Altri, un torpedo en la línea de flotación del Camino Francés
Los 100 últimos km del Camino Francés, entre Sarria y Compostela, son, como se dice ahora en referencia al aprovechamiento turístico intensivo (véase el caso de las Islas ¿Des-Afortunadas?), una zona tensionada. Pues bien, se espera de los señores vigilantes de la cosa pública, y más aún de los que cobran por ello, que mimen hasta la extenuación estos itinerarios tan productivos, esa gallinita de los huevos de oro que nos tocó en suerte, filón inagotable, cuerno de la abundancia, lo que se desee añadir en clave Tío Gilito, que es la única que parece importar.
Huelga apuntar que en las benditas comarcas gallegas atravesadas por la vía jacobea por antonomasia, máxime en las etapas finales, el peso de los servicios asociados al turismo dobla el porcentaje del PIB nacional, y nadie concibe que se pueda poner en riesgo una maquinaria bien engrasada que funciona a la perfección, una oferta centrada en los peregrinos, y también en los turigrinos, que además no para de crecer y da de comer a muchos vecinos, amén de los contratados llegados de otros lares.
Algunos, malévola e intencionadamente han querido trasladar la imagen, para presumir como señoritas de la caridad, de unos municipios rurales despoblados por la falta de oportunidades, avejentados y sin expectativas de futuro precisados de una redención paternal. Tal cuadro, sin embargo, choca frente al dinamismo no solo de lo que aporta el Camino, que es mucho, sino de otros sectores como el agro-ganadero, sumado a pequeñas y medianas industrias de transformación agroalimentaria y de otros sectores; no hay más que darse un paseo por los parques empresariales de Sarria, Palas de Rei, Melide o Arzúa para comprobarlo. Además, los concellos más próximos a Santiago, con el remate de la autovía A-54, están llamados a desarrollar una vocación residencial, propia de las áreas periurbanas, como les ha sucedido a otros como Ames, Oroso o Teo.
Pues bien, si todo fluye adecuadamente, incluido el río Ulla, cómo se le puede ocurrir a alguien en sus cabales pretender instalar una macrofactoría contaminante que, en vez de complementar o sumar a lo existente, es un modelo de libro de lo que viene en llamarse industria de enclave, esto es, que aprovecha los recursos naturales del lugar en el que se localiza (energía, agua, madera), elegido en aras de su mayor rentabilidad, y exporta la mayor parte de su producción a mercados como el chino. Su irrupción puede trastocar el orden productivo, económico y, por ende, social de una amplia área, y todo ello despreciando las leyes que nos hemos dado de ordenación del territorio, ya que se trata de un proyecto declarado estratégico, y todo ello a cambio de unos puestos de trabajo que se han ido rebajando a medida que avanza la película, como siempre las migajas.
En cuanto a la administración competente, actúa como lo hacía el ministro Laureano López Rodó, director de los planes industriales de la Dictadura Franquista con la creación a dedo de los Polos de Desarrollo al modo de la planificación estalinista, que los extremos tanto se tocan cuando se trata del ordeno, mando y diseño a mi gusto, y que nadie rechiste.
Lo que quizá no se esperaban estos políticos que nos han tocado en suerte, que utilizan la excepción legislativa para beneficiar a empresas en las cuales, con descaro y puerta giratoria de conexión con el negociado competente, figuran ex altos cargos de la misma administración encargada de otorgar licencias y ayudas públicas, es que el rural gallego, por naturaleza pacífico y sosegado, y los restantes afectados, entre ellos los peregrinos, iban a mantenerse pasivos y resignados a la suerte que les imponen los de arriba. Los tiempos no son aún «chegados», como reza el himno gallego, pero al menos son de madurez democrática, responsabilidad social y, sobre todo, de que no nos la metan doblada.
Es así que, como ocurrió en 1790, año en que los campesinos de la comarca de A Ulloa (Monterroso, Palas de Rei, Antas de Ulla) se sublevaron contra el mismísimo rey de las Españas, que pretendía instaurar una gravosa Contribución Única, y lo hicieron con gran alboroto entre 6.000 y 8.000 personas, sobre todo en ferias y mercados, hoy la Plataforma Ulloa Viva, digna sucesora de aquellos indignados contra el poder omnímodo al servicio de las élites económicas, en esto no hemos cambiado gran cosa pese a las apariencias, ha plantado cara a la Xunta de Galicia, en comandita con la empresa portuguesa Altri, que a través de su socia Greenfiber pretende instalar en Galicia un mastodonte que ya no le permiten emplazar en Portugal, por algo será…
¿Y qué tiene que ver esta fábrica, para más datos una gigantesca celulosa, con el Camino de Santiago? Pues mucho, porque la ciudad industrial se instalará a 2 km del Camino Francés, y más allá del impacto visual, que es el menos grave, va a mutar una comarca dinámica en otra cosa totalmente diferente. Porque gran pastera quiere decir plantación masiva de eucaliptos, en régimen de monopolio intensivo, y desaparición de los cada día más escasos bosquetes tradicionales y pastos (cuanto más cerca tengan la materia prima mejor para ellos, así ahorrarán en transporte, y lo harán como ocurrió a partir de los focos Navia, en Asturias, o Lourizán, en la Ría de Pontevedra, fábricas ambas de Ence pero mucho más pequeñas que la proyectada).
Por otra parte, la contaminación acústica y de la calidad del aire (la propia empresa reconoce que su chimenea expulsará 8.754 kg diarios de óxidos nitrosos, sulfurosos y otras partículas, algo que a medio plazo no va a resultar nada saludable para los residentes) y utilizará grandes cantidades de agua procedente del río Ulla (embalse de Portodemouros), con un consumo diario que superará al de la totalidad de la provincia de Lugo, amenazando además a los ya delicados bancos marisqueros de la Ría de Arousa, donde desemboca este río, pero también las reservas en época de estiaje para el consumo humano, según cálculos realizados por Greenpeace y la Universidad de Santiago.
Mas a nosotros lo que nos interesa es el Camino, y como estamos persuadidos de que no todo vale en cualquier sitio, y de que la convivencia entre modelos económicos no siempre es factible, por eso estamos comprometidos en divulgar lo que puede ser una bomba de relojería para la marca e imagen, ya maltrecha por la masificación en temporada alta, del Camino Francés (estancado y desde 2023 a la baja), donde tantos emprendedores han invertido sus ahorros, o se la han jugado con préstamos, en espera de una amortización temprana cimentada en el prestigio del Camino y la llegada estable de peregrinos.
Tanto el peregrino tradicional, como el nuevo segmento de peregrinos internacionales, cultos, ecologistas y con alta capacidad adquisitiva, no van a tragar que en su Camino se introduzca una gran factoría humeante, visible a lo largo de toda una etapa y con una afección olfativa, contaminante en la calidad del aire respirado y con maquinaria interrumpiendo la paz de la ruta (tres años de obras, polvaredas, tránsito permanente de camiones en el futuro), alterando con su afección un radio de 50 km, o sea, dos etapas. Me atrevo a pronosticar que si esta barbaridad va adelante, el Camino Francés será en breve superado por el Portugués (tierra quemada, pensarán algunos, nos quedan siete más entre los oficiales…). Y no olvidemos que el Camino Primitivo también se verá afectado por desembocar en Melide, a 5 km de la megaciudad industrial.
Cifras que asustan
De hecho vamos a hablar ahora, sin ningún afán catastrofista ni apocalíptico, de las cifras de un proyecto, en su día vendido como ecológico, sustentable, de economía circular y aderezado con otros muchos adjetivos de esos que la ingeniería mercantil emplea para captar fondos Next Generation o Ferte de descarbonización, que está generando una gran alarma social y controversia política. El ruido, más allá de Galicia, ha llegado a la misma Corte y a Bruselas, formando parte de la insidiosa confrontación maniquea en la que nos hallamos sumidos. Por supuesto, las primeras víctimas serán los vecinos, que van a experimentar una pérdida de calidad de vida, y ver sus propiedades desvalorizadas en la dimensión residencial o turística. Pero en segundo lugar estamos los peregrinos y el mundo jacobeo, donde la indignación también está creciendo, luego lo puntualizaremos.
Pasaremos a describir la ciudad industrial que pretende instalar la empresa portuguesa Altri en el corazón de Galicia —lo expresamos en el sentido de centro geográfico, en el área de confluencia provincias de Lugo, A Coruña y Pontevedra—, a 2 km del Camino Francés en el municipio lucense de Palas de Rei, sobre un terreno colindante con el municipio coruñés de Melide.
La magnitud de lo que se pretende levantar aquí mete miedo, y no tiene parangón con ninguna de las industrias existentes en Galicia, a no ser con la refinería de A Coruña o con la Fábrica de aluminios Alcoa, de San Cibrao, ambas las cuales pertenecen a otra época.
Desde el informe encargado por la empresa a una consultora se reconoce, sin ambages, un impacto severo, calificado en una tabla de máximo o «importante», sobre el BIC Camino Francés, que además es Primer Itinerario Cultural Europeo y Patrimonio Mundial de la Unesco, por si alguien lo ha olvidado (Icomos, organismo asesor de la Unesco, ya está en alerta y ha expresado su preocupación). En dicho texto, pese a ser de parte, se apunta la posible pérdida del valor patrimonial y de autenticidad de la ruta.
El complejo ocupará algo más de 360 has, o sea, la extensión de la ciudad de Santiago de Compostela o, en una medida estándar reconocible, la de 215 campos de fútbol. Los movimientos de tierra afectarán a 1.376.000 m3, y la construcción ocupará 1.200.000 m2.
Como hemos indicado, la fase de construcción, con impactos críticos reconocidos en el Camino, se prolongará 36 meses, y en ella participarán de 3.000 a 4.000 operarios que ni se van a alojar ni van a comer en Palas o Melide, sería inviable, que nadie se haga ilusiones. Si en el comienzo de la obra no estuviera rematada la autovía, la maquinaria pesada tendrá que acceder por dos pistas sobre el Camino Francés, algo que Patrimonio ha prohibido salvo para la fase inicial de explanación.
El resultado será una instalación que contará con una torre de 75 m de altura, la que tienen las de la fachada del Obradoiro, unos 27 pisos, y con varios edificios de 15 a 16 pisos de altura.
La fábrica producirá, en pleno rendimiento y durante al menos 75 años, 400.000 tm de celulosa y 200.000 de fibra vegetal lyocell, y contará con su propia central térmica de biomasa, con una sección química y plantas de filtración de agua, quedando conectada con un canal de devolución del agua utilizada del Ulla por un canal de 12,5 km, a una temperatura mayor de la de recepción, lo que provocará cambios en el ecosistema fluvial. También será necesario implementar una subestación eléctrica, para el exigente suministro de la fábrica, próxima a Santa María de Melide.
Para desarrollar el proyecto será preciso expropiar, por las buenas o por las malas, la administración colaborará en el segundo caso, nada menos que 800 fincas. En una de ellas, de 100 has, se prohibió por cierto hace unos años un circuito de velocidad por su impacto sobre el Camino. Por supuesto, Altri no hará nada si el estado, o en su defecto la Xunta, no le otorgan una ayuda pública generosa de al menos 250 millones de euros (así cualquiera).
Para mitigar la afección sobre el Camino y el vecino castillo de Pambre, que es una de las fortalezas medievales mejor conservadas de Galicia, la única solución de la empresa pasa por crear un anillo verde con árboles autóctonos que tapen, en la medida de lo posible, el conjunto fabril, eso es todo. Más allá del cinturón, eucaliptos a gogo por si ya no hubiera pocos, empobrecimiento paisajístico, riesgo de graves incendios como los que asolaron Pedrogão Grande en 2017 (66 muertos y 254 heridos, los portugueses aprendieron la lección) y sanseacabó con la producción ecológica ahora pujante (leche, quesos de Arzúa-Ulloa, miel, etc.) en un radio de al menos 10 km alrededor.
Numerosos municipios gallegos, la Diputación de Lugo, departamentos universitarios, sindicatos, el Colegio Oficial de Arquitectos, organizaciones culturales y ecologistas ya se han manifestado en contra de la celulosa, y también todos los partidos del arco parlamentario gallego salvo el que gobierna. Incluso el grupo gallego de la multinacional Inditex (Zara y demás), supuesto beneficiario de la producción de figura textil, se ha desmarcado del asunto.
La procesión «dos Caladiños»
Dícese del título, en Galicia, de la procesión que sale, tras la muerte de Cristo el Viernes Santo o el Sábado, para acompañar a la Dolorosa o Virgen de la Soledad, y lo hace en silencio, todos sin abrir la boca para no faltar al respeto de quien sufre, tan intensamente, con siete espadas en su corazón.
Lamentablemente, hay otras bocas selladas, y no por empatía con el dolor, entre quienes para honrar el cargo o la representación que ostentan, y sobre todo para cumplir sus actas fundacionales y estatutos, deberían mostrarse indignados y protestar contra el gran atentado que se pretende perpetrar en el Camino de Santiago.
Su clamoroso silencio no es nada nuevo, ya que tampoco han dicho ni mu, por circunscribirnos al Camino Francés, en toda la serie de agresiones al patrimonio jacobeo, material y/o intangible, al que hemos asistido en los últimos años, la lista es larga: autovía en Jaca, recrecimiento del embalse de Yesa, parque solar de Valdizarbe (Alto del Perdón-Eunate-Puente la Reina), nuevas puertas de Antonio López para la catedral de Burgos, hormigonados varios (Camino Aragonés, bajada a Santo Domingo de la Calzada, llegada a Redecilla del Camino, bajada del Alto de Mostelares), autovía y desvío a Viloria de Rioja, concentración parcelaria de Villares de Órbigo, parque eólico y hormigonado de Foncebadón, chapuza de la Cruz de Ferro, parque eólico del Oribio, polígono industrial de O Pino, mina de Touro, esto es solo lo más gordo.
¿Dónde estuvieron, están y estarán, queridos amigos, todas esas corporaciones que dicen defender al Camino, y que en cuyos estatutos, leamos por ejemplo el de la Federación Española de Asociaciones Jacobeas, reza: Artículo 2, actuar «ante Organismos e instituciones, tanto públicas como privadas, en orden a la revitalización, defensa, conservación, limpieza y potenciación del patrimonio histórico-cultural de los Caminos de Santiago».
¡Cuánto papel mojado en el mundo de las asociaciones jacobeas, que parece haberse integrado en el sistema del poder, estando más atareado en obtener sus convenios, qué hay de lo mío dicen al llegar al Xacobeo, dinerito público y subvenciones para viajes, proyectos megalómanos, encuentros y congresitos, saraos y celebraciones, exposiciones y jornaditas culturales, libros y concursitos, mandangas todas ellas en comparación con el daño que causa su silencio, absoluto cuando en dador se lo sugiere o decreta en aras de intereses superiores!
En el caso que nos ocupa solo la Fraternidad Internacional del Camino de Santiago y Camino Francés Federación han trabajado sobre el terreno el asunto, se han reunido con la Plataforma Ulloa Viva, han presentado alegaciones de afecciones sobre el Camino en la Consellería de Industria (se han registrado más de 20.000, todo un récord) y están desarrollando una campaña, con información y recogida de firmas a nivel internacional, para intentar frenar tan lesivo atentado al Camino Francés.
Ni que decir tiene que los de los convenios mantienen su boca cerrada, y es nuestro deber denunciar esta vergonzosa claudicación, el tiempo y la historia pondrán a cada uno en su sitio, con nombres y apellidos, cuando se escriba. La Federación Española de Asociaciones Jacobeas ocupada en una huida hacia adelante con el sueño de un lobby jacobeo europeo para ordeñar también la vaca de Bruselas, la recién renovada Federación Gallega centrada en su viaje a Cuba, sitio muy jacobeo y democrático, de la Academia Jacobea ni hablar, y otro tanto cabe expresar de la folclórica comparsa de las Damas e Cabaleiros do Camiño, que aunque de Melide son parecen no preocuparse por el futuro de sus vecinos. ¿Y qué decir de las asociaciones gallegas?, resulta desolador contemplar su desdén ante lo que sucede en su propio campo de acción, su tierra.
Añadiríamos, con honda tristeza, a los también «caladiños» de ese Comité Internacional de Expertos, expertos al parecer de un Camino muerto que ya es pasado y arqueología, satisfechos con sus congresos, el próximo en Roma, marcando permanentemente distancia con el presente de la peregrinación, que ni les va ni les viene. Y en último lugar está el Xacobeo, entidad de la administración nacida para velar por el Camino y promoverlo pero que, en cambio, últimamente dedica toda su energía a combatir la incoación de la Acogida Tradicional como patrimonio inmaterial por parte del Ministerio de Cultura, una auténtica fijación, acusando a los promotores de conjurarse para atacar a la red gallega de albergues públicos.
Por fortuna aún existen asociaciones de amigos del Camino sensibles y comprometidas, en mayor grado cuanto más lejos, lo hemos comprobado en persona en EE.UU., Brasil o Argentina. Y, por supuesto, multitud de peregrinos, los enamorados del Camino, que no comulgan con ruedas de molino, porque la experiencia en el Camino nos ha educado en valores e ideales.
El mundo al revés, ya veis, amigos lectores. ¿Qué pensaría Elías Valiña de todo esto? No nos atrevemos ni a imaginarlo.
Si queréis firmar contra esta bomba de relojería contra el Camino Francés:
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