Etapa 19: Llanes - Ribadesella | Al Loro

Distancia: 
30,0 km
Duración: 
7 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

Etapa larga, que discurre en buena parte por caminos de tierra y cuyo perfil no presenta desniveles de consideración, salvo un par de rampas en bajada. Quien lo desee puede dividirla pernoctando en Piñeres de Pría o en Cuerres, localidades que cuentan con albergues privados.

A lo largo de la jornada encontraremos servicios de restauración en todos los pueblos por los que pasamos, excepto en Cuerres, donde el bar-restaurante Casa Antón —a 200 metros del camino— cerró en 2024. La localidad intermedia con más servicios es Nueva, situada poco después del ecuador de la etapa.

A la salida de Barro veremos, frente a nosotros, una bonita estampa de la iglesia de los Dolores reflejada en las aguas de la marisma, que ha sido escenario del rodaje de varias películas. El camino, sin embargo, tuerce a mano izquierda pocos metros antes de llegar a ella, junto a la capilla de ánimas del Santín.

Llegados a la altura de Niembro, muchos aprovechan para acercarse al mirador sobre la playa de Torimbia, una de las más bonitas de todo el litoral, lo cual supone un desvío de 1,1 km; es una playa nudista y dispone de un chiringuito, abierto sólo en temporada. Si coincide en las horas de marea baja, podemos descender a la arena y darnos un inolvidable chapuzón. Desde el mirador se puede retomar el camino siguiendo por la Senda Costera E-9, sin necesidad de volver atrás.

Os recomendamos visitar la sorprendente playa de Gulpiyuri, un prodigio geológico que queda muy cerca de nuestra ruta, a 1,0 km de Naves. El nombre significa «círculo de agua» y es una pequeña cala interior situada tierra adentro, a 150 metros de la costa: durante la marea baja veremos una dolina, una especie de cráter vacío, con rocas y arena pero sin agua; el mar penetra sólo en las horas de marea alta, a través de grutas naturales formadas bajo la roca caliza. Quienes se desvíen hasta allí pueden continuar por la Senda Costera, como os explicamos en la pestaña Recorrido.

El camino pasa ante los cementerios de Naves y de San Pedro de Pría, donde pueden leerse, grabados sobre el dintel de sus puertas de entrada, unos versos tristes a modo de epitafio. El primero data de 1881 y su autor debía ser un émulo de los poetas del Romanticismo: «Podredumbre, polvo, nada me queda ya de la vida...».

En el litoral de Nueva está la playa de Cuevas del Mar, con su atractiva combinación de oquedades y arena blanca, que vale la pena visitar durante la marea baja. Como otras calas del litoral, podemos acceder a pie por la Senda Costera, viniendo desde la playa de Gulpiyuri.

Los bufones de Pría, fenómeno natural que resulta espectacular en días de temporal, se hallan en la costa a 1,6 km de nuestra ruta, junto a los acantilados de la playa de Guadamía. Veremos el desvío, bien señalizado, poco antes de cruzar el río del mismo nombre.

Poco antes de Cuerres cruzaremos el río Guadamía, uno de los más cortos de la Península, con apenas 5 km desde su nacimiento en la sierra de la Cueva Negra. Junto a su cauce se conservan restos de una calzada medieval, así como puentes y molinos. El nombre, que deriva del prefijo árabe ouad / wadi (que significa río o vaguada), es una muestra de cómo la lengua del califato llegó a la costa cantábrica, probablemente por influencia de los emigrantes mozárabes.

Para colmo tras esta larga etapa, el albergue municipal se encuentra en San Esteban de Leces, aldea sin servicios situada a 5,1 km del centro de Ribadesella, en ligero ascenso. Como alternativa, en la villa disponemos de numerosos alojamientos hoteleros y de un albergue juvenil.

Como bien refleja su nombre, esta localidad ocupa la riba —la orilla— del río Sella, en un meandro de su desembocadura. El puente por donde pasa el camino, de 325 metros de longitud, comunica la parte antigua o Portiellu (al este, por donde entramos) con la moderna o Ensanche (al oeste).

Hoy este río acoge un evento deportivo de fama mundial, el Descenso Internacional del Sella, competición de piraguas que se celebra a principios de agosto.

Hasta mediados del siglo XIX, cuando se levantó el primer puente sobre la desembocadura del Sella, había que cruzar el río mediante una barca; ese puente inicial, de madera, sería substituido en 1889 por otro metálico, que fue dinamitado en 1937 durante la Guerra Civil para impedir el avance de las tropas franquistas. El actual puente de hormigón data de 1940 y en su ejecución se utilizó —como represalia— a 300 presos republicanos, que vieron reducidas sus condenas a cambio de trabajar gratuitamente.

El puerto, de origen romano, creció al resguardo del estuario del río, donde en la Edad Media recalaban embarcaciones de cabotaje en las que viajaban comerciantes y peregrinos; destacó por su flota ballenera y por disponer de un alfolí o almacén de sal, pujante negocio cuya concesión era decidida por la Corona.

Muy cerca, justo al otro lado del puente, se halla la cueva de Tito Bustillo Pozu’l Ramu en asturiano– considerada una de las catedrales del arte paleolítico; en ella veremos figuras de caballos y renos pintadas entre 25.000 y 14.000 años atrás, durante el periodo Magdaleniense. Las visitas son restringidas y conviene reservar con antelación (cierran los lunes y martes). Como alternativa, podemos visitar el Centro de Arte Rupestre y otra gruta situada a pocos metros: es la Cuevona de Ardines, sin pinturas pero con una inmensa sala abovedada en la que penetra un hilo de luz desde el exterior.

Esta zona del litoral asturiano recibe el nombre popular de Costa de los Dinosauros: tanto en los acantilados de Tereñes como al final de la playa de Santa Marina pueden verse icnitas, huellas fosilizadas de dinosaurios del periodo Jurásico, hace 150 millones de años. Se trata de pisadas tridáctilas de diferentes especies que quedaron marcadas sobre el fango, formando una capa que se endureció y que fue recubierta por cenizas; mucho más tarde, tras los plegamientos que dieron origen a la cordillera, dichos estratos afloraron, convertidos en rocas sedimentarias.

La actividad pesquera es la principal fuente de productos de la gastronomía local, destacando las calderetas con pescados de roca, los erizos o los fideos con besugo, así como diferentes elaboraciones a base de bonito y, por supuesto, el preciado oro blanco del Sella: la angula (el alevín de la anguila), un manjar que al llegar las Navidades alcanza precios astronómicos.

Los quesos son uno de los productos estrella de la comarca; durante la etapa veremos carteles de granjas donde se produce el queso Pría, elaborado con leche de vaca al que se añade nata de oveja. Otros quesos de poblaciones cercanas, también muy apreciados, son el Cabrales, el Beyos o el Gamonéu.