Etapa 4: Domaine du Sauvage - Aumont-Aubrac | Al Loro

Distancia: 
28,2 km
Duración: 
7 h
Dificultad: 
3
Paisaje: 
4

Atención, antes de llegar a la capilla de Saint-Roch, en el tramo en el que nos vemos obligados a pisar la D587, pues por ella circulan camiones con madera, y las nieblas son frecuentes. Igualmente peligroso es el cruce de la carretera tras la capilla.

Las cosas se ponen difíciles hoy: 1., la bajada desde la capilla de Saint-Roch por el bosque suele estar empozada (alternativa por la D587 hasta su confluencia, 2 km después, con el GR); 2., no vale la pena seguir el Camino, muy empinado, entre Saint-Alban y Grazières-Mages (mejor seguir la D987 ante el camping Le Galier); 3., aún peor es el tramo de aquí hasta Les Estrets, un pinar repleto de raíces que puede convertirse en una torrentera (para evitarlo seguiremos la D987, y a los 4 km nos desviaremos a la izquierda por la D806 hasta Les Estrets); 4., quien ya se haya aficionado a la carretera, que atrapa con facilidad, podrá completar el tramo final por la D7, aunque en esta parte el Camino es ciclable.

La capilla de Saint-Roch, de finales del s. XIX, alberguería fundada en 1198 por Hélie de Chanaleilles y Hugues de Thoras, pasó a depender del Hôtel-Dieu de Le Puy. El lugar también es conocido como Col de l’homme mort, pues la leyenda justifica la fundación en el crimen perpetrado por unos bandidos contra un peregrino.

Al aproximarnos a Saint-Alban-sur-Limagnole se nos ofrecen dos opciones para atravesar el pueblo: de frente, más directa y corta, una carretera baja directa al centro del pueblo (es la av. de Saugues, y la usan muchos peregrinos); el GR, sin embargo, prosigue a la izquierda rodeando el Hospital Psiquiátrico, que incluso se puede cruzar ante su cafetería, y pasa ante el château, que merece una visita, para dirigirse luego hasta la iglesia, donde ambas confluyen.

No debemos tener ningún problema en atravesar el gran Hospital Psiquiátrico de Saint-Albán, con espacios de paso ajardinados entre sus diferentes edificios por los que pasean los internos, ni de entrar a su café. Aquí los auténticos locos somos…, los peregrinos, claro.

Fin de etapa para muchos, Saint-Alban tiene ¡hasta 10 albergues!

A la salida existe un buen supermercado Spar junto al Camino (abre de lunes a sábado de 7:30 a 12:30 y de 14:30 a 19:30, domingo de 8:00 a 12:30).

El château, de cuya vieja fortaleza restan tres cubos circulares esquineros, fue dando paso a un palacio de regusto italiano. Fachada y galería del patio resultan curiosas por haber sido construidas en arkose rojo, un tipo de grés con mucho cuarzo, de gran dureza y apariencia marmórea. Inmediata al château, en el recinto del Hospital Psiquiátrico, la capilla de Saint-Pierre (1966) fue construida por los pacientes, y tiene esculturas en arkose de Roger Marion.

Los más curiosos podrán dedicar 1 hora a conocer la Scénovisión de Saint-Alban, interesante instalación que a través de tres salas, con sus juegos de luz y sonido, nos introduce en La Margueride, el Camino de Santiago, la historia local y, no puede faltar, los ataques de la bestia de Gévaudan. Info: http://www.scenovisionstalban.com

Resulta sumamente agradable para un pique-nique el pequeño y céntrico jardín público. En la inmediata Place du Forail existen wc públicos.

Con sus albergues y negocios especializados para el peregrino, os parecerá un característico emporio del Camino de Santiago.

Aumont-Aubrac nos ofrece una última representación de la bestia de Gévaudan, pero en este caso con un carácter heráldico —sostiene el escudo de la villa—, decorando una fuente y, al parecer, ya sin apetito.

Muy buena la boulangerie Solignac, en el GR hacia la salida del pueblo y abierta desde las 6:30.

Entre las especialidades del Gévaudan se cuentan la pouteille, guiso de patas de cerdo y trozos de vaca con chalotas, patatas y vino rojo, o el manoul, saquito relleno con cordero y callos, sazonado con vino blanco, verduras y especias. De postre no es necesario elegir entre el queso tomme de Lozére, de vaca, y la coupétade, pan con ciruelas pasas, huevo y leche al horno, pues es costumbre tomar ambas cosas.