Etapa 4: Santarém - Golegã | Al Loro

Distancia: 
30,7 km
Duración: 
7 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
1

De nuevo una etapa relativamente larga, sin apenas sombra y con un final nada agradable. Además puede resultar con 3,6 km de propina si no tomamos el atajo hacia Azinhaga. Lo mejor será salir bien temprano y llevar suficiente reserva de agua.

Salimos de Santarém por la puerta de São Tiago en la antigua muralla, tal como hacían los peregrinos de la Edad Media. Queda un tanto escondida: para llegar allí debemos seguir la avenida 5 de Outubro hasta el final, y 40 metros antes de la entrada a los jardines de Portas do Sol giraremos a la izquierda, frente a la iglesia de Santa Maria da Alcáçova.

Hoy las flechas hacia Fátima dejarán de acompañarnos, pues ambos caminos se bifurcan en Santarém: Fátima queda hacia el norte, y nuestro camino sigue rumbo al noreste en paralelo al río Tejo. Dentro de unas jornadas volveremos a coincidir con las flechas azules, si bien en sentido contrario.

La bajada desde la puerta de São Tiago es por un sendero entre árboles, estrecho y pedregoso, que si ha llovido estará resbaladizo. Aunque sea por unos minutos deberemos alargar los bastones telescópicos o apoyar con fuerza el bordón.

Mucha atención al salir de la Ribeira de Santarém: 800 metros después de cruzar el puente medieval de Alcôrse llegaremos a una casa aislada con un sauce llorón, llamada Freixo Grande, donde tenemos que torcer a la izquierda. Si vamos distraídos es fácil pasar sin ver la flechita.

Buena parte de la jornada avanzaremos por la lezíria do Tejo, una llanura muy fértil formada por los sedimentos depositados por el río durante sus crecidas. En verano esta región puede ser un horno.

Hasta inicios de 2019 el camino oficial pasaba por Reguengo de Alviela y Pombalinho; ahora está señalizado por un camino desdibujado entre campos de maíz, en paralelo al río por una zona inundable, ahorrando 3,6 km. Tomar el camino por Pombalinho tendría sentido en días de mucha lluvia y cuando el margen del río se halle inundado, cosa poco habitual.

Aquí nació el premio Nobel de literatura José Saramago (1922-2010). En una placita del pueblo pasaremos frente a una estatua del escritor, sentado en un banco mientras lee un libro.

Mucho cuidado durante los últimos 7 km, que son por una carretera peligrosa y sin arcén (hay una alternativa no oficial que la evita en gran parte, ver Recorrido). Aunque no hagamos auto-stop, es muy probable que algún coche se detenga y nos ofrezca llevarnos hasta Golegã; no son taxistas ni te cobran el servicio, sólo pretenderán convencernos sutilmente de utilizar uno u otro de sus alojamientos privados.

La villa es considerada la capital del caballo pura sangre lusitano. Aquí todo hace referencia al mundo del equino, a su crianza, a las calesas, al rejoneo a caballo… Cada tienda luce un logo al respecto, e incluso hay señales de tráfico con pictogramas alusivos.

Además de la iglesia del siglo XVI en estilo manuelino, es interesante el museo Carlos Relvas, en la casa-taller de un fotógrafo del siglo XIX. Otra visita muy curiosa es la colección de 300 máquinas de escribir que puede verse en la biblioteca municipal, un palacete situado en la Rúa de Oliveira, 41.

Daniel Torres, gran caminante y buen amigo de Gronze, nos recomienda comer en la Adega Ribatejana, una bodega típica con las paredes repletas de fotografías de toreros y rejoneadores. El menú, suculento y casero, sale por 8 euros incluyendo postre, jarra de vino y café.