Etapa 74: Sivizzano - Berceto | Al Loro

Distancia: 
23,5 km
Duración: 
6 h 30 min
Dificultad: 
4
Paisaje: 
4

La señalización flaquea en muchos puntos a lo largo de la jornada, tantos que nos remitimos a la descripción del recorrido. ¡Atención a la App de Gronze!

Las etapas clásicas de la VF proponían como fin de etapa Cassio, pero pese a la subida, que tampoco es para morirse, resulta evidente que el recorrido queda sumamente corto (12,8 km), y casi se puede decir lo mismo de Cavazzola (15,9 km). Es por ello por lo que, en los últimos años, Berceto se ha ido imponiendo como referente para la pernocta.

Hoy nos vamos a encontrar un gran número de fuentes, prácticamente en todos los pueblos, por lo que no será necesario cargar mucha agua.

Los Apeninos. Este sector, que atraviesa el Passo della Cisa, es conocido como Tosco-Emiliano, y al igual que el Ligur forma parte de los Apeninos Septentrionales. Desde 2015 toda esta área, incluidos los municipios parmesanos de Fornovo di Taro y Berceto, figura dentro de una Reserva de la Biosfera declarada por la Unesco.

Mala etapa para las bicis, con muchos tramos difíciles, por lo que será razonable plantearse seguir en muchas ocasiones la carretera. Para comenzar, se debe ir por la SP39 hasta Bardone sin pensarlo dos veces. Luego, desde Terenzo se propone dar un considerable rodeo por la SS62, de pendientes más suaves que la VF, hasta Cassio. Asimismo, en el tramo final se recomienda no apartarse de esta carretera en ningún momento hasta Berceto. El inconveniente de seguir estas carreteras es que nos perderemos el paso por todos los pueblos viarios antiguos, y por los bosques más bellos. ¿Compensa?

La iglesia de Santa Maria Assunta, con su sólida y pesada torre cuadrada de campanas, es un edificio románico, pero muy alterado en los s. XVI y XVII. Además de la portada, con una Virgen y un santo en su tímpano, en el interior custodia dos relieves, que representan la Deposición de la Cruz y la Glorificación de Santa Margarita, y otras piezas curiosas (capitel con demonios, ahora aguabenditero) procedentes del púlpito desmontado de la catedral de Fornovo.

Resulta un placer acudir a la tienda de la granja La Dinara, en la que ofrecen su producción de quesos de cabra, también en pequeño y económico formato para un bocadillo peregrino, crema de queso o yogur. Lamentablemente el horario de venta es reducido (por lo común de 14:00 a 18:00), y no todos los días de la semana.

De Castello di Casola a Villa di Casola baja una senda estrecha, con rampas pronunciadas, en las que resbalar puede ser fácil. Las bicis ni de broma deben plantearse seguirla.

Aunque el camino no debería llegar a la SS62 en el monte Cassio, al no estar señalizada la senda que la evita la hemos de seguir 200 m. Esta carretera resulta especialmente peligrosa en fin de semana, ya que muchos motoristas hacen la ruta de la Cissa, uno de los pasos míticos del norte de Italia, creyéndose que están en un rally.

El atrio de la iglesia, arropado por sus castaños de indias, resulta muy agradable para el descanso, y dispone de fuente.

Dal Vecio, con su magnífica terraza, es un café y restaurante bien preparado para atender a senderistas y moteros, pues tiene un poco de todo (pan, quesos, jamón y embutidos, panini, yogur, bizcochos y tartas, helados). Al lado está la pizzería Salti del Diavolo, más puesta y menos versátil.

De Cassio a Cavazzola marchamos por la carretera SS62, sin arcén, aunque con bastante visibilidad salvo en las curvas. Prudencia.

Se denomina Salti del Diavolo a una afloración de agujas calizas, originarias del Cretácico, que forman una especie de dientes de sierra y están situadas al otro lado del valle del Baganza, siendo visibles entre Cassio y Cavazzola. Una leyenda medieval indica que se trataría de las huellas del mismísimo Satán, que habría sido puesto en fuga por un ermitaño, al que intentaba tentar, que lo conjuró, como se hace con los vampiros, con un crucifijo.

Vale la pena apartarse 40 m a la derecha del camino para acercarse a la iglesia, donde encontramos una estupenda área de descanso a la sombra de castaños y con fuente.

Localidad bien servida para el hospedaje, pues cuenta con dos albergues de la Iglesia, y también con algunos B&B que hacen precio especial a los peregrinos, aparte de un hotel y otras opciones.

Para darse un gusto, con buen servicio en su terraza y calidad en el producto y la elaboración, está la Locanda Pasquinelli (Via Martiri della Libertà, 33), a 100 m de la catedral. Sus especialidades son los antipasti con porcini (setas) y la carne de manzo (vaca).

Al lado del duomo, la Birreria Francígena (Piazzale Barbuti) nos ofrece cervezas internacionales a presión o en botella, también hamburguesas.

A la entrada del camino se encuentra el castillo o, más bien, lo que queda de él, convertido en un sitio arqueológico. Data del s. XIII, fue posesión inicial de los Rossi, y muestra una planta pentagonal, con cinco cubos circulares en los ángulos. Una serie de pasarelas elevadas permiten visualizar la planta.

El duomo de San Moderanno tiene su origen en un monasterio mandado construir por el rey longobardo Liutprando (s. VIII), del cual Moderanno sería su primer abad. Lo que ahora vemos data en su mayor parte de los ss. XI y XII, aunque con reformas del s. XVI, y todo depurado en el s. XIX. Al exterior sobresale la portada, con una Crucifixión en su tímpano. En el interior se veneran las reliquias de Moderanno, por supuesto, pero también las de San Remigio, uno de los evangelizadores de los francos, traidas por el anterior.

Con los porcini (setas) de los bosques emilianos de los Apeninos, con especial mención al apreciado fungo di Borgotaro (IGP), se elaboran deliciosos platos de pasta o risotto.