Etapa 24: Foncebadón - Ponferrada | Al Loro

Distancia: 
26,8 km
Duración: 
6 h 30 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
4

Mucha precaución en invierno, sobre todo en caso de niebla; en las zonas elevadas suele acumularse mucha nieve, y las ventiscas son frecuentes.

Hoy cruzamos los Montes de León, barrera natural entre las comarcas de La Maragatería y El Bierzo, en un recorrido plenamente montañoso.

Ponferrada y Molinaseca son finales de etapa clásicos. Molinaseca es un pueblo bonito y acogedor, muy turístico, mientras que Ponferrada es una ciudad industrial, con su Castillo de los Templarios como monumento estelar (entrada gratuita todos los miércoles del año; lunes cerrado).

Empezamos la etapa con una subida firme a la Cruz de Ferro; seguimos luego durante 6 kilómetros por sendas, con desniveles moderados, hasta iniciar la larga, y a tramos rotunda, bajada hasta Ponferrada, con pendiente severa (precaución) en la llegada a El Acebo.

La carretera provincial LE-142 nos acompaña toda la etapa; la cruzamos, la seguimos y la atajamos numerosas veces.

Hoy alcanzamos la cota máxima de todo el Camino Francés: 1.505 metros de altitud.

Actualmente todos los pueblos de esta etapa cuentan con servicios de restauración —incluso en Manjarín, donde desde 2022 hay un bar-caravana con bebidas y snak ligero, en principio abierto todo el año— y tiendas de comestibles, especialmente orientados a los peregrinos.

Aldea abandonada desde hace décadas, también es un lugar muy especial para los peregrinos; aquí levantó Tomás, en 1993, su humilde refugio templario, a 1.458 metros de altitud. Siempre estaba abierto, incluso en pleno invierno. Lamentablemente, a mediados de 2022 cerró de forma indefinida, a la espera de ayudas para su reforma.

Sus dos albergues se encuentran a casi un kilómetro pasado el pueblo, junto a la carretera, a pie de camino.

Entre Molinaseca y Ponferrada hay la opción de seguir la carretera (hay acera), en vez de desviarnos por la izquierda hacia Campo (camino oficial); el ahorro es de 1,4 km.

La Cruz de Ferro (1.496 metros de altitud) es el hito con mayor carga simbólica de toda la ruta jacobea. La tradición ancestral de peregrinos y viajeros de depositar una pequeña piedra en la base de la cruz, para obtener protección divina en el peligroso viaje al sepulcro del apóstol, sigue vigente hoy en día. Muchos peregrinos llevan una pequeña piedra de su lugar de origen.

El plato estrella de la jornada es el botillo, que cuenta con Indicación Geográfica Protegida. Se elabora con diferentes partes del cerdo y se adoba con pimentón y ajo, para después cocerla con verduras y legumbres. Es de digestión pesada, así pues, para los que no sean tan valientes, podemos encontrar elaboraciones más ligeras del producto, como las croquetas de botillo.

El Bierzo es la transición entre las tierras castellano-leonesas y gallegas, tanto por el paisaje como en la gastronomía, pues podemos encontrar productos de las dos comunidades. En esta primera etapa, podremos comprar buena cecina y chorizos, como en las anteriores. En Molinaseca hay tiendas especializadas de embutidos: Embutidos el Abuelo Manuel y Embutidos Frimols, ambos con producción local y propia.

Como etapa de transición entre las dos comunidades, por primera vez podemos probar las típicas empanadas, en este caso la empanada berciana, que se diferencia de las gallegas por el uso de patata cocida en el relleno.

En Ponferrada también podemos salir a tapear, aunque con menos fama que las anteriores ciudades del camino, especialmente por el Casco Antiguo y la plaza Fernando Miranda.