Etapa 91: Acquapendente - Bolsena | Al Loro

Distancia: 
23,0 km
Duración: 
6 h
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

El único tramo peligroso de la jornada es el que coincide con la SP53 antes de llegar al barrio del castillo de Bolsena. Casi no tiene arcén, y en temporada alta soporta mucho tráfico por el turismo.

La traza de Acquapendente a San Lorenzo Nuovo no presenta mayores problemas para las bicis. No obstante, la señalización azul sigue la SP24 y, tras coincidir un breve trecho con la vía peatonal, la Cassia. No aconsejamos seguirla.

De San Lorenzo Nuovo a Bolsena tampoco hay grandes problemas para ir sobre dos ruedas por la VF, quizá con algún pie a tierra en el tramo inicial por el bosque, por lo que en este pequeño sector de menos de 1 km sí se puede seguir la Cassia.

Donde sí será necesario bajar por la carretera zigzagueante es desde el castillo hasta el centro de Bolsena, aunque resultará más bonito hacerlo a pie por las antiguas calles empedradas.

En la salida tenemos dos surtidos supermercados, D’Piu y Euro Spin, que abren a las 8:30, también el domingo.

Sobre todo en San Lorenzo Nuovo (por ejemplo en su mercado), pero también en Bolsena, es típica la porchetta, carne de cerdo cocinada al horno, adobada con hinojo y deshuesada, que se puede comer en panini o en una ración. Las furgonetas la ofrecen por toda la zona del lago, y también la Antica Norcineria Morelli (Bolsena, Piazza San Rocco, 11), una verdadera institución.

Es el lugar para aprovisionarse y tomarse algo en los cafés de la plaza de la iglesia. También dispone de una casa del agua, ya se sabe, caseta con surtidor a 5 céntimos el litro.

Se trata de una población diseñada, con los criterios de la Ilustración (en Italia Iluminismo), en el siglo XVIII. De ahí su concepción racional, a partir de una gran plaza octogonal de la que parten calles tiradas a cordel según el proyecto de Francesco Navone aprobado por el papa Clemente XIV, que pretendía crear una «ciudad ideal». El templo de San Lorenzo Martire, de 1777, acoge un Crucificado del s XIII.

El lago de Bolsena constituye una gran sorpresa en la Vía Francígena. Se trata del lago de origen volcánico más grande de Europa, y su forma es ovalada (13x11 km), con una profundidad máxima de 151 metros y dos pequeñas islas. Ha sido declarada una zona de especial protección para las aves, tanto residentes como migratorias, pero el equilibrio de la vida natural, dentro de la Red Natura 2000, está amenazado por la presión turística y las actividades deportivas, lo que genera una fuerte controversia.

No nos podemos ir de Bolsena sin darnos un chapuzón en el lago. A 1 km de la localidad, basta con bajar por el Viale Colesanti hasta la pequeña playa de arena negra inmediata al puerto deportivo, rodeada de terrazas. El agua está muy caliente en verano (26-28º), pero tremendamente fría en invierno (8-10º), y cuando sopla el viento sorprende el oleaje que se puede generar.

Los dos albergues son muy apropiados para los peregrinos, más cómodo el de las Suore del SS. Sacramento, y en libre gestión la Casa de Preguiera Santa Cristina, de espacios un tanto reducidos.

El mejor helado artesanal en Lolla (Corso della Repubblica, 59), que usa productos de la estación y está considerada como una de las 100 mejores heladerías de Italia.

Si te quieres comer una buena pizza en el albergue, puedes adquirirla en Lo Spigolo (Via Donzellini, 39), algo escondido y a un paso de la Casa di Preguiera Santa Cristina; también preparan pollo, ensaladas o fritura del mar.

Al igual que O Cebreiro (Galicia), la localidad es famosa por su milagro eucarístico. El protagonista fue un clérigo, Pietro, que dudaba de la presencia de Cristo en el pan y el vino. Un día de 1263, al consagrar la hostia, ésta sangró manchando el altar y los corporales en la basílica de Santa Cristina. Motivado por el prodigio el papa Urbano IV, al año siguiente, instituyó la fiesta del Corpus Christi.

Cuatro barrios o rione configuran el casco histórico, con sus edificios erigidos con la oscura piedra volcánica. El superior y más pintoresco es el del Castello, presidido por la Rocca Monaldeschi. El animado corso Cavour une los de Il Borgo y San Giovanni. Y entorno a la plaza y basílica se desarrolla el de Santa Cristina.

La basílica de Santa Cristina es un lugar de culto muy antiguo, pues fue construido sobre unas catacumbas (se pueden visitar), con el sepulcro de la mártir titular del siglo IV, que, a su vez, se asientan sobre un santuario etrusco. Aunque la fachada es renacentista (1494), la torre y el interior de tres naves son románicos del s. XI. Adosada queda la capilla barroca del Milagro, y desde ella se accede a la gruta con el altar manchado de sangre (los corporales fueron trasladados a la catedral de Orvieto) y la tumba de Santa Cristina.

Una de las características de su cocina es que en sus platos se utiliza el pescado del lago. A destacar la sbroscia, una sopa hecha con pescados difíciles de comercializar a la que se añade pan seco, aceite de oliva, cebolla y especias. Lo mismo cabe decir de la pasta o risotto con pesce. Entre los pescados del lago destacan la perca, la anguila, el lucio o los pequeños lattarini, que se comen fritos.