Huéneja
Notas destacadas
Atención a los amantes de rincones insólitos: no os perdáis el laberinto de callejuelas y cuestas del barrio del Castillo o de San Blas, detrás de la iglesia de la Anunciación, reflejo del pasado morisco de la localidad. El templo fue erigido en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, y destaca el artesonado mudéjar del techo; frente a su puerta de entrada discurre el río Isfalada, formando un canal profundo y encajonado a lo largo de la calle principal. |
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El lobo es el símbolo de la localidad: además de aparecer la figura de este animal en el escudo del municipio, sus habitantes reciben el gentilicio coloquial de loberos; el motivo es que hasta hace un siglo había numerosas manadas de lobos en estos montes, a los cuales se daba caza. |
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Si disponéis de tiempo os recomendamos dar un paseo hasta el área recreativa de Los Castaños, paraje muy bonito a orillas del río Isfalada, a 1,5 kilómetros del pueblo; el lugar es también conocido como el Bosque Encantado por los troncos retorcidos de sus castaños centenarios… o casi milenarios, en especial un ejemplar con 12 metros de perímetro del tronco. |
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La localidad es conocida por la elaboración artesanal de pan, con variedad de bollos, hogazas y roscas. También destacaremos los dulces caseros: almendrados, tortas de chicharrones, mantecados, roscos de huevo… |
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Entre las especialidades de la cocina local están la olla de segadores, la zalamandroña (una ensalada con verduras secas, bacalao desmigado, aceitunas negras y aceite) o el caldo pimentón, componente básico en la elaboración de platos como los gurullos, la cazuela de fideos o las gachas. |
Cultura e Historia
Estos parajes, situados en un lugar estratégico y de gran riqueza minera, acogieron pobladores desde tiempos prehistóricos, con asentamientos de la época de la cultura del Argar datados entre los años 1800 y 1300 a.C. El origen de la localidad fue una fortaleza defensiva conocida en su día como castillo de Reniha o de Guenichea, construida bajo dominio musulmán. Tras la rebelión de los moriscos, en la que tomaron parte activa numerosos habitantes de la comarca, se produjo una represión implacable y la consiguiente pérdida demográfica, que conllevaría el abandono de las formas de vida tradicionales. Hoy es uno de los pocos pueblos de la antigua comarca del Marquesado donde todavía quedan minas en explotación.