Etapa 84: Gambassi Terme - San Gimignano | Al Loro

Distancia: 
13,6 km
Duración: 
3 h 30 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

Aunque la distancia es corta, la montaña rusa se torna fatigosa, y si la temperatura es alta conviene evitar las horas cenitales.

En toda la etapa, salvo al inicio y final, no encontraremos ni tiendas ni bares, pero sí bastantes fuentes, a partir de esta zona señalizadas con antelación (normalmente 1,5 km antes).

Aunque la jornada puede resultar incómoda, sobre todo por los continuos desniveles, las pistas agrarias o strade bianche se recorren sin demasiados problemas.

El recorrido oficial azul, concebido más con parámetros cicloturistas que para BTT, va al oeste y difiere completamente del rojo: primero sigue la SP4 hasta el cruce de Il Castagno, luego la SP62, y por fin la SP69 hasta San Gimignano. No aporta mucho al peregrino, pues no pasa por ningún pueblo, templo o entre bosques, y además da un rodeo considerable.

En la partida de Gambassi, la azienda Casanuova ofrece en su tienda los productos propios (vino, aceite), pero también joyas peregrinas.

Pasada la granja Casanuova, a la derecha aparece señalizado un camino, en descenso por la vaguada del río dei Casciani, hasta la sorgente hipotermal I Bollori (a 1.250 m), de aguas sulfurosas. Es una buena ocasión para darse un baño caliente, con olor a azufre, en un paraje natural bastante abandonado.

El santuario mariano de Pancole, rodeado por un porche en el cual resguardarse si llueve, es un lugar excelente para una primera parada. Dispone de fuente y desde su atrio se obtiene una bella panorámica.

El santuario de Maria Madre della Divina Provvidenza nació, a partir de una modesta capilla y como en tantas ocasiones, tras la aparición mariana a una pastorcilla muda, que recuperó el habla, en 1668. Durante la II Guerra Mundial la fortuna fue adversa para el lugar, dinamitado por los alemanes en 1944, que hubo de ser reedificado por completo. Además de la iglesia, de estilo «neo» neoclásico, con el fresco del s. XV que representa a la Virgen, se puede visitar un curioso Presepio (Belén) subterráneo, compuesto por grandes figuras en varias escenas.

Otro sitio especial para detenerse, visitando la iglesia, es el monasterio de la comunidad de Bose, en cuya tienda nos pueden poner su sello.

La pieve di Cellole, en el monastero di Bose, es un templo románico de finales del s. XII y comienzos del XIII, asociado a un monasterio que ya existía en el s. X. Aconsejamos rodearlo para admirar la cabecera, con decoración de arquitos ciegos en su único ábside, y conocer el interior, de tres naves muy sobrias con cubierta de madera.

La llegada a San Gimignano, por el arcén de la SP69 a lo largo de 2,2 km, es uno de los tramos negros de la Francígena, máxime por el intenso tráfico que genera el turismo. Se percibe que los peregrinos no interesamos mucho por estos lares.

Al tratarse de un pueblo muy turístico, o quizá por ello, en San Gimignano era preciso ofrecer a los peregrinos alojamientos específicos. De este modo, nos sentiremos especialmente privilegiados al ser acogidos tanto en el Ospitale dei Santi Agostino e Giacomo, gestionado con hospitaleros de la Confraternita di San Jacopo de Perugia, concebido para peregrinos a pie de largo recorrido, como en el monasterio de San Girolamo, de monjas benedictinas, con mayor capacidad.

A la entrada, junto al Camino está la tienda Belvedere (Via Dante Alighieri, 7), con calidad aunque los precios no son, desde luego, los de un supermercado. Intramuros el Carrefour Expréss del Borgo degli Albizi, 57 (de 8:00 a 21:00, el domingo desde las 9:00), y a la salida el más surtido Coop de Via Baccanella, inmediato al Piazzale Montemaggio (de 8:00 a 20:30, domingo de 8:30 a 13:00).

Al tratarse de una localidad pequeña, el mejor consejo es que nos perdamos por sus calles, e incluso que nos alejemos algo del centro, por los alrededores, para obtener las mejores perspectivas sobre sus torres medievales al atardecer. La desaforada competencia, entre los señores del Medievo, para saber quién la tenía más alta, fueron alzadas hasta 72 torres fuertes, de las que restan catorce. Nos seducen especialmente las gemelas dei Salvucci, de 51 m de altura, que tienen algo de construcción onírica a lo De Chirico.

Entre los muchos lugares de interés reseñar el duomo (s. XII), con frescos de la escuela sienesa, entre ellos el Juicio Universal de Tadeo di Bartolo; a su lado quedan el Museo d’Arte Sacra y el Palazzo Comunale (s. XIII), con su pinacoteca y acceso a la Torre Grossa (1311). La iglesia de Sant’Agostino, del s. XIII, sobresale por los murales de Benozzo Gozzoli (s. XV), y la rocca o castillo de Montestaffoli (s. XIV) por la panorámica que nos ofrece de la ciudad.

En suma, San Gimignano es una invitación para recorrer una y otra vez, con diferente luz y al anochecer, sus calles y plazas jalonadas por palacios, conventos, iglesias como la de San Iacopo (ss. XII-XIII), museos como el de La Vernaccia, etc., sin olvidar la muestra de esculturas contemporáneas que van apareciendo aquí y allá, o el paseo al borde de la muralla, especialmente bien conservada en el sector oriental.

La vernaccia de San Gimignano (DOC desde 1966), es un vino blanco seco muy prestigiado y que adoraba, en el s. XV, el duque de Medici Lorenzo el Magnífico.

En toda la Toscana, y por supuesto en San Gimignano, se pueden adquirir los cantuccini, que tienen su origen en Prato. Consisten en unos bizcochos secos, cocidos con almendras enteras, que se trocean en pequeñas rebanadas. Al ser bastante duros, se consumen empapados en un vaso de Vinsanto, un tinto dulce.