Etapa 11: Sernadelo - Águeda | Al Loro

Distancia: 
23,5 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
1

En nuestra humilde opinión, estamos ante la etapa más fea e insulsa del Camino Portugués, y tal vez una de las más decepcionantes de todos los trazados jacobeos que hemos documentado hasta la fecha en esta web. Si algo caracteriza este camino es que requiere constancia y fuerza de voluntad.

Lo peor de la jornada será la travesía de 2 km por el polígono industrial de Barrô, ya muy cerca de Águeda, especialmente si nos toca en un día laborable: calles sin aceras, líneas de alta tensión, tránsito constante, camiones aparcados en el arcén, rotondas sin pasos de peatones… Vamos, que no sería precisamente el paraíso para los caminantes.

En todos los tramos por asfalto, y más aún en polígonos industriales, deberemos extremar la precaución y caminar siempre en fila por el arcén, si lo hay.

Es conocida la mala fama que tradicionalmente se ha atribuido a los conductores portugueses. Tal vez ya no sean tan bruscos al volante como antaño, pero hemos comprobado in situ que, aunque vean a un peatón caminando por el arcén, no suelen apartarse ni reducen la velocidad. ¿Será que frenar es de cobardes?

Cada verano desde 2011 las calles del centro de Águeda se cubren con miles de paraguas multicolores que penden del cielo; se trata de una instalación artística conocida como Umbrella Sky Project. El efecto es sorprendente y muy fotogénico.

Los paraguas se han convertido en el icono de la villa, pero no son la única muestra de arte urbano: paseando por sus calles veremos decenas de obras pop y murales de colores.

La mayoría de los peregrinos utiliza el agradable albergue privado Santo António, en un complejo turístico situado a 1,1 km del centro, distancia que reducen de la etapa siguiente. Quien prefiera un alojamiento más céntrico dispone de un hostel y varias opciones a pocos metros de la Praça da República.

Estamos en la región donde se producen los vinhos da Bairrada, denominación de origen que comprende desde Águeda hasta Coímbra, con tintos, rosados y espumosos muy reconocidos, y que cuenta con su propio museo en Anadia.

Esta variedad de vino se utiliza también en la preparación de la chanfana —carne de cabrito macerada en vino tinto y cocinada en cazuela de barro— y del negalho —plato similar pero con mezcla de diferentes carnes y vísceras—.