadiana: un final perfecto para este Camino Mozárabe, que adquiere su verdadero sentido al unir tres capitales históricas que fueron emporios del arte y la cultura, cada una en su momento: la Granada nazarí, la Córdoba musulmana y judía, y Mérida, romana y visigoda.

Si pasáis en horas lectivas, podéis llamar al timbre del Centro Escolar Nuestra Señora de La Antigua (en la avenida de Juan Carlos I, al principio del recorrido por la ciudad de Mérida), donde se creó la mascota del Mozarito, que aparece en cómics y en murales alusivos al Camino Mozárabe; allí podremos escribir en un libro de visitas para los peregrinos, con detalles muy emotivos.

A la entrada por la Vía de la Plata debemos pasar bajo la N-V, por la izquierda, para ir hacia el Puente Romano; por este larguísimo puente peatonal cruzamos el río Guadiana.

Para llegar al albergue de peregrinos, pasado el Puente Romano (por la Vía de la Plata) tomamos a la izquierda el paseo de Roma, cruzamos la rotonda del Puente de Lusitania y seguimos recto 350 metros. El albergue, en un antiguo molino rehabilitado, bien visible, está entre el paseo y el río.

Con el nombre de Emerita Augusta, fue fundada el siglo I a. C. por el emperador romano Augusto, con el doble propósito de asentar a los emeritus (soldados veteranos de las legiones) y proteger el estratégico puente sobre el río Guadiana.

El conjunto arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad; es una visita asequible, pues sus principales monumentos se hallan cercanos, y junto a ellos se encuentra el magnífico Museo Nacional de Arte Romano (más información en el sitio web del museo).

Los principales monumentos de la ciudad son en su mayor parte de la época romana: el Teatro, el Anfiteatro, el Circo, el Puente sobre el río Guadiana, el Templo de Diana y el Arco de Tiberio (ambos pertenecientes al Foro), y el Acueducto de Los Milagros, junto al cual pasaremos mañana a la salida por el camino.

En la cripta de la basílica paleocristiana de Santa Eulalia de Mérida (siglos IV-XIII) —destino de peregrinaciones desde toda Europa a principios de la Edad Media— descubrimos el lugar donde estuvo enterrada la joven Eulalia (292-304), hija de una familia patricia que con sólo 12 años recibió martirio durante la persecución de Diocleciano y murió quemada en la hoguera.

A la salida de la ciudad, destacan el acueducto romano de Los Milagros y la presa romana de Proserpina, ambos a pie de camino.