Etapa 89: San Quirico d'Orcia - Radicofani | Al Loro

Distancia: 
32,6 km
Duración: 
8 h 30 min
Dificultad: 
4
Paisaje: 
3

Conviene salir de San Quirico bien avituallados porque, salvo que nos desviemos a Castiglione o Gallina, no hay tiendas en toda la etapa, y tampoco bares a partir de Bagno Vignoni. Sí encontraremos algunas fuentes; en ellas conviene hidratarse, porque la etapa puede ser agotadora.

Aunque tremendamente erosionadas, varias cumbres de origen volcánico limitan al sur el Val d’Orcia. Se identifican claramente el monte Amiata, de gran envergadura y clásico perfil cónico, y la que acoge la localidad de Radicofani. Consecuencia del vulcanismo es la presencia de aguas termales subterráneas, que afloran en los baños de Vignoni y San Filippo.

Existe una variante, que arranca en Ricorsi, que va por Abbadia San Salvatore —monasterio del Santissimo Salvatore de Monte Amiata, con iglesia del s. XI—: es 5 km más larga, con más desnivel y no pasa por Radicofani. 

En esta etapa hay bastantes tramos poco recomendables para las bicis, aunque siempre con el recurso de seguir por la Via Cassia. El trayecto hasta Bagno Vignoni sí que aconsejamos hacerlo por la VF, para conocer Vignoni Alto y no tener que desviarse luego hasta los baños.

A partir de Bagno Vignoni, lo más lógico sería tomar la SP323 hasta Castiglione d’Orcia, visitando el pueblo y su castillo roquero, y luego continuar por el sterrato hasta la Cassia, incluso por la ruta peatonal hasta Ricorsi. Sin embargo, la ruta azul propuesta va dando un gran rodeo al este por la SP53 y la SP96, pasando por Contignano, para enlazar con la Cassia antes de llegar a Radicofani. Sinceramente, no le vemos ningún sentido a este trazado, y si tuviésemos una bici, pese a las cuestas, aprovecharíamos para acercarnos a Bagni San Filippo y Abbadia San Salvatore, pasando también por Radicofani.

Se trata de un pequeño burgo fortificado, característico del Medievo, que domina el Val d’Orcia. Además de la iglesia románica de San Biaggio conserva una torre de base trapezoidal.

Se puede acudir a las termas, por supuesto pagando la entrada, pero el baño es libre en las pozas del Parco dei Mulini, que ocupan una posición inferior al pueblo (a 200 m del centro) y se encuentran rodeadas por sugerentes rocas de diferentes tonalidades y vegetación. Eso sí, el agua aquí solo está templada.

Bagno Vignoni es la última oportunidad para tomaros un café o una cerveza bien fresquita, no la desaprovechéis u os arrepentiréis, pues nos esperan ¡27 km a palo seco!

Sus baños termales ya eran populares en época romana, y a posteriori fueron visitados por personajes como Santa Catalina de Siena, Lorenzo de Medici o el papa Pío II. Las aguas, bicarbonatadas, sulfato, alcalinas, manan a 49º. Su célebre Piazza delle Sorgenti o d’Acqua, de 29x49 m, es un estanque urbano que las distribuye a las termas y hoteles.

Sobre la aldea se yergue la torre de Tentennano, castillo que ya existía en 1100, en su forma actual de mediados del s. XIII, y controlaba el paso por el valle.

Es un pueblo con una notable agrupación de casas tradicionales en piedra, dos iglesias, el oratorio de San Giovanni convertido en pinacoteca (obras de Simone Martini, Lorenzo di Pietro o Giovanni di Paolo, de la escuela sienesa) y, en su Piazza Vecchietta, el Comune y un aljibe góticos.

Las termas de Bagni San Filippo —agua a 40º—, de uso gratuito, están a 1,9 km del camino. Presentan la particularidad de contar con el Fosso Bianco, una poza formada por un arroyo con cascada sobre una gran roca blanca caliza (conocida como Balena Bianca), y con otras menores escalonadas, cuanto más altas a mayor temperatura.

La fuente posterior a Le Conie, junto a la carretera que sube a Radicofani, es una bendición para el peregrino. El agua es buena, de manantial, y los vecinos de la zona suelen pararse a cargar bidones en los coches.

Cuenta con dos albergues; uno de ellos de acogida tradicional con hospitaleros voluntarios, junto a la iglesia, el otro municipal y bien dispuesto, en el extremo opuesto del casco antiguo. Suele haber plazas de sobra.

El restaurante La Grotta (Via Piazzetta, 1) es la meca de los peregrinos en Radicofani: destaca por su buen precio y raciones generosas (zuppa di funghi, pici all’aglione, ravioli al tartufo, maialino). Su cava o gruta, donde se sitúa el comedor, está excavada en piedra volcánica. Para el verano también dispone de terraza.

Nos encanta la Piazza del Teatro, coqueta y recogida, con su bar y terraza, y una tienda de alimentación.

En la salida del pueblo, ideal para un vino vespertino con música o el desayuno, el acogedor Bar-Enoteca La Stella (Via Roma, 65), antiguo café de 1852.

Al pie de la Rocca o fortaleza medieval, que corona el pico basáltico a casi 900 m de altura, se desarrolló la población, construida en piedra volcánica, con su clara estructura viaria. Durante la II Guerra Mundial, al constituir una posición estratégica en el dominio del territorio circundante, Radicofani fue duramente bombardeada.

Su principal monumento es la iglesia de San Pietro, gótica del s. XIII, en cuyo interior podemos ver tres altares en terracota vidriada del taller de los Robbia. Próxima a ella, la iglesia de Sant’Agata (s. XV) acoge otro altar similar de Andrea della Robbia. No os perdáis la semi-escondida Piazzetta del Teatro, que era el centro de la aljama, ni el curioso jardín romántico-esotérico Bosco Isabella, con una pirámide de piedra en su centro.