Etapa 4A: Abla - Huéneja | Al Loro

Distancia: 
19,9 km
Duración: 
5 h 15 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
2

La etapa, que acaba en el pueblo de Huéneja a 1.170 metros de altitud, aprovecha parte del trazado del antiguo Camino Real, ruta que unía Almería con Guadix y Granada, y que durante siglos fue utilizada por diligencias y comerciantes.

Hoy deberemos superar varios tramos por ramblas, que durante episodios de lluvia intensa pueden quedar impracticables. A pesar de las piedras, la arena y la maleza, en nuestra opinión caminar por estas ramblas acaba resultando entretenido, por supuesto mucho mejor que por asfalto.

Existe una variante muy bonita que une Abla con la cercana localidad de Abrucena, a 2,1 km, donde hay varios bares, una pensión-restaurante y un pequeño albergue de la Asociación. Esta ruta, que alarga el recorrido 1,8 kilómetros, está señalizada y permite retomar el camino habitual antes del pueblo de Fiñana; se toma junto al mirador de San Antón, en lo alto del pueblo de Abla, y es perfecta para los peregrinos que hayan pernoctado en su albergue.

Aquellos que no deseen entrar en Fiñana pueden seguir de frente por el cauce de la rambla, siempre en llano y dejando el pueblo a nuestra izquierda.

La ermita de Jesús, situada en el centro del pueblo, alberga restos de una mezquita almohade del siglo XII, en la que puede distinguirse la quibla, muro orientado hacia La Meca, así como el antiguo mihrab, nicho o hornacina semicircular que albergaba el Corán y donde los fieles dirigían sus oraciones. Las visitas son concertadas, llamando previamente al Ayuntamiento (tel. +34 950 352 003).

Otros lugares de interés son un gran aljibe árabe del siglo XIV, la alcazaba o fortaleza, con un bonito mirador, y el museo local; aquí se conserva un banco de madera que dejaron los Reyes Católicos tras la capitulación de esta villa en el año 1489, durante la campaña para la conquista de Almería.

400 metros después de Venta Ratonera abandonamos la provincia de Almería y entramos en la provincia de Granada. El paisaje sigue dominado por las vistas a Sierra Nevada y la presencia de ramblas, flanqueadas a menudo por colinas de tierra rojiza que recuerdan escenarios de películas del Far West.

A partir de La Huertezuela los ciclistas deberán seguir de frente por asfalto hasta Huéneja, pues la ruta oficial discurre por la rambla del río Isfalada, con mucha piedra e impracticable para las bicis (ni siquiera para las BTT).

Atención a los amantes de rincones insólitos: no os perdáis el laberinto de callejuelas y cuestas del barrio del Castillo o de San Blas, detrás de la iglesia de la Anunciación, reflejo del pasado morisco de la localidad. El templo fue erigido en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, y destaca el artesonado mudéjar del techo; frente a su puerta de entrada discurre el río Isfalada, formando un canal profundo y encajonado a lo largo de la calle principal.

El lobo es el símbolo de la localidad: además de aparecer la figura de este animal en el escudo del municipio, sus habitantes reciben el gentilicio coloquial de loberos; el motivo es que hasta hace un siglo había numerosas manadas de lobos en estos montes, a los cuales se daba caza.

Si disponéis de tiempo os recomendamos dar un paseo hasta el área recreativa de Los Castaños, paraje muy bonito a orillas del río Isfalada, a 1,5 kilómetros del pueblo; el lugar es también conocido como el Bosque Encantado por los troncos retorcidos de sus castaños centenarios… o casi milenarios, en especial un ejemplar con 12 metros de perímetro del tronco.

La localidad es conocida por la elaboración artesanal de pan, con variedad de bollos, hogazas y roscas. También destacaremos los dulces caseros: almendrados, tortas de chicharrones, mantecados, roscos de huevo…

Entre las especialidades de la cocina local están la olla de segadores, la zalamandroña (una ensalada con verduras secas, bacalao desmigado, aceitunas negras y aceite) o el caldo pimentón, componente básico en la elaboración de platos como los gurullos, la cazuela de fideos o las gachas.