Etapa 8B: Estaing - Espeyrac (por Campuac) | Al Loro

Las marcas del GR-6 están algo más escondidas que las del GR-65, pero reforzadas con carteles rojos.

La cuesta inicial, que principia junto a la capilla situada tras el puente de Estaing, es de las que hacen resoplar. Por fortuna es corta, 1 km, y siempre vamos a la sombra.

A partir de Romanettes puede haber problemas de agua y barro por el bosque.

Dado que el inicio del GR-6 resulta inviable, para aproximarse a la variante de Campuac es necesario seguir, a la derecha de la capilla du Pont, la D22, que a los 3,8 km ya confluye con ella. A partir de aquí la operación es menos complicada, aunque habrá que abandonar el sillín en alguna ocasión.

En la llegada a Espeyrac no se debe tomar la ruta balizada que da un rodeo junto al río, sino continuar al frente por la carreterilla que desemboca en la D42 para entrar directamente en el pueblo.

Tanto la panadería como la tienda Proxi cierran a diario a las 12:30 para el descanso del almuerzo. Para comprar hay que llegar antes.

La iglesia de Saint-Pierre, neo-románica, fue realzada con varias obras de Jean Touret, colaborador de Matisse. Él fue quien ejecutó el expresivo Crucificado de la capilla mayor, con sus pies aún clavados (Redención), pero los brazos alzados en V de victoria. Las vidrieras están claramente inspiradas en el arte de Matisse, y las de los óculos representan la Creación.

En el tramo final para confluir en Campagnac, en vez de descender por el GR-6 se puede tomar a la derecha la ruta que conduce, por Les Angles-Hauts (subida inicial), a la granja de Bessoles, y de aquí ya solo restan 500 m al GR-65. La distancia es semejante, pero por aquí todo el trayecto está asfaltado (mejor para las bicis).

Alternativa a Espeyrac es Le Soulié, 2,6 km antes, original albergue provisto de pequeños edificios dispersos por un jardín arbolado, que practica la acogida cristiana con la presencia del carismático Michel. En su capilla nos proporciona una magistral lección iconográfica y teológica sobre la portada de Conques; de este modo ya iremos «sabidos» al día siguiente.

Apacible y encantadora población el antiguo Spariacus, donde resulta imprescindible recordar un curioso milagro recogido en el Libro de Sainte-Foy. Alude al peregrino Guibert, que cuando se desplazó a Conques fue asaltado por unos bandidos que además de robarle, menudas bestias, le arrancaron los ojos, que fueron recogidos y trasladados al santuario por dos pájaros bien adiestrados. Entre tanto, el pobre inválido tuvo que ganarse la vida como malabarista, pero un año después Santa Fe se le apareció en sueños pidiéndole que regresara a su templo; así lo hizo, y al llegar oró con tanta fe que recuperó sus ojos, que allí esperaban ansiosos, y con ellos la vista.