Etapa 92: Bolsena - Montefiascone | Al Loro

Distancia: 
18,1 km
Duración: 
4 h 30 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

En la etapa se suceden las áreas de descanso de mayor o menor envergadura, pero la más recomendable, a mitad de trayecto, es la del Parque Natural y Arqueológico de Turona, ubicada a la sombra de viejos robles.

Dado lo agreste del recorrido, a los ciclistas se les recomienda seguir la Cassia (SR2) hasta que la VF la cruza, continuando por esta hasta la iglesia de Corpus Domini y Montefiascone. Aunque se disfrutará de la orilla del lago, no nos parece buena idea renunciar al Parco di Turona.

Además del omnipresente lago de Bolsena, del que ya hemos hablado en la etapa previa, hoy sobresale el bosque de Turona, convertido en un parque natural local. Se sitúa en el límite de los municipios de Bolsena, Montefiascone y Bagnoregio, y alcanza su máximo desarrollo en torno al Fosso del Bucine, en el que se forman bellas cascadas. La especie dominante son los robles, algunos de gran porte.

Los montes Vulsini (el nombre viene de la ciudad etrusca de Volsinii), de escasa envergadura, configuran una sierra que forma parte de los antiapeninos del Lazio. Se trata de una serie de colinas, como todas las de la zona de origen volcánico, que no superan los 640 m. En el entorno del camino, sus derrames (Poggio Cerretella, Colle della Guardata) se aproximan a los 500 m de altura.

Atención al salir de Bolsena, pues al cruzar el Fosso della Carogna al lado de un manantial no se va al frente como parecería sensato, sino a la derecha dibujando un giro de 180º. El cruce está mal señalizado.

En vez de dar el rodeo panorámico por la Azienda Gualterio (Agriturismo Meridiano 12), se puede seguir una pista local en línea recta y se ahorra 1 km de trayecto. Era el trazado antiguo, ahora no señalizado.

Prudencia, tras el puente del Maltempo, al caminar por el arcén de la Cassia (SR2) en un tramo de 400 m, por fortuna en una recta.

El marco kilométrico 100 a Roma ocupa una privilegiada posición en el atrio de la iglesia del Corpus Domini, mirador sobre Montefiascone y el lago. La foto, casi obligatoria.

En el atrio de la iglesia del Corpus Domini no se baja por la escalinata, sino que se sigue por donde dice «Propiedad Privada», entre pinos, hasta una curva de la Cassia con un albergo-restaurante.

Si en Montefiascone entramos en la iglesia de San Flaviano, que tiene dos alturas por adaptarse a un terreno descendente, podemos salir por la fachada posterior y seguir la ruta hacia el centro.

Se percibe que aquí comienza el ámbito de los 100 km a Roma, porque la villa posee una buena oferta de alojamientos para peregrinos, la mayoría dependientes de congregaciones religiosas. Quienes deseen alargar la etapa encontrarán una buena acogida de espíritu peregrino en la Domus Peregrini, a 3,5 km de Montefiascone.

En el Palacio Renzi-Doria (Comune) hay una oficina de los Amigos del Camino dedicada al km 100. Tienen dos sellos para nuestra credencial, y para los que parten de aquí la expiden por 4 €.

Resultan muy agradables las terrazas del Piazzale Roma, y más concretamente la de los dos quioscos a la entrada y dentro del parque público. En la Piazza Vittorio Emanuele un clásico de siempre: el Caffè Centrale.

Curioso y singular el supermercado Marenghi (Corso Cavour, 74), que abrió en 1902 y tiene un poco de todo. En el número 10 de la misma calle está el Panificio Di Mari, también veterano —desde 1925—, con pan artesano, pizza y bollería de calidad; a probar sus croissants.

La basílica de San Flaviano es una de las más notables de la Francígena. Sobre un edificio carolingio, entre los ss. XI y XII se construye el actual templo bajo románico, de tres naves con sus ábsides, y sobre él otro superior gótico, consagrado en 1262 por Urbano IV. Sobresalen los capiteles románicos y los numerosos frescos góticos de los ss. XIV y XV.

Desde lejos destaca, por su enorme cúpula de 27 m de diámetro, la catedral de Santa Margherita. Con trazas de Michele Sammicheli, y posible colaboración de Antonio da Sangallo il Giovane, se trata de un edificio de plan central renacentista, pero la cúpula fue reedificada, tras un incendio, por Carlo Fontana (1674), y ya es plenamente barroca.

Hay varios parques, pero nadie se debería perder un atardecer desde el de la Roca dei Papi, donde estuvo el castillo del que restan una torre, algunas dependencias y murallas. A él se accede por la puerta inmediata a la iglesia de Santa Maria in Castello, y en su interior está el Museo de Architettura Antonio da Sangallo il Giovane. Las vistas sobre el lago son soberbias.

¡Est, Est, Est! Al llegar a Montefiascone veremos que se anuncia como la ciudad del Est, Est, Est. ¿Pero qué diablos es esto del Est? Pues bien, la cosa tiene que ver con este vino blanco del Lazio, con DOC desde 1966, en sus variedades de fresco, espumante y clásico.

La leyenda dice que cuando el obispo alemán Johannes Fugger se dirigía a Roma para visitar al papa, había enviado por delante a un secretario para que le buscase alojamientos en los que tuviesen buen vino, su pasión. Cuando el vino era aceptable marcaba un Est en la puerta, y aquí, al parecer, resultó ser superlativo, de ahí los tres Est. Visto lo visto, el obispo dejó su sede y se instaló en Montefiascone para disfrutar del vino, y acabó siendo enterrado en el templo de San Flaviano, donde su epitafio, en alusión a haber bebido vino en demasía, reza: «Est est est pr(opter) nim(ium) est hic Jo(hannes) de Fu(kris) do(minus) meus mortuus est».