Etapa 93: Montefiascone - Viterbo | Al Loro

Distancia: 
18,0 km
Duración: 
4 h 30 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

En el parque de la Rocca dei Papi, en Montefiascone, se accede al recinto por la puerta inmediata a la iglesia de Santa Maria della Neve y se sale rodeando el castillo-palacio por el extremo opuesto. No hay señales.

Al poco de salir de Montefiascone el Camino pasa al lado del supermercado Todis (apertura de 8:30 a 20:00, domingo hasta las 13:00), muy surtido, que garantiza el avituallamiento para la jornada.

El único punto peligroso es el cruce de la SP7, carretera bautizada como Commenda, en un tramo con curvas y reducida visibilidad.

Toda la etapa es ciclable, y el único problema de paso lo ofrece la calzada de la Vía Cassia, donde para no dañar el viejo enlosado en la zona de Cevoli, y evitar resbalar en sus desgastadas piedras, conviene que bajemos de la bicicleta y sigamos a pie, lo que también nos permitirá disfrutar mejor de ella.

La Vía Cassia. Hasta ahora hemos identificado el itinerario con una carretera, pero al salir de Montefiascone nos encontramos con varios tramos de la antigua calzada en aceptable estado de conservación, y con su ancho originario de casi 4 metros.

La Domus Peregrini, de espíritu peregrino, atendida por Immacolata, es una buena alternativa a los fines de etapa tradicionales.

Una fantástica sorpresa, a mitad de etapa, son la Termas del Bagnaccio. Estas caldas naturales, ya utilizadas por etruscos, romanos y durante el Medievo por los peregrinos, son ahora un centro bien gestionado, con las vascas o piscinas de diferentes temperaturas al aire libre, en la que quienes portamos la credencial no pagamos (salvo el donativo). Disponen de máquinas de bebidas y nos ponen el sello.

No se entiende que el itinerario no aproveche el paso por el extenso parque Prato Giardino, y en todo momento siga la colindante Via della Palazzina. ¡Estamos invitados a hacerlo!

Al entrar un cartel indica el recorrido por la Vía Francígena Monumental, que recorre el casco histórico, y otro, alternativo, definido como innesto o conexión, pues ignora la ciudad antigua para seguir la Cassia Cimina (no recomendable).

Además de los albergues, resulta muy sugerente alojarse en el barrio de San Pellegrino, donde muchas de sus casas medievales acogen B&B.

Para los peregrinos de la VF existe, desde 2021, un Infopoint en la Via Filippo Ascenzi, 4 (tras el Comune). Lo gestiona el Club Alpino Italiano, y expiden la credencial y sellan. Por el momento solo martes y viernes por la tarde.

Los peregrinos del pasado veneraban a Santa Rosa de Viterbo, enterrada en 1251. Nacida sin esternón, ingresó en la Orden Tercera y murió a los 18 años tras realizar varios milagros, entre ellos el de la conversión de los panes en rosas, atribuido a varios santos. Por un sueño del papa Alejandro IV, fue desenterrado su cuerpo incorrupto en 1258, y trasladado al convento de clarisas. En su honor se celebran las grandes fiestas de la ciudad, que incluyen el traslado de la imagen en la pesada Macchina di Santa Rosa, de 30 metros de altura, celebración declarada por la Unesco Patrimonio Mundial.

La catedral y el palacio papal constituyen, en la Piazza de San Lorenzo, un armónico conjunto. El duomo románico, de fines del s. XII, renovó su fachada en el Renacimiento, pero subsiste la alta torre medieval, que combina travertino y basalto (blanco y negro). En el interior, de tres naves, reposan los papas Alejandro IV y Juan XXI.

El palacio de los papas es un meritorio edificio gótico ampliado a mediados del s. XIII por Alejandro IV, que en 1257 estableció aquí la sede pontificia por el peligro que corría en Roma; Martino IV regresaría a Roma en 1281. En él destaca la bella logia de las bendiciones, compuesta por un decorativo conjunto de arcos entrelazados soportados por finas columnas. El salón de Audiencias es conocido como Sala del Cónclave, ya que aquí se celebró, entre 1268 y 1271, el primero de la Iglesia para elegir al papa Gregorio X.

El barrio medieval de San Pellegrino pasa por ser uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Italia. Sus edificios y torres, de los siglos XI y XII, están construidos en piedra volcánica, el peperino, de color gris moteado. Muchas de sus casas poseen una escalera exterior, denominada profferlo, para acceder al primer piso.

De los varios museos de la ciudad dos merecen nuestra atención: el de la Ceramica della Tuscia ocupa el palacio Brugiotti, y en siete salas expone la evolución de la producción alfarera de la región, desde el s. XIII al XIX, incluyendo la botica del Ospedale Grande; el Nazionale Archeologico, en la Rocca Albornoz, destaca por su fondo etrusco.

Las patatas dell’Alto Viterbese (IGP) gozan de merecida fama. Su peculiaridad es la de crecer en un microclima húmedo, generado por el lago de Bolsena, y sobre suelos volcánicos.

Uno de los platos más típicos de la cocina de Viterbo es el acquacotta. Se trata de una sopa para aprovechar lo que había en casa, y entre sus ingredientes están patatas, ajo, cebolla, tomate, hierbabuena y achicoria silvestre, bacalao, un huevo escalfado, pan duro y un chorrito de aceite virgen de oliva.